Un Lunes de Pentecostés lleno de Esperanza

¿Lo escuchas? Se acerca el simpecado de la Hermandad Matriz de Almonte. La Reina de las Marismas está a un paso de inundar de fe a los millones de rocieros que le esperan en la aldea. Los momentos previos se viven con mucho nerviosismo y con el anhelo de ver su bella cara. Sin embargo, el momento culmen llega por la madrugada cuando los almonteños saltan la reja para navegar con Ella por su bendita tierra. La cuidan, la protegen, la miman y la guían para que vea a sus hermandades filiales que, cada año, recorren duros caminos para reencontrarse. Una noche mágica que nos demuestra siempre que todo el mundo es rociero. 

Desgraciadamente, este año tampoco pudo ser. Ella no lo quiso así y por algo será. En cambio, les pidió a sus fieles que se cuidaran y tuvieran responsabilidad. La Virgen del Rocío les abrió las puertas de su casa de Almonte para que todo aquel que quisiera estuviera a su lado. Allí, se han vivido y se siguen viviendo momentos mágicos. Cantes, rezos, plegarias, emoción, lágrimas, pero sobre todo, admiración. Y es que no hay nada más bonito que mirarle a los ojos y ver que a través de esa mirada nos da fuerzas para seguir. 

Está en su hogar, con su gente. Entronizada en un altar efímero que desde lo alto vigila a todo el mundo que osa entrar para estar a sus plantas. No hay peregrinación, pero sí Rocío. Hoy es Lunes de Pentecostés. Si es cierto que es muy diferente, pero hay un aspecto que nunca cambiará y es la devoción a la Blanca Paloma. Como decía el himno de la coronación canónica: “Y si tengo que rezar, al cielo del horizonte, se va mi alma contigo, Reina y Pastora de Almonte”.

Ella nos alumbra el camino y nosotros ponemos de nuestra parte teniendo “Esperanza”. Y, ¿por qué no soñar con la romería del año que viene? El tiempo nos dirá, tenemos que vivir el día a día. No obstante, hoy más que nunca hay que alzar la voz y decir: ¡Qué viva la Virgen del Rocío!