Presentación de hermandades

Huelva y San Juan, almas unidas por una devoción centenaria

15.50 h. Hermandad madrina y ahijada compartieron la sincera emoción de rendir pleitesía a la Reina de las Marismas en los 100 años de la filial sanjuanera. Las carretas de sus simpecados, exultantes de belleza, avanzaron alineadas, y tras ellas se fundieron sus fieles, rendidos ante un momentos llenos de devoción y cariño, respeto y rezo, de color y alegría. Ambas hermandades abrazaron las calles principales del la aldea, poniendo su latido al pasional corazón del Rocío.

Huelva y San Juan, almas unidas por una devoción centenaria

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Huelva y San Juan, almas unidas por una devoción centenaria

A las 14.09 horas aparecían las chaquetillas blancas características de la Hermandad de Huelva, vestidas por sus tamborileros tocando el flautín y con el sombrero acomodado en el codo. Tras alcanzar las cercanías del santuario se quedaban en el lateral para seguir poniendo música a la presentación, que siempre es especial, que deja un marchamo de señorío único en la romería, colmada de sincera emoción, de cariño, respeto y rezo, de color y alegría, pero que este año multiplicaba sus cualidades al caminar juntas Huelva y San Juan, madrina y ahijada, en el centenario de la filial sanjuanera. 100 caminos contemplan a esta veterana hermandad, que junto a la onubense, de 133 años, abrazaron las calles principales del la aldea, una conquista tradicional, merecida por lo que siempre ha significado el latido de sus gentes en el pasional corazón del Rocío. 

Después avanzaba la caballería, con la bandera de España presidiendo y con los jinetes también luciendo el blanco elegante de la hermandad. Paso a paso los nobles caballos de la filial marinera hundían en filas de cuatro sus cascos en las arenas y sobre ellos se sucedían rostros felices, amplias sonrisas, ojos brillantes con lágrimas de emoción asomando, presignaciones y rezos que no se oían en la multitud, pero que alcanzaban su destino, como también lo hacían las carretas de los simpecados hasta la Virgen del Rocío.

Huelva y San Juan, almas unidas por una devoción centenaria

También era multitudinario como siempre el acompañamiento de fieles de ambas carretas, soldados a su estela y las ruedas, como han hecho a lo largo de las duras jornadas de camino desde sus casas hasta el hogar donde reside su devoción. Juntos en perfecta comunión, inundaron la explanada arenosa del templo y se anclaron a los pies de la Virgen del Rocío, que desde el fondo del santuario recibía las muestras de cariño de sus hijos, con el alma entregada en la oración íntima del instante especial que supone esta comunicación de almas. 

Sonó el himno de España, cantaron los peregrinos, y se rompía la voz del hermano mayor de Huelva con ganas, para lanzar enlazados vivas bonitos. Acordándose de todos también gritó los suyos el hermano mayor de San Juan, y rompían como una tremenda ola en las rocas los aplausos, acompañados por los repiques continuos de campanas, entre los que se fueron retirando para dar la oportunidad de vivir también ese instante al resto de la gran familia nómada llevada hasta la aldea.

Los simpecados rodearon el santuario y alcanzaban la zona donde se celebrará la misa de romeros para buscar a continuación la capilla de su casa hermandad, arrastrando su masa devocionaria. Mientras se sucedía ante la Hermandad Matriz de Almonte un carrusel de innumerable  carros tradicionales, un espectáculo propiciado por la originalidad e ingenio de los hermanos de Huelva, obras de arte en movimiento, que transportan la alegría con sevillanas y colorido, tirados por siete mulos en hilera, como es tradicional. En su trasera como es tradicional, muestra como un balcón las bellas romeras vestidas con traje de gitana, macetas floreadas en las paredes de un patio andaluz.

Uno tras otros trazaban su paso con la rodadura de sus ruedas sobre el mosaico de pisadas en la arena, se entonaban sevillanas que se interrumpían con vivas al pasar justamente por delante del marco del templo, con miradas que contenían tanto sentimiento en unos fugaces segundos de encuentro y honda huella.

Bajo el dintel del templo rociero permanecía cargada de fuerza y hospitalidad la Hermandad Matriz de Almonte, anfitriona y madrina de todas, cariñosa y agradecida, con sus miembros apoyados en las varas para conectar con el sentimiento de los hermanos rocieros que se acercaban. Allí estaba el presidente Juan Ignacio Reales con la gente de Almonte y también autoridades como Ignacio Caraballo, presidente de la Diputación de Huelva; Enrique Pérez Viguera, subdelegado del Gobierno; José Fiscal, delegado del Gobierno Andaluz, entre otros.

Frente a ellos había pasado antes nueve hermandades: Villamanrique, Pilas, La Palma del Condado, Moguer, Sanlúcar de Barrameda, Triana (cumple 200 años), Umbrete y Coria del Río. Después continuaron pasando entre otras Rociana del Condado, Carrión de los Céspedes, Benacazón, Trigueros, Gines, Jerez, de la Frontera, Dos Hermanas, Olivares, Hinojos, Bonares, Puebla del Río, Bollullos del Condado, Valverde del Camino, Gibraleón, Espartinas, Sanlúcar la Mayor, Lucena del Puerto, Bollullos de la Mitación, Sevilla, Huévar, Aznalcázar, El Puerto de Santa María, Madrid, Punta Umbría, Puerto Real, Barcelona, Palos de la Frontera, Emigrantes, Paterna del Campo, Villanueva del Ariscal, Lucena de Córdoba, Los Palacios, Écija, Villarrasa, Isla Cristina, Bormujos, Camas, Las Palmas, Lebrija, La Línea de la Concepción, Córdoba, Rota, Ayamonte, Villalba de Alcor, Granada, Villafranco, Cabra, etc.

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