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Noche de miedo en el Seminario: el precio de la dejadez
Esto es lo que sucede en nuestra capital cuando lo normal es la dejadez, el descuido y la ignorancia. La pasada noche, todos los vecinos de un edificio del Seminario tuvimos que salir apresurados entre el desconcierto, el miedo y algún ataque de ansiedad hacia la azotea del edificio ante la inminente llegada del fuego. Puede ser un hecho aislado sin más, pero no.
No cuando los vecinos llevamos tiempo exigiendo que se haga una limpieza de pastos en la zona, así como tapar el acceso a la trasera de un transformador que es utilizado diariamente como vertedero, en el mejor de los casos. El peor, desde luego, es ser un estercolero de excrementos y orines humanos donde el olor pestilente llega hasta el parque infantil que hay al lado.
La verdad es que hasta que no pasa una desgracia mayor no se ponen los límites. Es por ello que desde estas líneas quiero dar difusión al miedo con el que vivimos en esta zona ante el total abandono por parte de las autoridades, por lo que puede ocurrir algún día y que desgraciadamente pasó en la noche de ayer. Amén, por cierto, de la suciedad constante, que esa es otra, a lo que también se suma el caso omiso de las señalizaciones de aparcamientos por parte de los camiones que deciden estacionar de cualquier forma, lo que resta visibilidad a la salidas de los aparcamientos.
Como leen, aquí cada uno hace lo que cree conveniente, pero eso sí, los afectados siempre los mismos. Esos mismos a los que en unos meses nos pedirán los votos para ¿cambiar? No… para continuar con su parsimonia en otros menesteres.
Alberto A.M. (Huelva)
