A cualquiera se le pone la carne de gallina cuando ve pasar a un niño cerca de una de estas farolas. Las tapas de registro han desaparecido y han colocado un su lugar cinta aislante; que bien con el paso del tiempo o por la propia curiosidad de los niños, se ha ido despegando y dejando al descubierto los cables conductores de la electricidad, como muestran las fotografías. Por las tardes, con la humedad que hay en la zona el peligro de electrocución se potencia y esperemos que no tengamos que lamentar una desgracia.
José Antonio Mayo Abargues. Mazagón
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