SEMANA SANTA 2023
Huelva se reencontró con un Lunes Santo pleno tras cuatro años de espera
22.43 h. Las hermandades del Perdón, Cautivo, Tres Caídas y Calvario hicieron estación de penitencia en una soleada tarde tras sufrir el pasado año los desastres de la lluvia.
Llegó ese soñado día para todos los cofrades del Lunes Santo. Casi cuatro años después, cerca de 1.500 días han pasado sin que Huelva pudiera disfrutar plenamente del segundo día de su Semana Mayor. A los años de pandemia la siguió la lluvia, que aguó las salidas de Perdón, Cautivo y Tres Caídas el pasado año, pudiendo realizar su estación de penitencia solamente la Hermandad del Calvario, cuando ya caía la noche. Este año todo ha sido distinto. El sol brillaba con fuerza en el celeste cielo onubense y la luz tan característica de esta ciudad se colaba entre los recovecos de los pasos.
Brillaba el sol y lo hacía con mayor fuerza en el barrio de la Orden. Su cofradía, la Hermandad del Perdón, por fin podría poner en la calle su nueva configuración. Una hermandad casi nueva que desde su ingreso en esta jornada no ha hecho más que crecer. Filas de nazarenos de túnicas rojas y capas blancas, entre los que se podían ver ya los nuevos hábitos que dejan atrás el tejido de raso por la sarga, comenzaban a discurrir por la Avenida que desde el pasado año lleva el nombre de la Virgen de los Dolores. Antecedían al primero de los pasos, el del Cristo del Perdón que por vez primera pisaba las calles junto a la Virgen del Amor Misericordioso, nueva titular de la cofradía. El plástico conjunto escultórico que realizó el pasado año Martín Lagares ofrecía una estampa novedosa al paso de misterio, destacando la presencia de los romanos con uniformes de estilo historicista.
Junto al Cristo del Perdón y la Virgen del Amor Misericordioso completan esta nueva escena San Juan Evangelista y María Magdalena. La Agrupación Musical Santa Cruz interpretaba los primeros compases del himno de Andalucía mientras todos los onubenses allí congregados rompían en una emocionada ovación. Una eterna chicotá que llevó al Señor a cruzar la plaza que lleva su nombre y plantarse en los medios de la avenida que lleva el nombre de su madre. Momentos de plena alegría y emoción en los corazones y las miradas de los hermanos del Perdón que se multiplicarían minutos después.
Tras solventar unos pequeños problemas con la mano de Nuestra Señora de los Dolores en el interior del templo, la dolorosa enfilaba la puerta de la Parroquia de Santa Teresa de Jesús. De nuevo los sones del himno de Andalucía, como es habitual en la cofradía, recibía a la Virgen en la calle. Momento para la historia de la Huelva cofrade. A través de la malla bordada en oro los rayos de sol incidían sobre la tez pálida de la dolorosa. Un jardín de flores exornaba el palio que se estrenaba en su totalidad. Un palio muy mariano, pues en él además de la Virgen de los Dolores, podemos ver a la Virgen del Rocío en el techo de palio, a la Virgen de la Cinta en la calle de la cera y a la Virgen de la Peña en los respiraderos.
Casi a la misma hora en la que la Orden de hacía cofradía otro barrio con otra hermandad entroncada en sus raíces, el barrio de la Hispanidad, se echaba a la calle camino del centro de la ciudad. Sin riesgos de la lluvia que el pasado año frustró su salida a mitad de camino, la Hermandad del Cautivo ponía la cruz de guía en la calle rodeada por sus vecinos. Vecinos que durante todo el año tienen al Señor en su capilla y que cada Lunes Santo lo ponen en la calle para que toda Huelva le pueda rezar.
Los sones de la Agrupación Musical Polillas de Cádiz debutaban en nuestra ciudad y lo hacían magníficamente acompañando el caminar reposado del Santo Cristo Cautivo. Una imagen que lucía de manera novedosa una túnica color buganvilla con un brillo especial, luciendo por vez primera en la calle el juego de potencias cincelado en plata en su color y escapulario a juego también en plata. Cubría el monte del paso un variado exorno floral en tonos morados, haciendo conjunto con la túnica.
Minutos después saldría la Virgen de la Misericordia. La dolorosa, a la espera de su futuro paso de palio aprobado por los hermanos, salía a las calles del barrio bajo su rojo palio acompañada por los sones de la Banda de Música Virgen de las Mercedes de Bollullos. Tras transitar entre calles de la Hispanidad y el vecino barrio de las Tres Ventanas, los pasos de la Hermandad del Cautivo llegaban al Asilo de Ancianos, primera parada de esta tarde y lugar emblemático ya en la tarde del Lunes Santo. Entre rezos y saetas, los ancianos que allí reciben pudieron ver frente por frente emocionados a los titulares de la cofradía.
La jornada del Lunes Santo es de barrios y el más cofrade de toda la ciudad, el Polvorín, también ponía una cofradía en la calle. Los nazarenos de la Hermandad de las Tres Caídas pisaban la rampa que da acceso a la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús tras más de mil cuatrocientos días. Un gran cortejo que ya viste al completo el hábito nuevo, totalmente blanco con fajín rojo y la cruz de Santiago en el morrión. Nazarenos que antecedían a las andas procesionales del Cristo del Perdón y la Virgen del Amor.
Con fuerza y casta, marca de la casa en la cuadrilla del Cristo de las Penas, salía a la calle el paso de misterio, solventando las dificultades que conlleva sacar tan majestuoso paso por la reducida puerta del Polvorín. Un variado exorno floral cubría el monte donde Jesús cae por tercera vez y la Verónica enjuga su rostro, mientras en la trasera un romano fustiga a la sagrada imagen y Simón de Cirene lo ayuda a cargar con la cruz. Una escena que se abría hueco a lo largo de la calle Puebla de Guzmán atestada de público. La Banda de Cornetas y Tambores Jesús Nazareno acompañaba con sus sones el andar valiente del paso en una conjunción cuadrilla-banda única.
Pero si ganas había de ver al Señor de las Penas, más lo había de ver en la calle a su Madre del Amor. Cuatro años han pasado desde que los zancos se posaran en el mármol del Polvorín sin saber que no volverían a alzarse hasta 2023. Lo hizo, y la Virgen del Amor salió a las calles de Huelva a derramar su dulzura por toda la ciudad. A los sones del repertorio interpretado por la Banda Municipal de la Puebla del Río, la dolorosa dejaba atrás el Polvorín y pasaba junto a su barrio de la Huerta Mena, como despidiéndose y recordándole que en unas horas volvería a atravesar sus calles entre naranjos tras poner boca abajo la ciudad.
Horas más tarde, cuando toda la ciudad era bullicio y algarabía, llegó el silencio. La Hermandad del Calvario pone sobre la balanza de este Lunes Santo otra manera de hacer cofradía, desde el silencio y la sobriedad. Cincuenta años haciendo enmudecer a la Huelva cofrade ante el sobrecogedor rachear de los costaleros de Nuestro Padre Jesús del Calvario y María Santísima del Rocío y Esperanza. Caía la noche y los cirios al cuadril de los altos nazarenos marrón franciscano iluminaban cual luciérnagas el camino que, minutos más tarde, seguirían ambos titulares.
Los sones de capilla interpretado por músicos de la Banda de la Consolación de Huelva rompían el silencio que sólo la Hermandad del Calvario recibe de la ciudad. La gótica cruz de plata de la Rábida marcaba el caminar un año más del cortejo. Las cadenas en los pies de los penitentes y el tintineo de las varas contra los adoquines de esa Huelva antigua que se va apagando en el entorno de la capilla de la hermandad servían de hilo musical al andar de los pasos entre la gran cantidad de onubenses que se agolpaban en la antigua calle Valencia. Una nube de incienso anunciaba lo que estaba por llegar. Jesús del Calvario salía a la calle bajo un cielo que iba oscureciendo su color azul. Lo hacía luciendo su magnífica túnica bordada en oro y estrenada el pasado año junto a las potencias de oro y la reforma de su paso procesional.
Minutos más tarde salía ese arca de luz que es el palio de Rocío y Esperanza. Meses después de que recorriera de manera extraordinaria las calles de Huelva acompañada de la Banda de Tejera, la dolorosa del calvario retomaba su estilo habitual, en silencio, con faroles y saya oscura. Volvía la Virgen del Rocío y Esperanza de los Lunes Santo bajo su primoroso palio bordado en oro y llenando de luz las estrechas calles del casco urbano por donde transita la cofradía. En este paso veíamos el único estreno que ponía en la calle la hermandad. Se trataba del nuevo llamador del palio, cincelado por Orfebrería Marmolejo y que representa una barca con un ancla, símbolo de la Esperanza. Un llamador que ha sido donado por un grupo de hermanos costaleros.
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