FIGURA CLAVE DE LA CULTURA
Pesar por el fallecimiento de Federico Martín Delgado, el 'Poeta de la Sierra'
16.40 h. Federico Martín Delgado, conocido como el 'Poeta de la Sierra', ha fallecido y provoca un vacío en toda la comarca serrana, en la que tanta cultura ha dejado como legado. Le han dedicado palabras instituciones como el Ayuntamiento de Jabugo y personalidades como Manuel Moya. 'Nos abandona así el último de los bardos. Que su memoria nos oriente siempre. Gracias, poeta. Gracias, amigo', indican.

Mucho pesar por el fallecimiento de Federico Martín Delgado, conocido como el 'Poeta de la Sierra', un personaje de la cultura que despertaba mucho cariño y admiración. El Ayuntamiento de Jabugo expresó sus condolencias por el fallecimiento del que fuera concejal de la localidad.
Lo define como una persona muy importante e influyente tanto en la vida social, como cultural de nuestro pueblo. Nos ha dejado el ‘Poeta de la Sierra’ que ha llevado el nombre de Jabugo y Los Romeros por todos los rincones. Nuestro pésame a familiares, amigos y a todos los vecinos y vecinas de Los Romeros. DEP.
También quiso dedicarle unas palabas en Facebook otro personaje de la cultura como Manuel Moya, apesadumbrado por la noticia y agradecido por todo lo que dio Federico Martín. Acabo de conocer la tristísima noticia de la muerte de Federico Martín Delgado, Poeta de la Sierra.
En su publicación escribe:
Ha muerto Federico. El pequeño y gran Federico: el nuestro. Con él se va el último de nuestros bardos, aquél que siguió con la vieja tradición de la poesía oral por tabernas y casinos de la comarca. Hasta él llegó una tradición de poetas caminantes, de poetas de taberna y candelita y nos la ofreció con todo su rigor y todo su arte, porque Federico, nuestro Federico era puro duende, puro arte ardiendo por esas venas de hombre dedicado a su pasión y a su vida. Nadie ha sido más libre que nuestro Federico, el Federico Martín Delgado, al que todos y con cuánta razón llamaban EL POETA DE LA SIERRA. Eso era él, el Poeta de la Sierra, la voz de los cimbarones y de las laderas, el bordón de las tardes de invierno, el declamar de los mostos pastueños, la voz crepitante de las candelas. Federico, el amigo, el poeta niño que jamás abandonó su niñez, que jamás claudicó ante un mundo cada vez más áspero y menos bello, se nos ha ido. Su memoria quedará en nosotros, poetas de otra prosapia, de otra naturaleza, que no conseguíamos llegarle ni a la suela de su zapato en autenticidad y en ganas de vivir… No hace mucho le dediqué un poema que no pude llevarle a su casa, y sé que le hubiera hecho ilusión porque Federico era ese niño que nunca espera nada, pero que sabe agradecer todo. Federico. Mis primeros pasos en la poesía tienen que ver con él. Corría el año 79 y me presenté a unos juegos florales que él ganó. Así fue cómo lo conocí. Frecuentó mucho mi pueblo debido a la amistad de Rafael Fontenla. Cuántas veces lo vi tomando aguardiente, con su guitarra y su voz, recitando a viva voz, con sentimiento, como si le fuera la vida en ello, a Lorca o a Ricardo León. Federico, el compañero de tantas campavías, el hombre cigarra que cantó al mundo, y vivió por y para cantarlo, saliera el sol por Antequera. Él fue nuestra alegría, nuestra bandera, el personaje conocido por todos, por absolutamente todos los habitantes de esta comarca recóndita. Fue nuestro embajador, pero sobre todo fue la luz y la alegría, eso que para él siempre fue innegociable, aun cuando en sus últimos años, como suele ocurrir a los genios - él lo era a su modo -, lo pasó mal con la enfermedad y con la vista. Se nos fue Federico, el gran Federico, el estandarte de la libertad, el último renuevo de la tradición de poetas orales de una comarca que siempre tuvo bardos. Con él mueren otra vez Fernando Labrador y los recitadores anónimos que daban luz a las sórdidas tabernas y a los oscuros tugurios desde el siglo XII. Él fue nuestro ultimo aedo, el hombre de la palabra, el niño que creció y creció sin abandonar jamás esa niñez. Temo que no soy capaz de explicar todo lo que significó para nosstros, pero aún temo más que su memoria se diluya en el olvido. No cabe el olvido para nuestro Federico, el POETA DE LA SIERRA. Nuestro poeta.