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¿Cómo pueden mis emociones afectar a mi salud física?

En varias ocasiones hemos hablado de lo difícil (por no decir imposible) que resulta diferenciar mente y cuerpo. Ambas forman parte de un todo complejo y, por lo tanto, nuestros pensamientos influyen en nuestras emociones, nuestras emociones afectan a nuestro cuerpo, el cuidado de nuestro cuerpo beneficia a nuestra forma de sentirnos en la vida, etc.

¿Cómo pueden mis emociones afectar a mi salud física?

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Si tomamos esto como cierto, es fácil comprender que el manejo de nuestras emociones se va a ver reflejado en la presencia o ausencia de síntomas físicos que pueden servirnos de alerta, pueden ser un aviso para que prestemos atención a algo que estamos pasando por alto.

¿Cómo pueden mis emociones afectar a mi salud física?

Sin embargo, a veces pueden ocurrir cosas en la vida que perturban esa salud de alguna forma, provocando sentimientos de tristeza, de ansiedad o creando situaciones de estrés. Por ejemplo, perder el trabajo, que uno o varios hijos se vayan de casa, que uno o varios hijos emancipados regresen a vivir en casa, perder a un ser querido, una ruptura, sufrir alguna enfermedad o lesión, tener problemas económicos, una mudanza, tener un bebé, y un largo etcétera.

Como vemos, también los cambios favorables pueden trastornarnos y causarnos estrés, igual que los cambios desfavorables. Ante estas situaciones de cambio, nuestro cuerpo se comunica con nosotros mediante su propio lenguaje para decirnos que algo no anda bien. Y ese lenguaje que tiene nuestro cuerpo se manifiesta en diferentes síntomas físicos, como pueden ser:

¿Cómo pueden mis emociones afectar a mi salud física?

Estos síntomas pueden considerarse ‘normales’ durante un periodo de cambios o adaptación como hemos comentado, pero lo cierto es que habrá veces que no seamos conscientes de qué está pasando en nuestra vida para relacionarlo con el malestar físico. En estos casos, si los síntomas no desaparecen y comienzan a limitarnos en nuestra vida, es muy importante que busquemos ayuda profesional. Debemos tener en cuenta que el organismo, por naturaleza, tiende a regenerarse y recuperarse, y si esto no está ocurriendo así, puede ser que algún trastorno emocional nos lo esté impidiendo.

Para evitar llegar a dolores y molestias crónicas, es importante aprender a reconocer nuestras emociones y comprender por qué las estamos sintiendo. Descifrar las causas de la tristeza, del estrés, de la ansiedad, de la ira… pueden ayudarnos a manejar nuestra salud emocional.

A continuación vamos a comentar algunos aspectos a los que sería conveniente prestarles atención para evitar somatizar esas emociones no resueltas:

¿Cómo pueden mis emociones afectar a mi salud física?

Todas estas recomendaciones que profesionales de diversos campos insisten en repetir no se consiguen dominar de la noche a la mañana. Si en alguna de ellas te sientes con dificultades, una vez más te hago alusión a la necesidad de buscar ayuda en personas que puedan guiarte en tu mejora personal.

Para saber si un síntoma físico tiene un origen emocional existe un pequeño truco que podemos utilizar. Cuando es de origen físico, como por ejemplo una contractura tras un esfuerzo físico excesivo, el dolor sigue un curso similar al de una enfermedad aguda típica o alguna herida: el cuerpo reacciona y comienza su curación inmediatamente, haciendo que mejoremos día tras día hasta que el problema desaparece del todo. Sin embargo, cuando el síntoma es de origen emocional, se mantiene ahí hagamos lo que hagamos, y aunque el cuerpo intenta curarse no lo consigue porque la causa sigue estando presente aunque ni siquiera nos demos cuenta.

Para poder sanar síntomas físicos que tienen una causa emocional, es necesario ir directamente al origen para hacerlos desaparecer, ya sea por nosotros mismos o con lo ayuda de una persona que sepa cómo ayudarnos. ¡Feliz semana!

Si tomamos esto como cierto, es fácil comprender que el manejo de nuestras emociones se va a ver reflejado en la presencia o ausencia de síntomas físicos que pueden servirnos de alerta, pueden ser un aviso para que prestemos atención a algo que estamos pasando por alto.Las personas que presenten una buena salud emocional son conscientes de sus pensamientos, sentimientos y comportamientos. Además, han aprendido formas saludables de afrontar las situaciones estresantes y los problemas, se sienten bien consigo mismas y mantienen relaciones sanas con los demás.Sin embargo, a veces pueden ocurrir cosas en la vida que perturban esa salud de alguna forma, provocando sentimientos de tristeza, de ansiedad o creando situaciones de estrés. Por ejemplo, perder el trabajo, que uno o varios hijos se vayan de casa, que uno o varios hijos emancipados regresen a vivir en casa, perder a un ser querido, una ruptura, sufrir alguna enfermedad o lesión, tener problemas económicos, una mudanza, tener un bebé, y un largo etcétera.Como vemos, también los cambios favorables pueden trastornarnos y causarnos estrés, igual que los cambios desfavorables. Ante estas situaciones de cambio, nuestro cuerpo se comunica con nosotros mediante su propio lenguaje para decirnos que algo no anda bien. Y ese lenguaje que tiene nuestro cuerpo se manifiesta en diferentes síntomas físicos, como pueden ser:Presión arterial elevadaÚlceras estomacalesDolores de espaldaCambios en el apetitoDolores en el pechoEstreñimiento o diarreaSequedad de bocaCansancio excesivoDolores de cabezaMalestares y dolores generalizadosInsomnioMareosPalpitacionesProblemas sexualesTensión en hombros y cuelloSensación de ahogo o “falta de aire”SudoracionesCambios en el pesoDebilitación del sistema inmuneEstos síntomas pueden considerarse ‘normales’ durante un periodo de cambios o adaptación como hemos comentado, pero lo cierto es que habrá veces que no seamos conscientes de qué está pasando en nuestra vida para relacionarlo con el malestar físico. En estos casos, si los síntomas no desaparecen y comienzan a limitarnos en nuestra vida, es muy importante que busquemos ayuda profesional. Debemos tener en cuenta que el organismo, por naturaleza, tiende a regenerarse y recuperarse, y si esto no está ocurriendo así, puede ser que algún trastorno emocional nos lo esté impidiendo.Para evitar llegar a dolores y molestias crónicas, es importante aprender a reconocer nuestras emociones y comprender por qué las estamos sintiendo. Descifrar las causas de la tristeza, del estrés, de la ansiedad, de la ira… pueden ayudarnos a manejar nuestra salud emocional.A continuación vamos a comentar algunos aspectos a los que sería conveniente prestarles atención para evitar somatizar esas emociones no resueltas:Expresa tus sentimientos de manera apropiada. Si los sentimientos dañinos te están causando problemas físicos, continuar guardándolos dentro puede hacer que nos sintamos aún peor. Si tenemos dificultades para sincerarnos o desahogarnos con familiares y/o amigos siempre podemos acudir a personas que no estén involucradas en nuestras emociones, como por ejemplo un profesional.Evita centrarte únicamente en los aspectos negativos de la vida. Intenta no obsesionarte con problemas de trabajo, escuela, estudios, etc. que pueden llevarte a experimentar sentimientos negativos. Esto no significa que haya que estar felices y contentos todo el rato, sino aprender a lidiar con estos problemas para poder ‘aparcarlos’ cuando comience a afectarnos más de lo que podamos considerar saludable para nosotros. Busca maneras de deshacerte de esas cosas que te obstaculizan en tu día a día y saca tiempo para hacer aquello con lo que disfrutas.Entrena tu tolerancia ante la adversidad. Puede aprenderse y fortalecerse a través de diferentes estrategias como el buscar apoyo emocional en personas de confianza, cuidar la imagen positiva de ti mismo, elaborar y aceptar los cambios, buscar otras perspectivas desde las que mirar los problemas…Busca la calma. Técnicas como la relajación o la meditación pueden ayudarnos a equilibrar nuestras emociones.Cuida de ti mismo. Cuida tu cuerpo mediante una alimentación adecuada, ejercicio físico para aliviar tensiones y un descanso apropiado a tus necesidades. Evitar ingerir alimentos y/o bebidas dañinas para tu cuerpo. Trátate con respeto.Todas estas recomendaciones que profesionales de diversos campos insisten en repetir no se consiguen dominar de la noche a la mañana. Si en alguna de ellas te sientes con dificultades, una vez más te hago alusión a la necesidad de buscar ayuda en personas que puedan guiarte en tu mejora personal.Para saber si un síntoma físico tiene un origen emocional existe un pequeño truco que podemos utilizar. Cuando es de origen físico, como por ejemplo una contractura tras un esfuerzo físico excesivo, el dolor sigue un curso similar al de una enfermedad aguda típica o alguna herida: el cuerpo reacciona y comienza su curación inmediatamente, haciendo que mejoremos día tras día hasta que el problema desaparece del todo. Sin embargo, cuando el síntoma es de origen emocional, se mantiene ahí hagamos lo que hagamos, y aunque el cuerpo intenta curarse no lo consigue porque la causa sigue estando presente aunque ni siquiera nos demos cuenta.Para poder sanar síntomas físicos que tienen una causa emocional, es necesario ir directamente al origen para hacerlos desaparecer, ya sea por nosotros mismos o con lo ayuda de una persona que sepa cómo ayudarnos. ¡Feliz semana!psicosalud@huelva24.comEsperanza Gómez Harriero@PsicologaHuelvahttps://www.facebook.com/HarrieroPsicoterapiaswww.esperanzagomezharriero.com

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