VIERNES SANTO
La Fe, aroma a barrio camino de la Concepción
“Ha llegado la hora y el día”. Los hermanos de la Hermandad de la Fe por fin se han podido echar a la calle en una jornada de Viernes Santo habitualmente marcada por las lluvias pero que, en esta ocasión, ha querido respetar la ilusión de todo un barrio: el de Viaplana, que ha estallado en aplausos ante la marea de capirotes corintio.


En el cielo se disipaban las nubes y el sol iluminaba a los centenares de personas que habían acudido a las puertas de la parroquia para disfrutar de su salida. Muchos aún recordaban la caótica situación vivida la última Semana de Pasión cuando, tras sopesar pros y contras y poner los primeros tramos de nazarenos en las calles, la cofradía no pudo avanzar más que unos metros, al verse sorprendida por un chaparrón que, en el último momento, truncó sus esperanzas.
Pero esta tarde el azul del cielo ha querido también ser testigo de la puesta en la calle del Cristo de la Fe, que se ha mostrado en todo su esplendor ante los ojos de los allí presentes alrededor de las cinco de la tarde. El imponente misterio mostraba a la calle, por fin, sus nuevas incorporaciones: las figuras de Nicodemo, que consuela a la Magdalena, y la del centurión romano Abedanar. Ambas han salido de la gubia de José María Leal y, pese a que figuraban como estrenos de la Semana Santa de 2011, es esta tarde por primera vez cuando se lucen ante todos los onubenses.

Apenas unos minutos después aparecían en la puerta de Santa María Madre de la Iglesia los ciriales que anunciaban que la titular mariana de la cofradía, la Virgen de la Caridad, estaba a punto de hacer aparición. Sin prisas, “muy poquito a poco” y dejándose querer, la misma se mostraba a su feligresía con toda su candelería encendida. Antes, aún en el interior del templo, ya se le habían dedicado las primeras saetas, llamadas a seguir sucediéndose durante toda la jornada de hoy.
La Virgen de la Caridad salió bailando, llevada en volandas por una cuadrilla de costaleros que se movía acompasada al ritmo de las marchas interpretadas por la Banda Hermanos Niño de Moguer, una habitual de la cofradía.

Los niños, muy numerosos en la tarde de hoy, miraban embobados cómo el palio se acercaba primero desde la puerta de la parroquia para luego pasar por su lado y marchar firme, orgulloso, rumbo a la Concepción, donde este año, por fin, se dispone a recibir el abrazo del corazón de Huelva y trasladar hasta allí el aroma a barrio, en una jornada marcada por la sobriedad que imponen las cofradías con sede en el centro.