Viernes Santo
Un solemne ocaso sembrado de silencioso amanecer
El Santo Entierro, hermandad oficial de la Semana Santa, contó con una nutrida representación de cofradías e instituciones onubenses, a la que se sumó por primera vez la Hermandad del Resucitado y la Sentencia. Los integrantes del cortejo fúnebre acompañaron al Cristo Yacente, que fue cubierto por un velo y por primera vez guiado por una mujer como primera capataz para su habitual cuadrilla femenina.


Casi 500 años de solemnidad y silencio tiene Huelva como bagaje a la hora de relatar la muerte de Cristo, de presentar su cuerpo inerte como prueba de la consumación de su Pasión, de pronunciar sin palabras un mensaje incompleto, donde al adiós siguen líneas en blanco, lecho para la rúbrica de un Domingo de Resurrención que prende siempre un nuevo amanecer ahora callado. Hasta llegar a él la ciudad se engalana con seriedad y resignación, secándose en su semblante las lágrimas.Como queriendo acompañar el carácter de luto del Viernes Santo, la tarde se vistió de invierno en Huelva. Temperaturas bajas para enmudecer los rayos del sol y un aire frío que comenzó por cimbrear palmeras para luego sacudirlas. Pero los cofrades prefieren cualquier contratiempo antes que la lluvia y estas circunstancias no impidieron que los alrededores de la ermita de la Soledad y su plaza, junto con la vecina de San Pedro, se poblaran profusamente, estampa que no pudo reproducirse el año pasado.El primer paso en realizar la complicada salida desde el templo hacia la rampa que conduce a la calle fue el de Nuestra Señora de las Angustias, una escena de piedad muy expresiva, con la Virgen con los brazos abiertos implorando al cielo mientras mantiene a su hijo tras su expiración apoyado en su regazo. Detrás en la Cruz el sudario fue ondeando al viento mientras y acaparó todas las miradas. Sumándose a lo ya ocurrido en prácticamente todas las cofradías, su capataz dedicó una levantá al pequeño Javi Zamora, el mejor capataz posible, dijo.Paulatinamente la tarde fue perdiendo luz y a su par se desplegaba desde la pequeña ermita de la Soledad el nutrido cortejo del Santo Entierro, la hermandad oficial de la Semana Santa onubense, la más antigua de todas, que pese a su carácter siempre se muestra multicolor al tener representación de la inmensa mayoría de las cofradías. Pudieron procesionar varios hermanos de la Sentencia, que por segundo año dejó sin el soñado estreno a Pérez Cubillas, y se quitaron algo esa espina. También lo hizo, aunque no entorno al paso del Cristo Yacente, sino en la presidencia de la Virgen de las Angustias al tener carácter de gloria, la Hermandad del Resucitado, que por primera vez se incorporó a este multitudinario acto, que como es tradicional contó con autoridades civiles, militares y eclesiásticas. Vestidos de chaqué fueron avanzando los miembros del Consejo de Hermandades y Cofradías de Huelva, con su presidente Modesto Fernández Jurado caminando justo detrás del pregonero de este año, Fernando de la Torre; representantes de la Hermandad de la Cinta, el nuevo subdelegado de Gobierno, Enrique Pérez Viguera, acompañando al rector de la Universidad de Huelva, Francisco José Martínez. Más atrás caminaba el Grupo Municipal Socialista del Ayuntamiento de la capital, encabezado por Gabriel Cruz, tras el que se encontraba la representación del la Diputación Provincial, con José Villa, y después el equipo de gobierno municipal, con el concejal de Cultura y Festejos, Manuel Remesal y justo detrás el alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez. El paso del Cristo Yacente presentaba varias novedades, pues en esta ocasión el Señor procesionó cubierto por un velo blanco muy traslúcido, que permitía seguir viendo su figura postrada en su efímero sueño. Además su caminar estuvo guiado por primera vez por una mujer, Covadonga Dupuy Arnau, que tras ser costalera ejerció de primera capataz para dirigir a una cuadrilla femenina. Existía el antecedente de una mujer como segunda capataz, pero no como primera y responsabilizada de su labor, logró que el paso caminara perfectamente y siguiera la estela del cortejo hacia la plaza San Pedro y el Paseo Santa Fe.Con 10 minutos de retraso salió el paso de la Soledad de María, pues tres varales del costero derecho estaban desencajados, y se trabajó sobre la marcha para solucionar este contratiempo, para después echarse a la calle y mostrar al Huelva la elegancia y sobriedad del su palio negro, que a su estela contó con la Banda Municipal de Huelva. Junto a este paso desfiló el obispo, José Vilaplana, que con su habitual semblante acompañó a la titular de la cofradía del Santo Entierro.


Reportaje Gráfico: Elisabeth Domínguez