SEMANA SANTA
Plenitud de sentimientos y emociones para el Lunes Santo
22.30 h. La segunda jornada cofrade de la Semana Mayor onubense estuvo repleta de momentos que colmaron de satisfacción a los cofrades onubenses. En el día de los barrios hubo plenitud de sentimientos desde cuatro esquinas de la ciudad. La Orden se echó a la calle para acompañar a la cofradía de El Perdón, como hizo la Hispanidad con el Cautivo. Desde El Polvorín se vio acompañada Tres Caídas, con la multitudinaria subida a su cuesta, mientras que imponiendo respeto y con el gran estreno de un nuevo manto para Nuestra Señora del Rocío y Esperanza procesionó desde el centro El Calvario.

El Perdón, 30 años sintiendo devoción por La OrdenEn el año 1987 inició su andadura la Hermandad de El Perdón, una cofradía que en la calle se hace barrio y que lleva todo su intenso sentimiento y devoción hacia sus titulares hasta el centro de Huelva con el recorrido más extenso y duradero de la Semana Mayor de la capital. Se respiraba en esta populosa barriada el ambiente de celebración. El Lunes Santo, en el que procesiona la hermandad desde 2009 tras dejar la Madrugá, es ya de por sí un día marcada referencia en el calendario, pero aún con más razón cuando se cumplen 30 años de vida en un grupo de hermanos que han visto crecer su comunidad con esfuerzo y dedicación.

En torno a las tres y media de la tarde la plaza Cristo del Perdón estaba repleta. Cientos de vecinos poblaban las aceras y se asomaban a las ventanas y balcones de los alrededores. Brillaba el sol y hacía calor, aunque también corría el aire, acariciando cabezas y copas de los árboles. En el interior del templo de la parroquia de Santa Teresa de Jesús, en su intimidad y cobijo, la saetera invidente María Rodríguez rezaba cantando el padre nuestro y se dedicaba una levantá a una persona clave en el origen de la cofradía. Se trataba de Carmen Garrido, que recibió además un cuadro con las imágenes de sus sagrados titulares. Esta mujer es la hermana número 2 y es testigo vivo del proceso de fundación de la hermandad, en cuya casa se reunieron para la redacción de los estatutos los primeros hermanos. Posteriormente ha sido catequista e iniciadora de aquellos niños que hoy son hombres y mujeres que sostienen la cofradía.
El día de celebraciones también tuvo como protagonista a la Agrupación Musical de la Santa Cruz, que en su décimo aniversario, se vio sorprendida por una levantá en su honor. El capataz indicó que para ellos son unos hermanos más y vengan con o sin instrumentos musicales hacen hermandad con ellos también. La banda hizo sonar el himno de Andalucía y una nueva saeta comenzó a emocionar los corazones de los presentes. Ya con el paso en la calle comenzaron los aplausos y las primeras ofrendas de flores, algo que ya hizó en el interior del templo la hermandad filial de La Peña de Huelva. Las miradas quedaron atrapadas con el caminar seguro y contundente del paso de misterio de la cofradía, con sus cartelas de plata en su estructura de caoba, con el Señor del Perdón Crucificado, tan expresivo, y a sus pies sollozante Nuestra Señora de los Dolores y San Juan Evangelista, que hace cinco años se incorporó.
Las hileras de capirotes blancos se fueron desplegando por la avenida Diego Morón, reflejando el intenso sol en un nuevo camino de acceso a la carrera oficial, ya que en vez de bajar la cuesta de la Cinta la cruz de guía tomó la Avenida Manuel Siurot para asomar a la cofradía al balcón del Conquero en la parte alta de la ciudad. Cabe destacar cómo unos hermanos lucieron unos cirios con el lema ‘Luz de vida’, que busca en los cirios, la plasmación de la campaña de concienciación por la donación de órganos.

En torno a las seis y pico de la tarde la cruz de guía llegaba a la plaza de San Pedro tras tomar los nazarenos la Plaza Ivonne Cazenave y las calles San Andrés y Alonso Barba. Ahí se fundió el gentío que acompaña con cariño y esmero a su hermandad, con mucha gente de promesa, con los cofrades que se acercaron a este punto del centro para ver cómo La Orden se hacía presente en el corazón de la ciudad. Allí se incorporó una sección juvenil de la Banda de la Santa Cruz, insuflando renovada ilusión a una hermandad que también cuenta con muchos niños.
Desde ahí la cofradía llegó al Paseo Santa Fe para buscar la calle Puerto y bajar hacía José Nogales para entrar en carrera oficial. Una vez que pasó por el tramo oficial, el recorrido se fue cumpliendo por Cardenal Cisneros, Palos, Plaza Quintero Báez, La Fuente, Plaza de San Pedro y San Andrés. De Ahí volvió a subir hacia su barrio en la parte final de un largo recorrido, en el que la cruz de guía tenía que cruzar el arco de su parroquia sobre las 1.30 horas. De nuevo el recorrido marcaba el paso por la Avenida Manuel Siurot, Avenida San Antonio, Rotonda Huerto Paco, Calle Cristo de la Redención, Avenida Santa Marta, Aenida. Diego Morón, Plaza Cristo del Perdón y Templo de Santa Teresa.
Cautivo de su barrio derrochando Misericordia

No marcaba el reloj aún las tres y media de la tarde cuando se abría el cerrojo y apenas quince minutos después sonaban los primeros acordes de la ‘Marcha Real’ que anunciaban que el Santo Cristo Cautivo ya estaba en la calle, meciéndose imponente sobre un llamativo monte de claveles fucsias. En ese lapso de tiempo las primeras levantás en el interior de la capilla, el llamador sonando, y las órdenes en la voz de José Antonio Vargas, que en esta salida se quiso acordar especialmente de las personas fundadoras de la hermandad y de las madres de toda la cuadrilla de costaleros que lleva al Señor sobre sus espaldas.
Espaldas que en el inicio de la tarde elevaron al cielo al Cautivo y con Él, de nuevo, a todo un barrio volcado con su hermandad; más si cabe este año, cuando la misma ha estrenado nuevo itinerario, promoviendo un mayor recorrido por su barrio y las Tres Ventanas, dando nuevas oportunidades a las muestras de devoción de una feligresía que tiene en el Lunes Santo su día grande. Sonaron los acordes de la Banda Virgen de la Salud y los vecinos y vecinas se deshicieron en aplausos mientras Jesús en solitario, maniatado, emprendía el camino hacia Ruiz de Alarcón, despedido con las primeras saetas y dispuesto a pasear por nuevas calles derrochando Misericordia a su paso.
Porque mientras Él avanzaba, meciéndose su túnica ante los ojos de la Huelva cofrade, volvía a sonar el llamador en el interior de la capilla. En esta ocasión la llamada era para su Madre, cuya candelería iluminaba más que nunca, dedicada no sólo a los que sufren el cáncer sino también a todos los que los apoyan, investigan o conciencian sobre él. Una candelería especial para una ocasión que también lo era: la primera salida de María Santísima de la Misericordia con su nueva saya, reluciente bajo el palio que se mecía a las indicaciones de Emilio González. El emotivo recuerdo para una hermana recientemente fallecida, así como la dedicatoria a todas las hermandades de la ciudad, deseándoles una buena estación de penitencia, protagonizaban las últimas levantás en el interior de la capilla antes de que el palio se echase a la calle y fuese recibido por los acordes de la Banda Virgen de las Mercedes de Bollullos, cuyos sones le condujeron, a través del mismo camino que minutos antes había recorrido el Cristo Cautivo, por ese nuevo paseo por la Hispanidad, que recibió a su Madre emocionada entre vítores y palmas.
Palmas que volvieron a reproducirse, especialmente sentidas, poco después en una de las paradas más tradicionales y emotivas de la Hermandad del Cautivo: la que realiza a las puertas del asilo de Santa Teresa de Jornet, desde donde un año más a sus titulares le llovieron rezos en forma de saetas, y buenos deseos en forma de las lágrimas que los mayores residentes apenas pudieron contener.
Las emociones no dejaron de sucederse a lo largo de distintos momentos del recorrido, como a la llegada del Cristo a carrera oficial, cuando se produjo una de las levantás más emocionantes de la jornada: la protagonizada por el pequeño José Antonio, el niño olontense enfermo de leucemia que ya ha encontrado donantes, que se tiene que someter al transplante y que se ha comprometido con el capataz José Antonio Vargas a volver a estar el Lunes Santo que viene delante del Cautivo. Como seguro lo estarán las miles de personas que un año más han vibrado con su imponente caminar por Huelva.

Marea histórica de Amor desde El Polvorín
Y mientras distintos rincones de la ciudad se embriagaban con aromas a incienso y jazmín, en El Polvorín pedían su turno. Lo hacían después de la gloriosa jornada de Domingo de Ramos, cuando sale la primera del Sagrado Corazón y desata las ganas de cofradía en uno de los barrios onubenses que más vive la Semana Santa. Por eso había ganas de una nueva jornada de éxitos, y por eso en los alrededores de la iglesia no cabía un alfiler desde los minutos previos a la salida de Tres Caídas, la tercera hermandad de este Lunes Santo.
En el interior de la iglesia las apreturas eran similares hasta que puntual según la hora prevista (16.45 h.) se ponía la Cruz de Guía en la calle. Tras ella una ingente marea de antifaces blancos en el cuerpo de nazarenos más numeroso de la historia de la hermandad, que este año ha sacado a la calle a más de 600. Entre ellos, algunos ya estrenaban el nuevo hábito aprobado, que elimina la capa verde de raso y apuesta por el blanco en sarga y un nuevo protagonismo para los emblemas de la orden de Santiago.

Mientras la marea de capirotes blancos enfilaba por Federico Molina, sonaba en el interior del templo el inconfundible llamador de Jesús de las Penas, recordando a personas imprescindibles para la hermandad como Fermín Tello, o a modo de agradecimiento a otros como Iván Regueira, “por lo que trabaja por el manto de la Virgen del Amor”.
Los dos pasos de las Tres Caídas se iban moviendo y abriendo paso entre el resto de los que ocupaban el interior de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús: primero el misterio, imponente y a la espera de mostrarse en todas sus dimensiones una vez en el exterior; y luego el palio de María Santísima del Amor. El primero llegó al dintel de la puerta ágil, apenas unos minutos después de que se iniciasen las primeras maniobras y mientras en el exterior todo era emoción contenida ante el racheo que llegaba desde el interior y que, poco a poco, permitía admirar al Gitano del Polvorín en todo su esplendor. Eran las cinco de la tarde y sonaba la Marcha Real mientras se colocaban los tornillos de la cruz y el casco del romano, en una imagen ya tradicional en Presbítero Pablo Rodríguez. Como también es tradicional la lección magistral que ofrece la cuadrilla de costaleros a su salida, con una revirá y una primera chicotá imponente, que no hay año que no desate los aplausos emocionados de la multitud.
Marchaba rumbo al abrazo con Huelva Jesús de las Penas, sobre un monte de claveles rojos, cuando en el interior del templo comenzaba a mecerse el palio de la Virgen del Amor, que atravesó el dintel de la puerta media hora después que su Hijo, con la cuadrilla de costaleros portándola de rodillas, y lanzando a la ciudad de Huelva un mensaje a tener especialmente en cuenta: ‘dona médula’, invitaba desde sus cirios. María Santísima del Amor se mecía ya ante los ojos de todos y emprendía también ese camino especial de Lunes Santo que tantas emotivas estampas estaba llamado a dejar. El primero pronto, en su encuentro con las Hermanas de la Cruz en la plaza Niña; y horas después en la subida de la cuesta que lleva su nombre. Eran las diez y media de la noche cuando la comitiva inició su multitudinaria marcha por la que fuese la Vía Paisajista: su chicotá más especial antes de recibir el abrazo de su barriada, la Huerta Mena, desde donde le llovieron saetas y rezos.
Maravilloso estreno en el sonido del silencio del Calvario

En torno la capilla del Calvario se iba la luz y aumentaba el número de cofrades apostados en su calle y en el aparcamiento anexo. Reinaba el silencio y el respeto y en él aparecía contundente el sonido del martillo del paso de Jesús del Calvario, y más tenue resonaban las zapatillas de los costaleros con el pavimento, el tintineo metálico acompasado de las cadenas en los pies de quienes iban de promesa, leves murmullos y música de capilla más al fondo. Iba dejándose ver el primer titular de la cofradía y la voz de El Pecas quebraba con su quejidos el silencio para vestir con su saeta en instante de la salida ante una multitud sumida en el respeto para ver al Señor abrazando la Cruz.
Poco después era María Santísima del Rocío y Esperanza, con su música de capilla, avanzaba con su paso de palio por la calle Tendaleras, con la candelería ya completamente entendida, gotas de luz palpitante bien alineadas delante de la Señora, que seguía a su hijo por la Carmen y la Avenida de Portugal para alcanzar la carrera oficial por Béjar y Gravina. Siempre bien arropada por su gente del centro y otros puntos de la ciudad, imponiendo respeto y recogimiento, daba pasos sobrios y medidos para sobre las diez de la noche adentrarse entre palcos y sillas. Allí el Señor del Calvario fue contemplado con devoto silencio y con curiosidad e interés María Santísima del Rocío y Esperanza y su espléndido manto, que en esta parte del recorrido se veía con más claridad, apreciándose los esmerados detalles de esta obra de arte.

En uno de los recorridos más cortos de la Semana Mayor Onubense pero a la vez muy intenso y sentido, la cofradía completó buscando más allá de la medianoche de nuevo su templo el tránsito por las calles Cardenal Cisneros, Arquitecto Pérez Carasa, Rábida, Murillo, Vázquez López, Gobernador Alonso, Hernán Cortés, Rascón, Periodista Luca de Tena y Jesús del Calvario. Como siempre un caminar íntimo y recogido, sobrio y pausado fue su desempeño ante la Huelva que tanto aprecia el sello distinto que tiene esta cofradía, el contrapunto a las cofradías que vienen de los barrios esta jornada, completa y feliz.