crónica
Magna Mariana de Huelva: Milagros y Bella protagonizan los traslados más singulares a la capital
En carreta tirada por bueyes o en camión de época dentro de una urna visible, las patronas de Palos y Lepe llegaron para participar en la procesión jubilar
Magna Mariana: Una marea humana acompaña a los Milagros a su llegada a Huelva
Llegada histórica de la patrona de Lepe a Huelva
La Magna Mariana nos está regalando un sin fin de imágenes y momentos únicos y aun no se ha celebrado. Solo con la llegada de las imágenes de la provincia a la capital están viviéndose momentos que quedarán guardado en la retina de todos, más si cabe si estos traslados son tan especiales como los que han protagonizado en la jornada del jueves las patronas de Palos de la Frontera y Lepe, la Virgen de los Milagros y la Virgen de la Bella.
A las cuatro y media, bajo un sol de justicia, iniciaba su caminar la Virgen de los Milagros. La patrona de los palermos es la única que ha llegado a la capital a pie, rodeada de todos sus devotos y uniendo dos enclaves tan marianos y tan enraizados en la historia de la provincia onubense como el Monasterio de la Rábida y la Parroquia de la Purísima Concepción. Portada en su carreta de plata tirada por bueyes, al son de las campanillas que recorren todo el escabel labrado que acoge a la primorosa imagen, la Virgen de los Milagros atravesaba el paraje de la Rábida viendo a lo lejos en el horizonte la ciudad que la esperaba con emoción.
Sones de tamboril abrían marcha a una comitiva popular de cientos de palermos vestidos con blancas camisas. El cante por sevillana hacía olvidar el calor de una tarde histórica, llevando a la patrona de Palos de la Frontera por enclaves como el puente sobre el río Tinto, el monumento a Colón o el Muelle del Tinto, antes de entrar en el núcleo urbano onubense cuando los relojes marcaban unos minutos más allá de las ocho de la tarde.
Por las calles de Huelva los cantes y las muestras de devoción se multiplicaron, desde la Comandancia de Marina hasta la propia calle Marina, desde balcones y a pie de calle junto a la carreta. Grandes colgaduras y adornos sobre las fachadas de los edificios daban la bienvenida a la virgen coronada por San Juan Pablo II.

La Bella, un camión y todo el pueblo de Lepe
A las seis de la tarde se cerraban las puertas del cajón de madera y, a través del bullicio que llenaba las naves del templo parroquial lepero, la imagen era portada desde su capilla al camión que la llevaría a la capital. Daba comienzo el traslado de la Virgen de la Bella a la ciudad de Huelva. Un traslado similar en el fondo a los que han protagonizado otras imágenes, pero que cambiaba por completo en las formas.
En camión, sí, pero de época, recordando a las fotografías que se conservan de la Magna Mariana de 1954 y dentro de una urna transparente que permitía ver el cajón de madera que contenía al amor de todos los leperos. Un cajón que fue abierto una vez colocado en el interior del camión, por lo que la Virgen Bella podía apreciarse desde el exterior durante su traslado por las calles de Lepe y que sería cerrado nuevamente una vez llegó al cuartel de la Guardia Civil. Un sin fin de vivas, palmas y momentos de emoción acompañaron los primeros metros del traslado de la imagen por las calles del pueblo. Un pueblo que la acompañaba a pie hasta el mismo linde de las casas, para dar paso al trayecto por carretera que le llevaría a Huelva.
En la capital entraría por el antiguo camino de Gibraleón, atravesando el barrio de las Colonias como hace 71 años. A la altura del Humilladero de la Cinta la Virgen era de nuevo descubierta en el interior del camión, para poder ser contemplada por todos los onubenses por las calles de Huelva. Los vecinos salían a sus casapuerta, dando la bienvenida a la patrona de Lepe y mezclándose con los vecinos lepero que en ningún momento se permitieron dejar sola a la Virgen de la Bella. Hasta un pequeño altar con una imagen académica de la patrona de Lepe daba la bienvenida a la imagen. A las nueve de la noche llegaba la Virgen de la Bella a la calle Jesús del Calvario. La hora azul del atardecer se colaba entre el cielo de papelillos azules y blancos con el que sus hijos han decorado toda la calle esperando su llegada.

Una calle que cada Lunes Santo es silencio y sobriedad y en este histórico mes de septiembre estallaba de júbilo cuando la Virgen de la Bella descendía del camión y entraba en la Iglesia del Calvario, donde aguardaba ya su paso de palio dispuesto ante el altar mayor. Huelva y Lepe se unían en sus muestras de amor a la Virgen, mientras los miembros de la hermandad colocaban a la Virgen en sus andas en presencia de la multitud que aguardaba a las puertas del templo.