La perla blanca que solo se encuentra en Mazagón y sabe a arándanos: «En la medicina popular se usa para aliviar la sed de la calentura»
Se trata de una especie de lo más singular, protegida actualmente por la legislación ambiental andaluza
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Muy cerca de Mazagón, en la carretera que une este núcleo urbano con Huelva, se encuentra el Jardín Botánico Dunas del Odiel, dentro del término municipal de Palos de la Frontera. Este espacio reúne una muestra representativa de la vegetación del litoral atlántico andaluz. Así pies, entre dunas, pinares y matorrales costeros, es posible conocer de forma accesible muchas de las especies propias de esta franja del suroeste peninsular.
Además, en este entorno crece un arbusto poco común y muy ligado a esta zona. Se trata de la camarina (Corema album), una planta endémica de esta parte de la península que da unos frutos pequeños, redondos y blancos; llaman la atención por su aspecto y sorprenden por su sabor, similar al del arándano. Estas 'perlas blancas' son cada vez más raras de ver, pero aquí siguen creciendo de forma natural.
Así es la camarina, la perla blanca que solo se encuentra en Mazagón y sabe a arándanos
En concreto, la camarina es un arbusto singular que solo crece de forma natural en algunos puntos del litoral atlántico de la Península Ibérica y las Azores. En España, sus poblaciones se localizan principalmente en Galicia y en las provincias andaluzas de Huelva y Cádiz. Sin embargo, es en los campos de Mazagón donde esta planta encuentra uno de sus últimos refugios costeros más estables. De hecho, en el Jardín Botánico Dunas del Odiel se puede ver con facilidad en el sector noroeste, donde ocupa una franja bien conservada de dunas.

Esta especie destaca por sus frutos, que son unas pequeñas bayas esféricas de color blanco o blanco-rosado que maduran a comienzos del verano, principalmente en junio. Su sabor, entre dulce y ácido, recuerda al del arándano, y tradicionalmente se han consumido crudas o en forma de jugo, al que se le atribuían propiedades medicinales. Las plantas forman manchas densas y redondeadas, conocidas como camarinales, que dibujan un paisaje muy característico. Por ello, no es casualidad que Juan Ramón Jiménez las mencionara en 'Platero y yo'.
Desde el punto de vista botánico, se trata de una especie dioica; es decir, con ejemplares masculinos y femeninos separados. Sus flores, poco vistosas, están adaptadas a la polinización por el viento. Las hojas son estrechas y lineares, de apenas un milímetro de ancho, y se agrupan en verticilos alrededor de las ramillas, que son pilosas y flexibles. En cuanto a su nombre, Corema proviene del griego y hace referencia al uso tradicional de sus ramas para fabricar escobas. Aunque fue una planta común en otros tiempos, su presencia ha disminuido por la pérdida de hábitat, sobre todo por la presión urbanística en la costa. Por eso, actualmente está protegida por la legislación ambiental andaluza.