Carta al director

Desagradable experiencia vivida en el Hospital Juan Ramón Jiménez

El miércoles 26 de septiembre, a eso de las 21.30 horas, dando clases en mi instituto, pues soy profesor, tras una semana soportando un calor insoportable en el mismo sufrí un episodio con pérdida de consciencia, llamando los propios alumnos al 061, quien me trasladó al Juan Ramón Jiménez, donde ingresé aproximadamente entre las 23.00 y las 00.00 horas del mismo miércoles, pues me fue diagnosticado un ictus.

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Inicialmente me ingresaron en la nueva unidad de Ictus, donde me atendió un doctor joven que ya antes de las pruebas indicó por los síntomas exactamente lo que tenía, apreciándose que todo el lado izquierdo de mi cuerpo estaba inmovilizado o sin control del movimiento, el derecho insensible, y sin poder tragar por haberse afectado la zona maxilofacial, motivo por el cual me colocaron una sonda nasogástrica para alimentarme, con una tensión muy elevada de 22 de máxima y 12 de mínima, no pudiéndome lógicamente mover de la cama.

Jueves, viernes y sábado 29 de septiembre permanecí en dicha unidad, pasándome a la misma planta de Neurología el domingo 30 de septiembre, aún con la tensión elevada y con los mismos síntomas sin mejora apreciable.

El martes 2 de octubre aún tenía la tensión incontrolada en 18 máx, 11 min, y es el primer día que toleré tragar 2 cm3 de una jeringuilla con yogurt, pues aún no toleraba siquiera la gelatina que dan, no tolerando aún tragar líquido alguno, indicando los médicos que tuviera mucho cuidado pues se podía ir por mal sitio el líquido y tener una infección al no controlar ese mínimo al tragar.

Nuestra sorpresa el que aún sin cumplir la semana de ingreso, el miércoles 3 octubre, el médico que pasa planta le indica a mi mujer que quiere darme de alta el viernes 5 de octubre, indicándole que le enseñarían como alimentarme, y que si era necesario podía contratar una enfermera, por lo que nos quedamos fríos.

El jueves 4 de octubre vuelven a insistir a mi mujer con el tema, indicando que si tenemos ya la casa preparada, indicando mi mujer que no, a pesar de su insistencia. Mi esposa le indicó que ella no se podía encargar pues trabajaba. Cierto que nos indican que el lunes van a hacerme nuevas pruebas para detectar cual ha sido la causa exacta, por lo que se retrasaría algo. Aunque insisten el viernes con mi hermano para ir mentalizándonos que este alta está al caer.

Como puede imaginar nuestro miedo es grande, el alimentador de la sonda nasogástrica se ha averiado ya dos veces en estos 10 días, es una responsabilidad para nosotros, y me encuentro en una situación total de dependencia, sin poder caminar ni comer, en una vivienda llena de escaleras. ¿Les parece correcto este proceder?, ¿Se trata de echar fuera a los pacientes por tener camas libres aunque su situación no lo aconseje?, ¿Está por encima el ahorro de coste del hospital que la atención y cuidado del paciente?, ¿Es ético y moral dar a un paciente de alta en esta situación de dependencia trasladando el coste económico de su cuidado y el tiempo para dicho cuidado a su familia? ¿Este es el comportamiento de nuestra sanidad con una persona que lleva cotizados 31 años en la enseñanza y que jamás ha estado una baja? Mi sorpresa es mayúscula y es necesario denunciar estas cosas, no solo por mi, sino por quienes pueda sucederle, para que conozcan el proceder de nuestra sanidad.

Antonio Carlos Rebollo Rodríguez

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