cartas al director
Asalto cobarde en La Zarza
Como cada domingo, Trinidad salió de su casa por la mañana para acudir al servicio religioso de su pueblo, La Zarza. Sin duda no esperaba nada parecido a lo que encontró al regresar. Cuando llegó de vuelta a su vivienda, contempló desolada como alguien había entrado y le había robado 'absolutamente todo'. Muebles caídos, armarios y cajones vacíos cuyo contenido quedaba esparcido por el suelo. De inmediato telefoneó a la guardia civil, aturdida aún por una nube de incredulidad.
El doloroso panorama de recuerdos desperdigados sin el más mínimo respeto, se acompaña de su testimonio. Se lo han llevado todo. Se han llevado hasta las colchas que conservaba, bordadas por mi madre A este drama vivido por Trinidad, hay que sumar la sensación de desprotección que queda en una señora que vive sola.
Aunque la policía no se ha pronunciado sobre la investigación que se está llevando a cabo, las circunstancias que rodean los hechos, hacen sospechar de un entorno más o menos próximo a la víctima, al tanto de sus costumbres y conocedores de la zona.
No es la primera vez que salta a la palestra la población de La Zarza por casos de robo. Uno de los más recientes, el perpetrado por un hombre de 27 años contra una máquina recreativa en un bar. O el robo de 170 kg. de cobre en el Pantano de Olivargas, que se resolvió de manera fortuita con la detención de cuatro implicados, siendo uno de ellos menor de edad.
Esta población de apenas 1600 habitantes, atraviesa de hace décadas una profunda crisis económica, a consecuencia del declive de la industria minera, que fue su motor durante siglos. Hoy día, sus habitantes mantienen la esperanza de que los rumores anunciando la reapertura de la mina sean ciertos, y recuperar así el esplendor de un pueblo enriquecido en su día por culturas como la británica. Mientras tanto, personas como Trinidad, que como maestra que fue se dedicó a instruir durante muchos años a varias generaciones de La Zarza, se convierten en víctimas del miedo, el dolor de unos recuerdos mancillados y la indefensión frente a quien asaltó su casa a plena luz, un domingo por la mañana.
Samuel Nogaledo.