Carta al director

Las interpretaciones del 12 de Octubre

En vísperas de la Fiesta Nacional de España, en la que el protagonismo de nuestra provincia es indudable, se me ocurren unas reflexiones acerca de este significativo evento y las distintas interpretaciones que tiene en algunas partes del territorio, por ahora nacional, que ya más se va pareciendo al del periodo de los reinos taifas.

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Se utilizan argumentos para denostarla, tales como los derivados de los abusos en la etapa colonizadora de las tierras descubiertas. Se insinúa o se nos dice que debemos pedir perdón por los desafueros cometidos en esta etapa, obviando los beneficios. Recientemente un concejal de un pueblo malagueño cuestiona que una calle se llame Avenida del Descubrimiento “por las implicaciones políticas de ideología españolista excluyente que tiene el concepto, que oculta la realidad de la limpieza étnica que llevaron los españoles en los pueblos americanos”. 

Respetable opinión, aunque me resisto frontalmente a tener que pedir perdón por los hechos de nuestros antepasados, yo me pregunto si los descendientes de las distintas tribus americanas han pedido perdón a las que ellos masacraron en la etapa precolombina. Por esa regla de tres deberíamos remontarnos a tiempos del pitecantropus erectus que ya vapuleaba a sus semejantes con el palo o con el hueso. El cainismo siempre ha sido consubstancial con la propia esencia humana, y la explotación del hombre por su semejante la vemos y vivimos cotidianamente en todos sus aspectos, psicológico, físico, económico o laboral.

En este país sin ir más lejos, por el que han pasado desde tiempo inmemorial tribus y etnias procedentes de todas las latitudes, y todas han ido caneando al morador anterior, nos han legado una amalgama de culturas y saberes que conforman nuestra seña identitaria. Nadie reniega de la etapa romana, visigoda o árabe a pesar de los desafueros cometidos en su conquista, todos nos dejaron su legado, conformando este crisol de culturas que luego hemos extrapolado a otros países: Idioma, cultura, religión e incluso nuestra mala leche. 

Los dos primeros son incuestionables, el idioma lo hablan más de 500 millones de personas permitiendo una fluida comunicación entre ellas. Esto que para la mayoría es un orgullo, paradójicamente para algunos propios parece ser un obstáculo o una imposición a sus intereses. Análogamente sucede lo mismo con la cultura, me refiero a la base cultural, esa que esta ligada a las anteriores, la que heredamos de nuestros ancestros, no la que se adquiere particularmente. Respecto a la religión, prescindiendo de las creencias de cada uno, es indudable su papel vehicular para conformar la sociedad actual en que vivimos, tanto nosotros como los países de nuestro entorno, así como otros allende los mares. Por último, respecto a la mala leche, no hace falta explicar nada. Si la ligamos al tema religioso, tan controvertido ahora, los españoles siempre hemos ido detrás de un cura, o con un cirio o con un palo.

Volviendo al tema festivo que nos ocupa, este día es festivo en casi la totalidad de los países de cultura hispánica, con el mismo carácter que el nuestro la mayoría, si bien recientemente algunos, de un claro sesgo político, lo hacen exaltando el espíritu contrario. 

Sin entrar en creencias ni banderías, que son patrimonio del libre albedrío de cada uno, lo lamentable es que se nos quiera aguar la fiesta, valga la paradoja, por parte de la mala gestión de unos políticos, de uno u otro signo, o bien por la ambición de otros que intentan tapar las vergüenzas de su gestión, creando problemas donde antes no los había, o por lo menos no de este calibre. 

En resumen que por la pacatez de unos y por las ansias de medrar de otros, muchos ciudadanos son señalados y se tienen que sentir extraños en la propia tierra que aman y en la que nacieron y viven.

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