carta al director
Dos euros para velas
Soy un pensionista de 79 años. Viejo, con achaques y con la muerte en los talones. Acabo de leer en la prensa (canalla) que nuestro querido Gobierno –mal rayo lo parta– me va a subir la pensión el año próximo dos euros al mes. ¡Dos euros al mes! Es decir, ya tengo pagado el pan de dos días. Gracias a Dios.
Como comprenderán, la retahíla de improperios, insultos, palabras procaces e ideas violentas, se me acumulan de tal forma que –de proferirlos en público– me tacharían de loco barriobajero. Entretanto, los 'empresarios' más ricos de nuestro país siguen ampliando su patrimonio a costa de la incomprendida Reforma Laboral de este Gobierno de sinvergüenzas. Entretanto, sus señorías continúan cobrando dietas a tutiplén, embolsándose hasta las destinadas a residentes fuera de Madrid para pagar sus precarias propiedades. ¿Adónde hemos llegado? ¿Qué clase de ciudadanos somos para haber permitido convertir a España en una delegación de la Cosa Nostra siciliana?
Los que vivimos de chiquillos la Guerra Civil, a la muerte de Franco, creímos que con la llegada de la democracia no sólo habíamos cerrado un período execrable de nuestra Historia, sino el advenimiento de un nuevo sistema en el que los ciudadanos tendríamos algo que decir. ¡Ay, carallo! ¡Qué equivocado estaba! Lo que se ha montado en España en estos últimos treinta y tantos años es una fortaleza en la que en su interior sólo viven los políticos, los banqueros, los asesores y los piltrafillas de diversa ralea; y en el exterior, el pueblo, la masa, la chusma, la plebe. Eso sí, una fortaleza muy bien defendida físicamente por la guardia pretoriana (Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado) y jurídicamente por jueces corruptos, nombrados a dedo y bailando con lobos.
Y aquéllos de mi generación que pasaron hambre, que vieron morir a sus hermanos, que trabajaron como burros de carga para levantar este país, que lograron dar estudios a sus hijos comiendo pucheros de la abuela, y que entregaron mensualmente parte de su sueldo a la hucha de la Seguridad Social, ven cómo estos ladrones de guante blanco le garantizan una subida del 0,25% de sus bien ganadas pensiones.
Pues bien, queridísimas señorías, este viejo, este trabajador retirado, les comunica que va a destinar esos dos euros que me suben mensualmente a pagarles dos velas (negras) en la iglesia de su triste barrio. Dos velas (negras) para suplicar a todos los santos habidos y por haber que les entre un 'sangangui' de tal magnitud que no les de tiempo de cobrar la más ínfima pensión. Al fin y al cabo, mis ahorros y el de mis conciudadanos ya se los han pulido en vida. ¡Ora pro nobi... bastardos!
Ernesto Oyonarte