tribuna de opinión
¿Quién mancha la imagen de Huelva?
Los planteamientos tendenciosos de algunas personas serviles en Huelva son inconmensurablemente molestos para quienes conocemos bien la realidad de varios de los problemas que nos toca vivir, sufrir y solucionar en esta ciudad. Invito al señor Luciano Gómez a que desmienta, si puede, una sola de las afirmaciones que aquí expongo y si no, que calle para siempre y no nos haga soportar más sus mentiras y sus interesadas estupideces.
Aunque en Huelva no necesitamos, desgraciadamente, visitantes que vengan a recordarnos la realidad del gran problema ambiental y sanitario con el que convive esta ciudad, no es menos cierto que es de bien nacidos ser agradecidos, y el que Greenpeace aparezca periódicamente para evidenciarlo mediáticamente, es algo que siempre ayuda a que nuestros políticos recuerden que sigue existiendo esa molesta traba que condiciona el desarrollo de la ciudad.
Algo que deben saber todos los onubenses (y Greenpeace ha ayudado a evidenciar algunas de esas graves complicaciones) es que cuando se habla de fosfoyesos, no es sólo este residuo el que se ha vertido sobre las marismas del Tinto.
Bajo una concesión permitida exclusivamente por Costas para verter fosfoyesos, con un máximo de altura de dos metros y medio, se ha incurrido en la ilegalidad de esparcir, siempre con alturas superiores a la autorizada, varios millones de toneladas de otros residuos industriales (peligrosos) procedentes de diversas industrias del Polo Químico, así como urbanos (Ayuntamiento de Huelva). Tanto éste como la propia Consejería de Medio Ambiente (a través de su empresa Egmasa) han incurrido en flagrantes ilegalidades propiciadas por el interés de Fertiberia para encontrarse ahora con 600 hectáreas mal tapadas (teóricamente 'restauradas') por otros residuos peligrosos, algo de lo que no se habla pero que es una incuestionable realidad ilegal de la que todos y cada uno debieran responder.
Para mayor enjundia, el vertido de un millón y medio de toneladas (200.000 cada año) de los denominados ácidos débiles o arsenicales procedentes de las fábricas de ácido sulfúrico de Fertiberia, vehiculados junto a los fosfoyesos, ha dado lugar a unas reacciones químicas que han convertido a las balsas de las zonas 3 y 4 en un auténtico laboratorio químico que ha originado nuevos residuos peligrosos, como los denominados Fosfoyesos negros, puestos en evidencia por Ecologistas en Acción a través de su experto Paco García ,cuya composición con elevados contenidos en mercurio, plomo, cobre, arsénico y cromo evidencian su origen por neoformación a partir de los mencionados residuos de ácidos débiles reaccionando químicamente con los fosfoyesos blancos y con el añadido, además, de índices de radioactividad que para el Uranio y el Radio superan en más de 15 veces las concentraciones del fosfoyeso 'normal', que tiene 1240 beckerelios/kg, en 20 veces más para el Plomo 210 y hasta en 30 veces más en el caso del Torio 232.
Egmasa ha obtenido pingues beneficios por depositar ilegalmente la Ilmenita inatacada (residuo peligroso de Tioxide) en la zona denominada CRI 9, la misma donde también dejó las 7.000 toneladas con Cesio 137 de Acerinox, y fueron precisamente los trabajos realizados por el CRII RAD, empresa francesa independiente, especializada en estudios radiológicos, y contratados por Greenpeace, los que han evidenciado que esa ilmenita inatacada tiene un fondo radiológico que duplica el de los fosfoyesos (2.400 beckerelios /kg), existiendo una evidente actividad química que genera minerales de neoformación (como el azufre) en las cinco hectáreas que Egmasa dejó sin cubrir con tierra en ese denominado CRI 9.
Lo más grave de todo: estos vertidos de fosfoyesos (y los millones de toneladas de otros residuos sobre ellos) han sido depositados sobre la marisma sin una impermeabilización ni aislamiento previos (como sí tienen las balsas existentes en otros lugares del mundo, y nunca sobre marismas) y es precisamente eso lo que ha hecho que se hunda el suelo de esa marisma cediendo hasta ocho metros por debajo de su nivel original.
Por si no fuera suficiente, la Universidad de Huelva ha detectado, clara e inequívocamente, que en las 1.200 hectáreas cubiertas por los fosfoyesos y otros residuos (incluidas las 'teóricamente' restauradas con las ilegalidades descritas) presentan una interacción lateral de contaminación entre las balsas de fosfoyesos y las aguas mareales.
Quien realmente mancha la imagen de Huelva es, entre otros, algún interesado inepto cuya organización, a la que representa y en cuyo nombre se expresa, recibe dinero de Villar Mir, propietario de Fertiberia (algo más que probado) y que se presta a defender los intereses espurios de una empresa que ha sido condenada judicialmente, protegiendo que se limite a cubrir las apariencias con un inadmisible y superficial maquillaje sobre los fosfoyesos sin entrar siquiera en la consideración (algo por lo que debiera luchar un sindicalista) de que un planteamiento más amplio, real y efectivo, tal cual defienden la Mesa de la Ría y Greenpeace, originaría una enorme actividad de generación de empleo….justo lo que, además, Huelva necesita.
Invito al señor Luciano Gómez de UGT a que desmienta, si puede, una sola de las afirmaciones que aquí expongo (algo intrínsecamente imposible porque todo es absolutamente cierto), y si no, que calle para siempre y no nos haga soportar más sus mentiras y sus interesadas estupideces.
*José Manuel Cantó Romera fue responsable de 1990 a 1993 como funcionario de la Agencia de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía del Plan Corrector de Vertidos del Polo Químico de Huelva.