víctor pulido viste los caldos de las hermanas sauci

Cosas de mujeres

Es Víctor Pulido (Huelva, 1968) un artista en el sentido más amplio del término. En más de una ocasión nos hemos acercado a su pintura, exacta en el manejo de la paleta, cuidada en cada pincelada, medida en el dibujo, pero sobre todo de una ingenuidad que sólo el atrevimiento en la temática y el sentido de lo que narra, a veces pleno de buen humor, es lo que la destaca en el panorama pictórico actual, un panorama que por cierto ya lo ha elogiado y distinguido en numerosas ocasiones.

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Hoy volvemos al artista la mirada para hablar, y creo que por vez primera, de sus entradas en el atosigado mundo del diseño gráfico, repleto de buenos profesionales, es cierto, pero escaso de genios, de artistas que como Pulido dotan de belleza, de plasticidad, ritmo y buenas formas a todo aquello que ejecuta, y en este mundo tan en boga del diseño gráfico, también.

Acaban de dar a conocer las hermanas Sauci la nueva imagen de sus vinos. En un acto sencillo que se celebró en el patio de la bodega bollullera de la calle Fleming, porque dentro estaban las sorpresas. En primer lugar la nueva sala de exposiciones, pues las que dirigen esta ejemplar bodega piensan continuar con la estrategia de ligar el producto que ellas elaboran, con actividades artísticas y culturales en general, centradas en un círculo de creadores muy cercanos a ellas. Víctor Pulido es uno de estos artistas que miman en la bodega, y viendo el resultado de las nuevas etiquetas, no es nada de extrañar. Círculos que enmarcan rostros de mujer elaborados con esa línea que sólo algunos privilegiados saben trazar de manera que de ellas salga la belleza, el canon actual de la belleza más ligado a lo escueto y directo que a la complicación de formas y texturas que puedan distraer la atención del espectador. Esto, que en realidad no hace sino cumplir con la norma que establecen las estrategias de márquetin que se divulgan en facultades de Economía o de Bellas Artes en las primeras lecciones, es circunstancia que se ha trasladado a la pintura en no pocas ocasiones y no precisamente desde hace poco tiempo. Expresar con lo menos puede ser arte milenario en otras culturas distantes del mundo occidental, exóticas a nuestra manera de ver y sentir lo bello, pero en nuestro entorno social y cultural, es algo asumido desde principios del siglo XX.

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Se ha ocupado el artista de diseñar las nuevas etiquetas de los vinos de Sauci, y se han ocupado en la bodega de cambiar persianas por lienzos de polímeros suaves donde Pulido nos recuerda su proyecto de libélulas en el palacio de cristal del Retiro madrileño, de mantener la divertida recreación que del triunfo de Baco velazqueño hiciera en sus tiempos mozos el artista de la isla Chica, en ese tiempo en que pintar empezó a ser para Víctor Pulido, una forma de contagiar su visión del mundo, más cerca de los estoicos y el disfrute del saber que cada cual atesora como arma de futuro, que esa otra visión tan extendida en los medios de comunicación de masas, y por extensión al disparate de las redes sociales, y que nos lleva a ver en lo externo a nosotros mismos, lo peor de la existencia humana.

Cosas de mujeres

Es complicado elegir un artista distinto a Víctor Pulido, a su manera de trabajar y a su manera de entender la vida, para que rubrique una marca como esta que las hermanas Sauci están promocionando, en primera instancia, de la mejor manera que se pueda hacer, elaborando unos vinos de extraordinaria calidad, al compás de la evolución que en realidad está viviendo el Condado onubense, en una cuidada transformación en las últimas dos décadas, pero sobre todo, y tal como hacen estas dos empresarias ejemplares, creyendo en el producto que verdea en la campiña huelvana, la uva zalema, y en la tradición de una tierra que ya era hora de que se mirara el ombligo de una puñetera vez, y como ejemplo el vermú, de igual calidad y ligereza que otros que esconde este Condado de Huelva tan extraño y reacio, a veces, a dar a conocer lo mejor de sí. Y otro ejemplo para terminar, el vino de naranja, donde encontramos lo mejor de esta tierra de vinos, sus soleras también algo ocultas al común de los mortales, y ese saber ligarla con el sabor de la naranja, de la cáscara seca de la naranja, tal como se viene haciendo en tantos pueblos del Condado desde hace al menos, y que se sepa, siglo y medio.

Cosas de mujeres. Acciones y modos de trabajar que sólo se les puede ocurrir a quienes saben que conocer es amar, y por eso las hermanas Sauci se empeñan en conocer la tierra en la que viven y recordar lo que les enseñaron sus padres y sus abuelos. Cosas de familia, cosas de mujeres que saben ver con una limpia y absoluta clarividencia quienes somos, de dónde venimos y por lo tanto hacia dónde vamos. Eso, cosas de mujeres. Nada más y nada menos.

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