Sección oficial a concurso > 'El rumor de las piedras'
'Manejando las dificultades'
El Rumor de las Piedras, la cinta venezolana dirigida por Alejandro Bellame Palacios tiene, por su planteamiento, su factura y su desarrollo, una serie de ingredientes que la configuran como de lo mejor visto hasta ahora en el Festival.

Ruido de piedras chocando. Así describen los niños supervivientes, los corrimientos de tierras e inundaciones del estado de Vargas, en las costas caribeñas de Venezuela en diciembre de 1999, que dejaron atrás miles de muertos.La película despliega la lucha de una joven madre, Delia (Rossana Fernández) por sacar a su familia de los suburbios de Caracas antes de que la violencia y la marginalidad la destruyan. Trabajando en una factoría desplumando pollos y vendiendo comidas para ganarse un extra, ahorra hasta el último chavo para poder comprar una casa en una zona mejor y alejar a su hijo mayor adolescente, William (Christian González), de las bandas con las que ya está coqueteando y para que su hijo menor, Santiago (Juan Carlos Núñez), pueda estudiar y salir de la pobreza por sus propios medios, cuando aún está a tiempo de no torcerse. Para ello sólo cuenta con la ayuda de su madre (Aminta de Lara), casi ciega, que ansía, por última vez, volver a ver el mar junto al que vivían antes de que las inundaciones arrasaran su casa y les privaran de una niña que tenía edad intermedia entre los dos varones (dejando a la madre traumatizada).Justamente equilibrada, sin caer en el amarillismo ni en la sensiblería ni el falso heroismo, va recorriendo diversos aspectos de este grupo de personas, en un mundo que no les deja bajar la guardia, siempre exigente (metafórica la empinada cuesta que tienen que subir al regresar a casa cada día). Los personajes, los justos, bien dibujados, sin añadir información impertinente, sin perderse en historias accesorias, son otro de los aciertos de este guión (también firmado por Alejandro Bellame).Los actores perfectos, las dos mujeres y los dos hombres, puesto que los chavales demuestran una madurez interpretativa propia de adultos. Bien apoyados por los secundarios: Alberto Alifa como David, el marmolista que, con apenas tres apariciones, se hace con el papel del padre que le falta a Santiago (y le habla otro “rumor de las piedras” y de Miguel Ángel) y trata, infructuosamente, de ganar el amor de Delia, descreída de los hombres; y la picarona pero asentada Chela (Verónica Arellano), compañera de fatigas en el trabajo y en la vida.A lo largo de la cinta vemos cómo las cosas parecen no tener salida, la dificultad creciente de esta gente, como tantas otras, millones de historias cotidianas de los suburbios y arrabales, que no ven un rayo de luz en su cotidianeidad. No obstante el final nos dará, tal vez, un hálito de esperanza, un claro dentro de tanto ahogo.Capítulo aparte merece la música original de Daniel Espinoza (maravillosos su chelo, su piano…) en una cinta donde el sonido que firma Yein González tiene gran importancia y alcanza gran calidad técnica y expresiva.
