Crítica sobre el musical basado en la discografía de Mecano
Hoy sí me puedo levantar
Puedo y quiero hacerlo para aplaudir el musical 'Hoy no me puedo levantar', basado en la discografía más destacada del inolvidable grupo Mecano, que en su gira de despedida ha hecho una parada, bendita parada, en Huelva.

Un magnífico y sorprendente espectáculo que hace reír, bailar, cantar y también llorar, remueve todas y cada una de las emociones que nos sugiere la historia que refleja la 'Movida Madrileña' con todo lo que significó en nuestro país durante los primeros años de los 80 y que proponía el desarrollo de una cultura alternativa a nivel social e ideológico, lo que provocó un profundo cambio en la forma de vida establecida hasta entonces, especialmente entre los jóvenes, como es el caso de los dos protagonistas que deciden abandonar el pueblo para buscar un futuro musical en la capital donde descubrirán lo que es el amor y el mundo de las drogas, en plena ebullición en aquel momento. De las consecuencias, se enterarían después.Sus aventuras y desventuras son narradas a través de conocidas canciones de Mecano que ponen en alerta a nuestra nostalgia que irremediablemente se dispara hasta levantarnos de la butaca en un Palacio de Congresos en el que disfrutan juntos aquellos que vivieron la época como protagonistas y ahora asisten como espectadores, los que hoy ya peinan canas y niños que aprenderán en el colegio cuál fue la España de los 80.No falta la estética, imposible, de aquellos a;os, exageradas vestimentas, que incluye un grito de ¡muerte a la pana! denostada por los modernos, también un emergente mundo gay, y con claras referencias a la castiza forma de hablar con un 'oyes' en lugar de 'oye' y , por supuesto, un marcado 'Maquillaje' que obligaba a poner sombra aquí, sombra allá.Un show de tres horas y media de duración con música en directo, con guiño a Raphael incluído, y 35 artistas sobre el escenario, otros tantos, hasta cien, detrás del mismo, que vale los 49 euros que cuesta la entrada más barata y que nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de pagar por el ocio. Gastarse esta cantidad en un musical a muchos les puede parecer un exceso o un imposible teniendo en cuenta la situación económica del país, pero acostumbrar a la población a no tener que rascarse el bolsillo en lo que a cultura se refiere, puede ser un grave escollo en el futuro. Sobre todo porque un espectáculo de este tipo se convierte en tal bálsamo mental que es preferible a gastarse ese dinero en ocio que en terapia, sin ofender a sus profesionales.