CINE BAJO LA LUZ DE LA LUNA
Apolo VII
Penúltima misión Apolo de este verano y ya han comenzado a llegar las primeras aeronaves cargadas de técnicos instaladores para montar la gran gala de clausura. Hay gradas, focos y altavoces por todos lados, y hasta una orquesta para deleitar a nuestro público lunático. Me pregunto cómo lo harán para tocar los instrumentos de viento con el casco… Otro lío. Lo cierto es que también se antoja nuevamente complicado el invitar a todos los que estén por allá cerca trabajando en satélites y proyectos espaciales, pero el protocolo de la NASA es el protocolo. Todo esto puede parecer futurista y fantasioso, pero es tan real como la Luna misma. A este paso, dentro de unos años esto parecerá Torremolinos… '!Si tú quieres ser feliz, vente conmigo a la Luna!'

Séptima y última jornada de la Sección Oficial del Islantilla Cinefórum antes de los cortos finalistas (aunque aún queda por exhibir un largo a concurso), y el público continúa con su participación activa y su constante interrelación con el Festival y sus películas. El premio del público va a estar muy disputado este año y qué decir ya sobre las piezas que serán designadas para pasar a la final. No me canso de decirlo: hay mucha calidad. Se generan debates que abren nuevas dimensiones de los que estamos inmersos en la misión de forma profunda, e imagino que ese mismo debate afectará al jurado. Hay un canal de ida y vuelta por donde navegan los metrajes y sus consecuentes puntos de vista generados, ocasionando la participación de espectadores con cada vez más opiniones técnicas. Jamás pensé que convertirse en astronauta cinéfilo fuese tan sencillo y, a su vez, divertido.El penúltimo largometraje de este IV Festival Bajo la Luna nos presentó una concatenación de “mirones mirados”. La mirada invisible es la tercera película del joven realizador argentino Diego Lerman, y con este sugerente título se encabeza una historia marcada por un ritmo pausado, con una linda fotografía que aborda el intimismo y se cuela en la esfera de lo privado dentro de un contexto tardo-dictatorial. Pero sobre todo está marcada por la excelente actuación de Julieta Zylberberg, una joven prefecta que tratará de mantener el orden y la disciplina dentro del alumnado a través de un control exhaustivo. Aunque el ojo que todo lo ve puede volver loca a la cabeza… “La vigilancia permanente es la clave de la disciplina”. Por supuesto también aparecen los conceptos de subversión y rebelión desde el otro frente, el de los alumnos, para acabar contagiando a los protagonistas, que serán los primeros en reventar las reglas. Las escenas de sexo en los baños son brutales, enfermizos y duros por su espectacular salida de tono dentro del ritmo global de la peli. Aunque brutal sí que tuvo que ser vivir las dictaduras argentinas… Esta adaptación al cine de la novela de Martín Kohan “Ciencias morales” podría suponer un microejemplo social de la época, bien realizada y bastante envolvente…Noche de humor la del martes, con muchas risas, mucho público y mucho ánimo de ver cine de verano. Abrió la noche el cortometraje de Luis Fabra, Todo queda en familia. El comienzo, con el atropello de una mariquita que se encontraba bajo una hojita, ya vaticina que algo nefasto va a pasar… La comida familiar del día de pascua se convierte en una situación delirante y desinhibida donde el padre se lleva el primer premio al desvarío… Y es que el porcentaje de padres que se alegran al descubrir que su hijo es gay es francamente muy pequeño.El siguiente corto de la noche fue uno de los más largos de esta IV edición. Tres razones, de Enrique García, presentó 30 minutos de metraje que para nada lo parecieron. Esta producción andaluza, grabada en la penitenciaría de Alhaurín de la Torre, narra una historia moralista sobre la desgraciada situación de hombres y mujeres que se encuentran entre rejas, y posee un fuerte olor a flamenco. Entiendo que también participaron los reclusos, por lo tanto chapó… Es cierto que existe un sufrimiento, y que es difícil asimilar la situación, y que el amor también puede surgir ahí dentro. Pero lo único cierto es que la vida está afuera. Borja Cobeaga, un clásico ya en el mundo de los cortometrajes, volvió a sorprendernos y a hacernos reír. Con un lenguaje informal, con zooms y planos movidos, nos presenta Un novio de mierda. Tres minutos y medio de cortometraje que concentran años de historia de una pareja inestable. Sencillo, cómico. Fantástico.Irene Zoe Alameda nos deleitó con su corto Uniformadas. Posee esta pieza una marcada y contradictoria estética femenina, donde la mujer, la belleza y la salud conforman un trío tambaleante que desafía el canon. Qué linda Nadia Casado en su papel de mujercita feliz dentro de un mundo de niñas y mujeres… “resabías”. Infantil por edad, madura por género y capaz de enamorarse de otra mujercita. Original pieza.Vado permanente, de Daniel Bernal, fue otro de los cortos que despertaron unas risas entre los lunáticos. Ya al leer la sinopsis me generó unas expectativas que finalmente sí se cumplieron. Un jubilado solitario, aburrido y cascarrabias no tiene nada mejor que hacer que vigilar a todas horas su vado… y eso le reportará graves problemas de salud. Quién no ha vivido una situación tensa por culpa de un vado. Yo, casi a diario con el mío…Nominado para los pasados Goya, Vicenta, obra de animación de SAM, presenta una historia que se va convirtiendo en terrorífica a medida que pasan los minutos (y son 22). Algunas reminiscencias de Tim Burton y otras, sobre todo en su trepidante acto final, de Álex de la Iglesia en “La Comunidad” o Santiago Segura (que dobla al personaje principal de plastilina). Una fortuna escondida será el motor que mueva la acción dentro de esta pieza que cuando se embrutece llega a ser muy macarra. Una grata sorpresa que, bajo mi punto de vista, supera a su anterior corto, The Werepig. Y para finalizar la noche del pasado martes Jesús Mesas Silva nos presentó su obra a concurso Vité (ma non tropo). Producida por la Escuela Andaluza de Cinematografía, esta pieza posee un guión loco y un buen montaje que augura un cortazo que, desgraciadamente (y siempre bajo mi punto de vista) no termina de explotar. Aunque su carácter escueto y dinámico lo hace ser original. Sesión de jueves, última de exhibición de los cortometrajes que aspiran a los premios Luna de Islantilla. Abrió la lata Vivir en negro, de Alejo Flah, donde se nos presentó una original historia sobre un personaje que siempre que trabaja es el centro de todas las iras… La verdad es que hay que ser un poco masoquista para ser árbitro de fútbol, figura que lleva la batuta de los sentimientos de millones de personas. Pero, ¿qué ocurre con los sentimientos del árbitro…? Una visión distinta, incluso un poco “jarta”, sobre esta figura del deporte.Voces, de Eduardo Fuembuena, fue la siguiente pieza en exhibirse. Se trata de una particular manera de recordar a un joven difunto, con un tratamiento elitista y suave. Poético. Con la colaboración de Assumpta Serna, este corto por momentos también encierra misterio, con planos difuminados de recuerdos que te introducen en el desastre. A veces habla mucho más la voz interior que la propia boca…La siguiente proyección nos deparó una historia con acento documental. Vuelo a Shangri-La, de Eduardo Díez y Jorge Moreno, narra la historia, a través de testimonios y de una amplia documentación gráfica y sonora, de los últimos aviadores de la República, cóndores de acero que luchaban por la causa popular. Idealistas y valientes que perdieron la batalla y sobrevivieron… Un repaso por nuestra memoria histórica con un cargado contenido humano. La pieza arranca con una cita de Juan Ramón Jiménez: “Que no se pierda esta voz… este acento…”Uno de los cortazos del Festival (para mi gusto). Y es que me derrito con el género bélico… Warisover, de Carlos Morelli, es un corto procedente de Alemania que a mí me fascinó por su sencillez y su marcado carácter profundo e impactante. Plano secuencia de un soldado que llama a su madre para comunicarle que vuelve a casa. Pero tal como la cámara se mueve, la información va brotando. Decía Platón: “Sólo los muertos han visto el final de la guerra”…Enrique Pacheco nos deleitó con el segundo documental de la noche a lo “National Geographic”. Winter in hell nos trae desde Islandia una maravillosa muestra de la potencia y la belleza de la madre naturaleza. Con una fotografía espectacular, muchas veces rozando el videoarte, y una música sugerente con estilazo islandés, la pieza presenta una marcada agresividad en muchos de sus planos del volcán que curiosamente proporcionan calma. El infierno no puede ser más atractivo…En Yo soy de amor, Carlos D´Ursi presenta una situación cotidiana donde se discute sobre la dualidad del amor: el sentimiento y la carne. Dos amigos, que no pueden ser más bobos, recuerdan sus últimas relaciones de pareja mostrando sus posiciones opuestas, sus diferentes filosofías. Simpático corto que huele a domingo de resaca, donde se cuentan las hazañas de la noche anterior. Yo soy también de los que opina que hay que pensar con la cabeza de arriba… Y para finalizar la Sección Oficial de Cortometrajes de este IV Cinefórum una historia ácida. Zumo de limón, de Jorge Muriel y Miguel Romero, presenta la dureza de la soledad en un personaje visceral. Muy bien Selica Torcal en su papel de abuela viuda, ruda y malhumorada. Al llegar a una determinada edad no queda otra que rebobinar y vivir de los recuerdos, de lo que fue y de lo que pudo haber sido… Bucólico final con fragancia a limonero. Precioso.

