Entrevista
Rafa Adamuz: “Estoy convencido de que hay gente a la que ‘La memoria varada’ le va a molestar”
El periodista granadino de Canal Sur Radio presenta este miércoles en la Facultad de Derecho de la UHU (19.00 horas) su primera novela, que narra los sucesos de la Pañoleta en el 36 y el posterior encarcelamiento y macrojuicio al que fueron sometidos 70 mineros. Define su obra como “un grito contra el olvido” y cuyo final “sienta como un puñal que se clava en el pecho”. Asegura que ha merecido la pena escribir esta obra “cuando te dicen gracias por haber buscado algo que nadie encontraba y haberlo contado”, ya que aporta novedades en torno a estos hechos, aunque reconoce que también puede incomodar. Lamenta que en otros casos “personas inocentes quedaron en el olvido porque nadie se ha preocupado de ninguna manera de rescatarlas”.

Uno no puede ni imaginarse sentir la intensidad del dolor ajeno y distante, el de un represaliado. Acaso empatizar con su sufrimiento, tratar de verse reflejado en su oscura soledad, identificarse con su miedo e incertidumbre, intentar reproducir su significado y consecuencia, transportar su huella, la que aún marca junto con el desconocimiento a nuevas generaciones. Difusa es la frontera entre literatura y periodismo, pero en ambos territorios se siente el mismo deseo de poder contar una gran historia. Ésta nunca dormita eternamente, está enterrada pero ansía respirar, ver la luz, hacerse viva y propagar su contenido sin limitación alguna, para encontrarse con quien le ayuda a ser contada, con quien la recibe y a su vez la vuelve a transmitir, sin freno posible. A Rafael Adamuz (Granada, 1980) el mar de las ondas llevó a su orilla esa historia en la que merecía poner al menos la misma pasión, criterio y talento que a su profesión. El poder de la palabra nunca puede ser subestimado y la prueba está en unas cartas que sobrevivieron al tiempo para ser semilla de una novela que viene a restañar una herida heredada, que empuja hacia el presente sucesos que quedaron encallados y que ahora navegan rumbo a la verdad de lo que se hace público y notorio. Una realidad histórica rescatada de la bodega del barco prisión Cabo Carvoeiro en 1936, donde Luis Marín Bermejo uno de los 70 mineros encarcelados que sobrevivieron a la emboscada de La Pañoleta escribe mientras teme su final, mientras aguarda ser condenado en el primer macrojuicio del franquismo. Su historia y la de sus compañeros dejó de ser injustamente silenciada y sus familias han recobrado un latido que no creían tener, una paz incalculable, como el dolor que se hace propio al leer ‘La memoria varada’.
PREGUNTA.- ¿Cómo resumirías esta historia para quien no ha escuchado nada de ella y quiere saber de qué va antes de enfrentarse a la novela?R.- Diría a la gente de Huelva que es la historia de los olvidados de nuestra historia más reciente y que es probablemente el episodio más desconocido con un mayor de onubenses fallecidos que tenemos. No lo voy a comprar con el Año de los Tiros, porque no hay cifras oficiales, aunque ahí se habla de decenas de muertos que no llegaban a los cuarenta. Aquí estamos hablando de 70 muertos más nueve en el estallido de La Pañoleta. Es una historia sepultada por el miedo que ha habido en los años posteriores a la guerra y durante la dictadura del franquismo y que después nadie se ha preocupado de rescatar. Algunos historiadores han pasado de puntillas y es mi opinión, no hablo como periodista o investigador, sino como Rafa Adamuz. Un grupo de chavales que de la noche a la mañana se encuentran en un escenario terrible como es la Pañoleta sin saber lo que les espera y a la mañana siguiente están encerrados en la bodegas de un barco y en un mes y medio son condenados con todo lo que esto supone. Es una historia que nunca se había contado y creo que una de las aportaciones de esta historia es que nunca se había desmenuzado un proceso sumarial durante el franquismo. Yo sostengo que es el primer macroproceso en los albores del franquismo y lo digo en la introducción del libro, porque en ese momento ni siquiera el país se sabía en guerra. Estamos hablando de que los hechos ocurren el día después al alzamiento y que después el consejo de guerra se celebra un mes y medio más tarde y no había dado tiempo en España a que se asentara el franqusimo. Estábamos en guerra y en algunas en ciudades había triunfado y otras no. En Sevilla sí y ocurrió lo que ocurrió. Esa es la esencia de la historia, que es un grito contra el olvido.

P.- ¿Cómo se siente a nada de tiempo de la presentación de su primera novela?R.- Estoy muy tranquilo, de verdad. Se lo dije a mi mujer, es como si los nervios que venían creciendo conforme se acercaba la fecha se hubieran ido de un plumazo a raíz de que un familiar de uno de los protagonistas y de las personas que sufrió esto se haya puesto en contacto conmigo y haya conocido datos de él y vaya a venir a la presentación. Todo cobra sentido.
P.- ¿Ha visto entonces que todo el trabajo que ha realizado tiene un significado al comprobar que conecta con la gente y ha merecido la pena?R.- Es tan sencillo responder que sí por un caso muy reciente de una mujer que me escribió porque se enteró de que había escrito esta novela y contactó conmigo porque su tío es uno de los mineros y viene a la presentación. Cuando estaba leyendo el libro pensaba que con que lo lean los descendientes, nietos y bisnietos de los 70 tíos que hay ahí metidos me doy por satisfecho. Evidentemente quiero que el libro se venda y la historia se conozca y voy a trabajar para que así sea, pero la satisfacción que te da que aquella mujer y me dedique esas palabras que hicieron que se me saltaran las lágrimas fue superemocionante y que encima venga a la presentación desde Sevilla. Espero que como ella haya más y se pongan en contacto conmigo. Yo no tengo problema en facilitarle información a parte de la mucha que hay en la novela.
P.- ¿Cuál es el origen y la motivación de esta novela y por qué sobre esta temática?R.- Todo empezó por la radio. Hace once años creé una sección en el programa Huelva Hora Sur de Canal Sur Radio, el magacín que tengo, sobre la memoria histórica, cuando entonces la memoria histórica no era lo que es hoy y no había cuajado como concepto como la concebimos hoy. Creé esa sección y mi sorpresa fue que cuajó muy bien. Habilité un contestador automático para que la gente de Huelva, los descendientes de los represaliados se pusieran en contacto conmigo para contar su historia o para pedir información y en la medida de lo posible se la facilitaba. Una de esas llamadas fue la de Luis, que me habló del episodio de la Pañoleta, que entonces oí por primera vez. La llamada quedó ahí y un tiempo después su hijo, que era compañero mío de Andalucía Directo, me dijo que iba a hacer un documental sobre el caso de su bisabuelo y me pedía una colaboración a raíz de aquella llamada. Le pregunté por el motivo del documental y me dijo que su familia acababa de descubrir las cartas que su bisabuelo había escrito desde el barco prisión Cabo Carvoeiro. Se las pedí y me dijo que sí pero con la condición de que hiciera lo que hiciera con ellas siempre se lo consultara antes a la familia. Acepté y me puse a tirar del hilo y después ha venido la investigación, que ha sido mucho más y que no ha dejado de deparar sorpresas de principio a fin, para mí y para Luis.
P.- Esas cartas tienen la ‘bendita culpa’ de que exista ‘La memoria varada’.R.- Las cartas son el corazón de la novela, son casi un diario de un preso que está sufriendo unas condiciones horribles y que al final sabe que va a morir, así que imagínate el dramatismo que contienen, el dolor, la rabia… Y a parte de esa vertiente más sentimental, está el valor histórico de los documentos y la información y los datos que arroja, que algunos son reveladores y desconocidos para los propios investigadores de estos hechos, como Paco Espinosa, que es uno de los pocos y creo que son de un valor incalculable esas cartas. Además está el expediente judicial 95/36, que es en el que yo me sumerjo. Tiene 764 folios con todo lo que ocurrió en ese proceso sumarial, desde las primeras declaraciones de los presos hasta el consejo de guerra, la intervención del fiscal y del defensor y la sentencia. Con todo eso, más lo que estaba ocurriendo en Huelva, que también es fundamental, porque ahí estaba Gregorio Haro Lumbreras, que es el gobernador que traiciona a la columna, arman la novela y sus tramas.

P.- ¿Qué proceso ha sido más largo el de escribir la obra o el de investigar?R.- Han sido iguales. La investigación ha durado dos años y he estado escribiendo otros dos. Ha habido paradas y ha habido momentos que he tenido que parar de escribir para volver a la investigación porque había cosas que no encajaban y a la inversa he tenido que revisar partes escritas porque no me gustaban, etc, pero en realidad nunca dejas de investigar. Fíjate que está la novela a punto de publicarse y me llama una mujer que es sobrina de uno de esos protagonistas y que también aporta información a su manera de la que yo no disponía y es una historia interminable. De los 70 la mitad trabajaban en la compañía minera, pero no todos eran mineros, eran también campesinos, comerciales, fueron barriendo por la ruta que hicieron y los que sí estaban en la mina si he podido sacar su expediente y he podido descubrir un montón de cosas. Era una gente con una sensibilidad obrera y sindical importante, y en el caso los ingleses eran tan cabrones que les espiaban hasta el último detalle. Yo he sacado cosas de sus vidas a raíz del archivo de Riotinto. Al principio me ponían pegas reticencias. Luis, el nieto del protagonista y es el que me da las cartas, había ido al archivo minero que es de Riotinto y aunque lo conocen, no le daban el expediente de su abuelo. Le dije que no se preocupara y lo saqué yo. Gracias a eso se ha enterado que su abuelo fue vicepresidente del PSOE cuando entonces era un partido al alza y revolucionario, que había tenido una tía que murió con un año y nadie sabia que había existido. Aparte está el expediente judicial. Con todo esto iba a hacer una tesis pero al final me la he jugado con la novela.
P.- ¿Qué estructura ha diseñado para contar esta historia?R.- He usado una estructura que por la gente que lo ha leído creo que atrapa al lector y sorprende. Nada más empezar la novela el lector se encuentra con una especie de puzzle que tiene que completar, con varias tramas que avanzan de manera paralela en la novela y que conforme avanza la lectura van convergiendo en una misma historia que es el desenlace y el final. Son muchas historias pero si las cartas son e corazón de la novela, la columna vertebral es el juicio y las declaraciones de los acusados.
P.- ¿Qué cree que va a sorprender más al lector de la novela?R.- Pues creo que va a depender de cada lector, porque hay tantas historias en esa novela, tantas tramas y ocurren tantas cosas llamativas que va a depender de la susceptibilidad de cada uno. Pero si hay algo de verdad que sienta como un puñal que se clava en el pecho es el final. Porque estamos hablando de una historia cuyo desenlace es por todos conocido. Todos sabemos lo que ocurre con esos mineros, la sentencia. Pero antes de la sentencia hay algo que desconoce todo el mundo y que yo modestamente he descubierto y que está avalado por expertos además y que es la gran aportación a la historia. Ese final al que me refiero y no puedo desvelar la gente que lo ha leído es lo que más le ha sorprendido.
P.- ¿Cómo de fiel ha sido a los hechos? ¿No hay nada de cosecha propia a la hora de novelar lo ocurrido?R.- Todo lo que se cuenta en esta novela, desde que empieza hasta que acaba es real. Los nombres de los procesados, sus vidas, su familia, la Huelva del verano del 36, las palabas de sus declaraciones en el juicio, los testimonios de Gregorio Haro Lumbreras… todo es real. Todo tiene su base o en hemeroteca o en un atestado, un auto o una diligencia judicial.

P.- ¿Piensa que el contenido de este libro le puede molestar a alguien?R.- Yo creo que sí, porque hay descendientes de determinadas personas que permitieron esto que aún viven y aunque no tienen culpa ninguna, pues se pueden sentir molestos. Y porque además yo creo que lo que ocurre al final es un torpedo en la primera línea de flotación de muchos elementos jurídicos, sociales que vana a dar que hablar. Estoy convencido de que sí. A parte es que salen muchos nombres. Cuando hablo de la mina y como era la relación entre los directivos ingleses y los mineros, allí habrá alguno que consideren que se sientan aludidos y no fue así o que les molesten algunas afirmaciones pero está todo sacado de expedientes de ellos. Como he dicho no aporto nada de cosecha mía a la novela. Creo que va a sentar mal. Están además de los nombres de los procesados los de los militares, uno por uno que formaron parte del tribunal el consejo de guerra. Para empezar del juez, que antes lleva la instrucción y les toma declaración, del sargento que ejerce de secretario judicial. Son todos personas y no me he guardado ningún nombre, con todas las consecuencias.
P.- Son casi 300 páginas pero da la sensación de que podría haber sido aún más.R.- Sí, pero la verdad es que acabé agotado, muy cansado. Una de las tramas es la intrahistoria, cómo yo investigo los hechos y como voy atando cabos y poniéndome en contacto con las familias y voy tirando del hilo familiar para que vayan encajando algunas cosas. Entonces hubo un momento, y lo cuento en el libro, en el que ya no tenía sentido que yo siguiera hurgando en la herida y hasta ahí puedo decir.
P.- A saber cuántas historias hay de este tipo u otro aún esperando ser contadas y dadas a conocer en España.R.- Más allá del término de memoria histórica creo que nuestro país no ha afrontado nunca y por tanto no ha superado lo que ha pasó en esos años. Son muchísimas cosas, muchísimos episodios. No sé si habrá más como el de La Pañoleta, con esas particularidades, pero sí se que ha habido muchos casos de desapariciones, asesinatos, muertes, como se quiera llamar, de personas inocentes que quedaron en el olvido porque nadie se ha preocupado de ninguna manera de rescatarlas. Sólo los familiares y no reciben el apoyo que debería ser obligado del Gobierno, como ocurre en toros países. Yo pienso que es inaudito en España, un país tan avanzado cultural e intelectualmente, no se haya preocupado por afrontarlo y por de alguna manera hacer justicia con esas personas.
P.- ¿En el caso de Luis Marín cómo se ha hecho justicia?R.- El sentido se lo tienen que dar los descendientes de esas víctimas. Nadie es dueño de los sentimientos de esas personas. Solo saben el sufrimiento que tienen ellos mismos. Es el caso de la mujer que he comentado, de Luis, el nieto de protagonista. Él no ha cejado en su empeño hasta que ha conseguido su objetivo final que era que se hiciera justicia con su abuelo y así ocurrió. Gracias a la investigación que hicimos y lo incluyo a él, porque ha estado al tanto de todo, conseguimos enviar toda la documentación a Madrid y en base a la Ley de Memoria Histórica aprobada por el Gobierno de Zapatero, el ministro de Justicia, que era competente en esta materia emitió un documento que está en su poder en el que redime te de todas las penas y todos los cargos a Luis Marín Bermejo. ¿Cuánto significa eso para ese hombre? ¿Cómo se calcula eso y como se mide? Es incalculable y de alguna manera ha servido para que se cierre la herida o al menos para que empiece a cicatrizar, cosa que no había ocurrido. Ha sido una satisfacción investigar porque una investigación siempre es apasionante y contarla también. Han sido duro cuatro años y de escritura también y al final todo merece la pena cuando recibes una llamada de una persona que dice gracias por haber buscado algo que nadie encontraba y haberlo contado, ya está. Tan simple y tan complejo como eso.

P.- ¿Le gustaría ver la obra en las imágenes de una película?R.- Me encantaría. Tengo que confesar que esta historia tiene tantos elementos cinematográficos que cuando la estás escribiendo estás viendo la película. A mí me ha pasado. Lo tiene todo, un macroproceso judicial bestial, de unas dimensiones que no concebíamos hasta entonces en España, con 70 procesados, tiene un escenario de cine, como son las bodegas del Cabo Carvoeiro, que son estrechas, donde se alcanzaban los 50 grados de temperatura durante un verano sevillano, mes y medio, por lo que nos hacemos una idea de lo que nos vamos a encontrar y cómo estaban esos hombres allí metido, y luego tiene una trama con las cartas de Luis Marín Bermejo y lo que ocurre con el desenlace y el final de la novela que yo creo que tiene todos los ingredientes para que se hiciera sin duda una película. Porque además la película haría que esta historia llegara a muchos sitios que a lo mejor el libro no lo haría.
P.- ¿Y de esos 70 personajes reales cuánto de cada uno de ellos se ha ido quedando en usted?R.- Pues se ha queda mucho, principalmente de Luis Marín Bermejo, porque tengo sus cartas y he dicho estos días que investigar esto supuso desde el principio asumirlos como propio, como si un familiar mío, abuelo o bisabuelo, lo hubiesen padecido. Me lo he tomado como algo personal. Siempre he sentido empatía hacia los represaliados del franquismo, del fascismo en España y de la Guerra Civil. Hay mucho de Luis pero también de otros protagonistas. También hay del niño Méndez, que fue el único superviviente, el único que no fue condenado a muerte, supuestamente porque era menor de edad, pero en la novela descubriremos que hay mucho más que eso. Yo digo en la novela que para mí todos son protagonistas.
P.- ¿Qué imágenes ha podido conseguir para ilustrar la obra?R.- Aparecen las tres únicas fotos que hay de ellos, que pertenecen al archivo Serrano, el fotógrafo que las hizo, a la Fototeca municipal de Sevilla. Hablamos la editorial y yo que dudábamos si incluirlas o no y al final lo hicimos. Son dos fotos de grupo panorámicas en la plaza de San Francisco, donde se celebró el consejo de guerra, cuando ellos están saliendo de la celebración y un plano medio de uno de los procesados subiendo junto con los soldados a uno de los camiones en los que eran trasladados. Son fotos espectaculares. Yo las saqué con la máxima calidad posible y en el ordenador se reconocen perfectamente los rostros de esos mineros. Es impresionante y se ven sus caras de sufrimiento, de dolor, de incertidumbre, de no saber qué les estaba pasando y sobre todo lo que te llama más la atención y te pega el pellizco en el estómago es la juventud que tenían. Eran chavales, niños algunos e ellos.
P.-¿Escribir una novela era un asunto pendiente o siempre ha querido escribir unte faltaba el tema ideal?R.- Yo siempre he escrito. Empecé en el periodismo en Sevilla después en Huelva en el Odiel y por circunstancias acabé en la radio, que me encanta, pero nunca he dejado de escribir y sigo colaborando en prensa y revistas. Quería dar el salto a la novela y llevaba tiempo madurando la idea. Cuando doy con la historia es cuando digo ahora escribo la novela. Fue cuando doy con las cartas, que era lo que me faltaba. Y ya estoy con la segunda novela liado, pero de momento más volcado en la promoción de esta primera. Ya hay una novela en ciernes que va por otro lado y no tiene nada que ver.

P.- ¿En su familia hay un pasado con algún capítulo de represión franquista?R.- Bueno no una historia tan dramática y rocambolesca como ésta, pero en mi familia sí hubo mucha pérdida, incluso de vidas por mantenerse fiel a una manera de pensar que fue al final lo que pasó en España. En mi familia ese sentimiento que yo comparto está muy arraigado y lo sigue estando, no sólo en mis padres y abuelos sino también en nuestra generación, mis primos, en mi hermana. Y yo estoy orgulloso de que sea así. Creo que es la manera de n olvidar lo que sucedió y tenerlo muy presente.
P.- Ahora trabaja principalmente en la radio, que es otra manera de comunicar, pero ¿le ha servido la experiencia en este medio de algún modo a la hora de afrontar la novela?R.- Si, todo tiene que ver. En el periodismo el fin último es contar historias y lo importante es que sepas comunicarlas, da igual que sea a través de la prensa, la radio o la televisión. Son lenguajes distintos pero yo creo que hay mucho género periodístico en esta novela, con muchos elementos literarios, pero aquellos que manejan el lenguaje periodístico lo van a identificar rápidamente. Hay crónica, hay reportaje, noticia, información y a mí me gusta, me he sentido cómodo así, es la manera que tengo de escribir. De momento me han dicho que soy muy camaleónico escribiendo y me parece bien, me gusta que me lo digan porque eso quiere decir que me muevo bien en varios ámbitos y tengo recursos. Pero el periodismo es clave y para mí lo ha sido. Si no hubiese tenido la trayectoria que he tenido no hubiera escrito la novela así, está claro.
P.- ¿Analizándose a si mismo qué referencias o que influencias periodísticas o literarias se manifiesten en la novela?R.- Es una buena pregunta que no me he hecho nunca. Tengo muy claras mis referencias literarias y mi manera de escribir. Soy un lector muy heterogéneo. Leo de todo en literatura y me gusta mucho la poesía y en periodismo me gusta todo. No sé qué me habrá influido, pero que hay una presencia importante del género periodísticos maquillado novelado pues sí. Me han dicho que han visto cosas de Pérez Reverte en algunos momentos. Hay tantos estilos y tramas metidos en la novela, que es muy variada. La verdad es que no tengo ni idea qué se ha filtrado de todo lo que leo. Ahora estoy leyendo el tercer libro de Juego de Tronos, pues puede haber algo de eso, la fuerza de Cobos Wilkins, ojalá. Es compendio de cosas que al final creo que es mi estilo.
P.- Cuando se hace una novela hay muchas revisiones y detalles que se miran y cuando está entregado no se puede cambiar nada. ¿Se ha quedado plenamente satisfecho o se ha quedado con ganas de modificar algo?R.- Yo me he quedado muy contento y satisfecho con el resultado final. Siempre puse una condición a la editorial, que nuca me dijo nada, y que era que los nombres de los 70 detenidos y sus declaraciones tenían que estar y eso era indispensable para que se publicara la obra. Porque como he dicho es la columna vertebral de la novela y la parte más densa y repetitiva de la novela, pero es que así fue la historia y creo que consigue el efecto en el lector de que se acerca más a lo que pudo vivir esa gente allí, días y días encerrado, siempre igual, siempre lo mismo y yo a eso no quería renunciar. No por nada, sino porque no quería renunciar a contar la vida y la historia de cada uno de ellos, sin excluir a ninguno. Tenían que estar todos o no lo contaba. Eso lo tenía clarísimo y por eso estoy contento, porque he hecho lo que he querido y lo he contado como yo he querido.

P.- Una vez escrita la novela cómo ha sido el proceso de buscar editorial hasta dar con Ediciones Atlantis. ¿Ha costado mucho convencer a una editorial para que confíen en la historia en estos tiempos de crisis?R.- Ha sido también un proceso complejo, porque la crisis en el mundo editorial es como la que hay en el resto o más. Yo no sé si es que he tenido suerte pero al final lo cierto y verdad es que he publicado con la primera editorial que leyó la novela y me dijo que sí de Madrid. Tardó un tiempo en responderme y me mandó un análisis editorial que le había encantado y que quería publicar la novela. En ese tiempo he tocado otras editoriales, a través de intermediarios y conocidos, unas me dijeron que sí y otras que no y al final he optado por la que en un primer momento, sin conocerme de nada y solamente porque leyó la historia le gustó. Han sido varios meses después en el proceso de maquetación, de negociación, el tipo de edición y estoy muy contento porque el libro va en la edición premium, que es la mejor que tienen y han aceptado algunos cambios que negocié y quería que estuvieran ahí en cuanto al diseño y la portada y estoy muy contento de momento con esta editorial.
P.- La obra tiene como remate especial, como guinda la participación de Baltasar Garzón, ¿cómo ha sido posible?R.- Todavía no me lo creo, en serio. Cuando terminé la novela me acordé de él porque tuve la ocasión de entrevistarlo cuando lo nombraron en Valverde del Camino hijo adoptivo. José Cejudo era alcalde y Garzón estaba ya imputado por varios delitos y este Ayuntamiento da el paso delante de reconocer la labor del juez. Estamos hablando del máximo exponente de la lucha por la memoria histórica y yo , que conservaba el contacto de aquella entrevista, que fue la única que concedió y por teléfono, y lo llamé, le hablé de este trabajo y le dije que si era posible de que Garzón lo leyera. Me dijo que sí y cual fue mi sorpresa cuando dos semanas más tarde el juez no solamente está entusiasmado con el trabajo que he hecho si no que además quiere asistir a la presentación y que cuento con todo su apoyo. En ese momento le pedí un texto que introduce la novela, que no es un prólogo, y una de sus frases pertenecientes a ese texto y que va en la portada. Creo que el texto de Garzón desde el punto de vista jurídico es aplastante. Cuando el lector lo lea ya va a saber que está ante unos hechos tremendamente injustos y va a ser consciente de la gravedad. Además lo dice un juez con una gran experiencia y que no está valorado en España ni la mitad de lo que lo está fuera a nivel internacional. Para mí es un orgullo y un honor. Todavía no lo conozco en persona pero lo estoy deseando. En la presentación, que va a ser muy difícil que esté porque está viajando continuamente, si no está físicamente si haremos que esté de otra manera.
P.- ¿Qué diría a los onubenses para que se acerquen a la presentación de la obra?R.- Les invito a que vayan a la Facultad de Derecho, porque creo que no va a ser una presentación al uso, como no lo es la novela, y va a ser muy especial. La gente que la va a hace la va a hacer especial. La entrada es libre y están todos invitados a conocer un trocito más de nuestra historia que ha permanecido en el olvido durante décadas. Eso es lo importante, que se conozca la historia.
