Dos orejas para Luque, una para Morante y Ortega… Y una bronca de figura del toreo
La Merced acogió este sábado a Morante, Luque y Ortega luciendo llena y espléndida
El ambiente antes de la corrida del sábado, en imágenes
Dos figuras del toreo: Roca Rey y David de Miranda, a hombros en Huelva
Corrida de expectación máxima con tres toreros sevillanos: el que levanta las mayores expectativas entre los aficionados cabales y no cabales, como es el cigarrero Morante; el que cuaja más toros por poder y tauromaquia, como es el torero de Gerena, Daniel Luque; y el que levanta pasiones sólo con un capotazo, como es Juan Ortega.
La secular plaza de La Merced los acogió luciendo llena y hermosa, silente cuando se esperaba, entusiasmada cuando los hispalenses torearon como gusta por este rincón del sur, y enfadada cuando las cosas no salieron como se esperaba en el toro de Morante. Y además, para los muy capoteros, los toreros que mejor manejan la seda del escalafón actual.

A revientacalderas, los aledaños fueron una locura de apasionados seguidores del De la Puebla (ahora «morantistas de siempre» somos todos), que van en procesión buscando el Santo Grial del toreo que brilla en la mente del torero de arte más capaz que hemos conocido y del que siempre podremos presumir que nosotros lo vimos torear. Y en el primero de Loreto Charro, un torazo dos puntos por encima de lo que se exige en esta plaza, malandado y reponiendo, pero noble y que con lo poco que puso bastó para que Morante deleitase. Primero con lances cadenciosos con el capote, genuflexo el de la Puebla, hasta que enhiesto dibujó dos verónicas buenas. Con el trapo rojo, gustó Morante en las series en redondo, otras de pocos pero sabrosos muletazos llenas de torería y con remates garbosos y toreros ante el toro, reservón y calamocheando, de nombre Fandango pero que se quedaba en el tercer verso. El público agradeció la medida faena, los detalles y la torería pidiendo la oreja tras una estocada desprendida.
Magníficas las verónicas ganándole el terreno con las que enseñó su capote Luque a este Preferido, como decían los viejos cánones antiguos, ganando pasos en cada lance mandando en la fuerza impoluta del toro y acabando en la boca de riego. Llevó al burel al caballo unas chicuelinas al paso, quitando más tarde por tafalleras. Pronto tomó el de Gerena la muleta con la izquierda para dominar las boyantes embestidas del toro charro. Intensa la faena a derechas, con mucha trasmisión, más que nunca en el poderoso y suficiente torero sevillano. Más pronto que nunca se gustó en sus clásicas luquecinas, que tienen poco que ver con aquellas de sus inicios, en las que va innovando e inventado, para eso fue su creador. Con la espada es un cañón. Dos orejas y vuelta al ruedo a Preferido, el 17 de guarismo de Loreto Charro.

Otra buena tanda de verónicas se llevó el tercero de las muñecas y la compostura privilegiada de Juan Ortega, otro privilegiado del manejo de la seda, meciendo al morlaco como las olas del Atalántico , lenta la revolera que culminó el quite y lenta la trincherilla que abrochó la serie de ayudados con la que inició la faena que nunca toma vuelos de grandeza que la tarde pedía y que acabó en silencio respetuoso.
Y salió el cuarto y no pudo ser. Morante lo vio pronto: cinqueño burriciego, mansurrón, reservón. Un regalo, y Morante en la más pura versión de Morante no quiso engañar a nadie y montó la muleta como se hacía preceptivamente hasta los años 80 del pasado siglo, montándola con la espada de verdad, quitó las moscas de la cara, confirmó los peores augurios, y entró a matar desde Matalascañas. La bronca era inevitable, y el torero la asumió con la sencillez de lo que son los gajes del oficio del torero de arte. Y no pasa nada. Ya hay una generación que no ha visto torear a Curro Romero, los más jóvenes apenas se acuerdan de José Tomás, y a nosotros nos decían nuestros mayores que no sabíamos lo que era el valor por que no vimos a Diego Puerta, que no entendíamos de torería si no habíamos visto a Ordoñez. Que no sabíamos del tremendismo si no conocíamos al viejo Litri. Antes nos contaron de las «espantás» del «Divino Calvo»
Algún día les contaremos a nuestros nietos que nosotros hemos visto torear como los ángeles a Morante… y también que hemos oído una bronca a un torero que duró dos toros. Porque cuando en el quinto Morante le dio un toque al toro en el tercio de banderillas siguió la protesta, y cuando Daniel Luque sacó a Morante al tercio para brindarle la muerte de ese toro arreció la bronca al cigarrero, mezclada con aplausos a los dos toreros a los que tantas cosas unen, y a buen entendedor con pocas palabras… Luego el toro fue saborio, incierto, con embestidas desiguales, que derribó con brío al montado, y fue muy exigente en banderilla y en la muleta del gerenense, que siempre estuvo por encima del toro pergeñando una faena a base de tesón y su ya proverbial capacidad . Hubiera tocado pelo si no se enreda Luque con la tizona y el descabello.

Ortega es de los toreros tocados por la varita. No me pregunten por el concepto, pero todos sabemos de lo que hablo. Maneja el capote como los privilegiados sólo pueden hacer. Se mueve por la plaza con la danza bendita de los artistas, no conoce las prisas ni las violencias, y ante el manejable cierra plaza fue aplicando con esmero estas recetas. Delantales suaves en el quite , muletazos sueltos de mucha calidad, doblones toreros en las postrimerías. Gran estocada y oreja. No han leído ustedes en la crónica de Ortega «ramilletes de verónicas», «serie de naturales», «derechazos». No le han hecho falta. Es el privilegio de los tocados por la varita.
CORRIDA DE ABONO. QUINTA DEL CICLO DE COLOMBINAS EN LA MERCED
- Segundo lleno con «no hay billetes». Reses de Loreto Charro que debuta en este coso con corrida completa -lidió un toro en la gesta de David de Miranda del pasado año- de magnífica presentación. Manejables todos excepto el cinqueño cuarto, imposible. Extraordinario el segundo de la tarde, que fue premiado con la vuelta al ruedo
- Morante de la Puebla de verde aturquesado con adornos de hilo blanco. Oreja y gran bronca
- Daniel Luque de azul marino y oro. Dos orejas y gran ovación
- Juan Ortega Canela y oro. Ovación y oreja