TRIATLÓN
Enrique Llimona: «Estoy convencido de que parte del aprendizaje de esta prueba ha sido no alcanzar el objetivo»
desafío 'más fuerte que el miedo'
El onubense indica que la experiencia vivida redefine la condición de ser 'Más fuerte que el miedo' y consiste en «plantearse cosas imposibles y poner todo lo que está de tu parte para intentar conseguirlo»
«La verdadera felicidad es vivir desde ese espacio en el que estás convencido de que persigues tu sueño y lo das todo para conseguirlo», reflexiona
Enrique Llimona no completa su desafío pero demuestra ser 'Más fuerte que el miedo': «Lo he dado todo, no me he reservado nada»
Enrique Llimona completa el primero de los tres triatlones de larga distancia en Lanzarote: «Ilusión y ánimo tenemos todo el del mundo»
Enrique Llimona comienza «con muy buenas sensaciones» el desafío 'Más fuerte que el miedo'

Enrique Llimona apura sus últimas horas de descanso y reflexión en Lanzarote, donde la semana pasada desarrolló el desafío 'Más fuerte que el miedo'. Tenía como objetivo completar de manera consecutiva tres triatlones de larga distancia, siendo el último el Ironman de Lanzarote y no llegó a iniciar el tercero por varios problemas físicos.
Está tranquilo y satisfecho y considera la idea de ser 'Más fuerte que el miedo' ha quedado redefinida con la experiencia vivida con el respaldo de su equipo. «Fue fácil tomar la decisión porque el cuerpo decidió por mí. No fue desde mi voluntad, sino otro plano mío, seguro que es mucho más sabio que mi mente y dijo hasta aquí».
«Estoy convencido de que parte del aprendizaje de esta prueba ha sido no alcanzar el objetivo, para que más fuerte que el miedo se convierta no en conseguir cosas imposibles sino en plantearse cosas imposibles y poner todo lo que está de tu parte y darlo todo para intentar conseguirlo, se consiga o no», explica.
Opina que «el verdadero premio en la vida y la verdadera felicidad es vivir desde ese espacio en el que estás convencido que persigues tu sueño y lo das todo para conseguirlo». Considera que «cuando nuestra vida tiene sentido es porque vivimos desde esa perspectiva de intentar lo imposible, dándolo todo sin reservarse nada».


Desde esta perspectiva se siente «muy tranquilo» y «profundamente agradecido» por este reto, en el que ha estado acompañado por un equipo que ha vivido también el desafío «desde esta perspectiva». «Las energías que hemos vivido aquí quedan para nosotros«, refleja el protagonista del desafío. «Abordábamos un imposible y a pesar de la dificultad no hemos dejado de creer en ningún momento», resalta.
«La vida hay que vivirla dándolo todo y luchando por los sueños, por muy difíciles que sean. Esa es la conclusión», destaca Llimona.
Cuerpo y mente llevados al límite
Llimona ofrece su versión de los momentos en los que el desafío dejó de discurrir por la vertiente prevista. Completó en muy buenas condiciones el primer triatlón de larga distancia tras nadar 3,9 kilómetros, pedalear 180 y correr 42,2. Sus sensaciones cambiaron cuando tras completar el segundo segmento de natación y antes de subirse a la bicicleta tuvo «trastornos intestinales», que retrasaron 45 minutos su salida a la carretera.
Las dos primeras horas de bicicleta las hizo «totalmente en vacío» tras vomitar mucho. «El cuerpo estaba rebelándose y estaba preocupado», reconoce sobre un momento que considera que «fue el comienzo del fin».
«Llegamos al final a la conclusión de que íbamos a tener una estrategia muy agresiva con el cuerpo y le íbamos a meter mucho alimento sólido para ver si hacía una base y permitía volver a meter carbohidratos en formato líquido y en geles», recordó el deportista, que expone que esa medida «funcionó hasta tal punto que cuando estaba en la bicicleta estaba convencidísimo de que íbamos a completar el reto».
Completó el segmento de bicicleta con una media de 24 kilómetros por hora sobre las 23.30 horas y arrancó el maratón para completar el segundo triatlón de larga distancia ya a contrarreloj porque el Ironman oficial arrancaba a las 7.00 horas y antes tenía que estar en boxes. Entonces forzó para ganarle tiempo a reloj.
«Exigía un ritmo constante que me llevaba al límite de lo habitual de la resistencia aeróbica y pagué el peaje», asegura Llimona, que cubrió unos 20 kilómetros a un ritmo de 5:45, más rápido de lo que debía. Aparecieron mareos y temblores que le obligaron a parar. Haciendo un gran esfuerzo volvió a correr para completar el segundo Ironman, pero ya no se vio en condiciones de iniciar la competición oficial. Tras más de dos días seguidos sin dormir, descansó y celebró la experiencia con una gran cena entre familiares y amigos.