Procesión del Lunes de Pentecostés

Un templado fervor conduce el caminar de la Virgen del Rocío

4.32 h. La espera de los almonteños ha terminado a las 3:27 de la madrugada, cuando el simpecado de la Hermandad Matriz ha alcanzado el altar de la Reina de las Marismas y sus hijos han saltado con menor vehemencia que de costumbre la reja para iniciar una multitudinaria procesión, que comenzó con más orden y control que nunca para propiciar incontables encuentros.

Un templado fervor conduce el caminar de la Virgen del Rocío

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Imponente pero a la vez delicada, con fuerza y temple, se ha ido encauzando la siempre inmensa e intensa devoción a la Virgen del Rocío, que ya está recorriendo su aldea llevada en volandas por sus hijos sobre los senderos de arena, para ir avanzando a impulsos metro a metro, de casa en casa, compartiendo su gracia, la emoción que contiene su mirada dulce enclavada en su sereno rostro de gesto sencillo y humilde, el resplandor que irradia su figura. Y a la vez la Reina de la Marismas, devolviendo a las hermandades la visita rendida en la presentación, dispuesta recibe todo tipo de muestras de veneración, plegarias y vítores que se derraman sin medida.

Un templado fervor conduce el caminar de la Virgen del Rocío

Un pasillo respetado en el templo 

La impaciencia en el templo rociero se rompió por palmas y se encauzó formando un pasillo en el interior, mostrando el suelo enarenado del santuario, arado por incontables huellas superpuestas. Tres minutos más tarde el estandarte de la fe de Almonte ya se abría paso por una explanada colmada de almas, recubierto por el cordón humano que la Guardia Civil creó en torno a él, permitiéndole continuar avanzando a su ritmo, sin verse contagiado por el deseo acelerado de la multitud, sin ser arrastrado por la vorágine que lo rodeaba. A las 3:25 encaró la puerta del santuario y estalló la pasión, cuando pareció detenerse un instante bajo la concha de la entrada, como reclamando atención con una pausa breve antes de tomar el pasillo dispuesto en el templo, que no se rompió en ningún momento. 

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En línea recta hasta la multitud 

Despacio y con buenas maneras la Virgen sorteó la reja y avanzó a hombros, sin zarandearse, describiendo una nítida línea recta hasta desembocar en la multitud congregada a las puertas de la ermita, que la recibió, bajo el repicar de campanas, con un mar de aplausos, contemplando cómo brillaba con luz propia en la noche, y sumando sus manos para dar estabilidad al paso, aunado esfuerzos para que no se ladeara y mantenerla visible, reinando sobre todos durante el recorrido que le lleva por los rincones de la aldea desatando la felicidad expectante.

Hasta esos momentos el pulso de cada corazón se había mantenido bajo y había ido subiendo sus pulsaciones cada minuto. En el interior del templo, desde la última misa y durante horas, se amontonaba las miradas, los rezos y anhelos, fijos en torno al altar. La espera tras la reja se vuelve un modo de vida para quien ama su fugaz instante álgido. Los 

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La crisis no afecta a la fe

Fuera, en torno al santuario, la  espera es distinta, y frente al estatismo interior, se hacen habituales los ríos en diferentes direcciones de los fieles, que en un pulular de hormigas visto desde las alturas se agitan, y sus pequeñas almas se llenan de un gran corazón común de un precio incalculable, dispuesto a retumbar para hacerse oír. Y es que un año más fue ingente la aglomeración de personas y se demostró que la crisis económica puede afectar a todo, y que muchas personas no han estado por su culpa en El Rocío, pero que influye en menor medida a la fe, que se manifestó con fuerza y se hizo sentir.

Fuerzas no faltaron en cada almonteño que quiso llevar unos minutos a su patrona, para cumplir la tradición de hacerla reinar con humildad, ofreciendo su esfuerzo en cada paso, que le fue llevando a cada punto donde se la quiere con intensidad.

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