La expresión de nuestro legado

Vidrieras de ensueño en Huelva

La luz es capaz de transformar espacios, de crear ambientes y generar emociones. Sin ella, las formas no tendrían alma, ni color. Un lugar en la ciudad de Huelva donde se pone en práctica esta ley básica hasta convertir en poesía la funcionalidad, es el interior del Palacio de Mora Claros.

Vidrieras de ensueño en Huelva

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Cuando camino por la ciudad, suelo hacerlo observando todo lo que me rodea con la mayor atención posible. Busco huellas artísticas que hayan pasado inadvertidas para la mayoría o elementos vivos de nuestra historia patrimonial que no todos conozcan, para investigarlos y escribir un artículo sobre ello.

Hace unos días, paseando por la calle Puerto, una vidriera oculta tras un balcón cerrado de hierro forjado me hizo frenar en seco. Desde fuera no era capaz de distinguir con claridad el dibujo, pero su evidente nobleza y calidad fueron suficientes para invitarme a entrar en el edificio. Sin duda, el Palacio de Mora Claros es una de las construcciones  que más sorprende y entusiasma a los turistas que se acercan hasta nuestra ciudad. Sus detalles historicistas unidos a los elementos modernistas que crecen y se retuercen en su interior, alimentan la imaginación del visitante hasta dejarles con la boca abierta.

Esta casa señorial, construida en 1912 por el arquitecto onubense Moisés Serrano y reformada por Pérez Carasa en 1919,  es un claro ejemplo del esplendor económico que experimentaba Huelva a principios del s. XX. Cuenta con una serie de vidrieras capaces de modificar la expresión de las estancias en función de la luz natural. En conjunto, ofrecen una visión exquisita del interior coloreando los espacios con brillantes colores que centellean a cada paso.

De entre todas ellas, la más conocida es la que representa la llegada de Colón a América, encuadrada en un marco clasicista. Esta vidriera emplomada de estilo modernista se encuentra sobre las escaleras que dan acceso al segundo piso del palacio. Está firmada por J.H Mauméjean Hnos, una empresa regentada por una familia francesa especialista en la creación de vitrales y mosaicos venecianos. Para que podamos entender la importancia del encargo, debemos tener en cuenta que estos maestros vidrieros llegaron a ser proveedores oficiales de la Casa Real, por lo que podemos concluir que esta residencia no se proyectó para ofrecer un resultado práctico, sino más bien para demostrar la valía de una familia influyente a través de la ostentación.

Vidrieras de ensueño en Huelva

Resulta una vidriera compleja, rica en colores y llena de detalles. Fue confeccionada con cristales de diferentes tamaños y formas unidos por tiras de plomo que se adaptan al contorno de cada pieza de vidrio.

La escena muestra el desembarco del conquistador en una playa americana,  pero si se examina con detenimiento también podremos observar como el maestro vidriero simboliza la evangelización, el uso de la fuerza por parte del hombre blanco y la sumisión de los nativos que obsequian con ofrendas a los conquistadores.

Una gran cristalera que hace las veces de claraboya se abre en el techo sobre el acceso a las dos plantas del edificio. Igualmente hermosa y rica en detalles, destaca de nuevo por su firma. Fue realizada por La Veneciana, la fábrica de vidrieras más importante de Zaragoza a principios del s.XX. Debido al éxito que obtuvieron con sus obras, la empresa se expandió fuera de Aragón a otras ciudades españolas, abriendo así en 1923 una sucursal en Sevilla. Se podría dar el caso de que este taller sevillano fuera el responsable de la creación de dicha cristalera, aunque la firma  señala el año 1920 como fecha de ejecución, tres años antes de la apertura de la sucursal en la capital hispalense.

Lo interesante de esta cristalera es que hoy por hoy son bastante desconocidos los vitrales que La Veneciana realizó para otras provincias fuera de la comunidad aragonesa, por lo que podemos considerar una suerte contar con este elemento ornamental que hace tan especial a esta construcción.

Por el momento no he tenido la oportunidad de confirmar la firma del resto de vidrieras, pero podemos suponer que deben tener relación con los maestros artesanos nombrados anteriormente.

Una de mis salas favoritas, perfecta para tomarse un respiro y dedicarse a la lectura, es la que llamo la sala del estanque. Es una estancia aristocrática cerrada por una gran cristalera donde se representa la salida de una terraza palaciega hacia un estanque con nenúfares.

Vidrieras de ensueño en Huelva

Es una visión inolvidable. Cuando tienes ante ti algo como esto, no puedes evitar preguntarte por qué los onubenses piensan que no hay nada que ver en la capital. La única respuesta que se me ocurre es que no han estado frente a esta maravilla. Parece una imagen real sacada de un cuento de hadas. Su calidad y minuciosidad en los detalles, su simetría y su riqueza policroma, resultan embriagadores.

La vidriera que llamó mi atención mientras paseaba por la calle no se encuentra en las estancias abiertas para el acceso público; está en el despacho de dirección del centro. Al entrar, descubrí que la habitación no tenía una vidriera, sino que contaba con dos. En una se representa a Santa Lucia de Siracusa con unos ojos sobre una bandeja como símbolo de su martirio; en la otra, se representan dos figuras, a San José de Nazaret con el niño y la vara de flores, y a San Juan Bautista con un estandarte terminado en cruz y un pendón que reza “Ecce agnus dei”.

Vidrieras de ensueño en Huelva

En el edificio, además, hay otras vidrieras que destacan por su belleza y acabado magistral. En la planta baja encontramos la cristalera de los escudos, donde se puede leer la fecha de construcción del palacio en números romanos (1912). Arriba, en la segunda planta, hay otra conocida por el castillo que protagoniza la escena central de su conjunto. Frente a ésta, unas ventanas interiores decoradas con elegantes vidrieras, muestran un decorado floral muy colorido.

Hoy en día el Palacio de Mora Claros funciona como centro de día para personas mayores. Sus dependencias se mantienen vivas gracias a la afluencia de usuarios que siguen frecuentando cada año este espacio histórico como lugar de reunión y de aprendizaje.

Sabiendo los esfuerzos que D. Antonio Mora Claros hizo para convertir a Huelva en la capital que merecía ser, estoy segura de que se sentiría orgulloso de ver convertida su casa en un centro de participación activa. A fin de cuentas, quienes disfrutan ahora de su confort, son aquellos que han levantado la ciudad desde sus cimientos con el sudor de su frente.

¿Qué mejor guardia para custodiar su palacio?

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