nuestro pasado en clave de humor

La loca historia de Huelva: El nacimiento de la provincia

No sé cuántos milenios después... ¡Por fin el parto! Qué embarazo más largo, ¿verdad? Aunque no os vayáis a creer que es fácil de entender cómo se llegó a este gran momento. En cualquier caso, os anticipo que os va a resultar un tremendo rollo de papeleo, repartos y límites que no lo superan ni los Hermanos Marx con la parte contratante de la segunda parte. Intentaré adornarlo un poquito para que no os durmáis.

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Ubiquemos la acción (de nuevo la tremenda frase introductoria del gran Antonio Regueras), repito, ubiquemos la acción a finales del XVIII y principios del XIX. En toda España se está produciendo un proceso provincialista (provincialista es lo contrario de provinciatonta, nosotros estábamos en el primer grupo, obviamente). Huelva hasta ahora, como os podéis imaginar, pertenecía al llamado Reino de Sevilla (no es lo mismo Reino de Sevilla que Reírnos de Sevilla…que no lo vamos a hacer, válgame Dios… o válgame el diablo, que me elija el que prefiera). Se buscaba un equilibrio en España consistente en hacer en nuestra piel de toro unos 50 cachitos más o menos iguales en cuanto a tamaño y número de habitantes, respetando siempre las tradiciones históricas de cada territorio y su ubicación habitual; esto último quiere decir que si por ejemplo en Gerona se empeñaban en ser andaluces lo más probable es que les dijeran que no, que para trasladar ese territorio al otro lado del mapa iban a necesitar cientos de miles de porteadores egipcios.

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El Reino de Sevilla rompía todos los esquemas habidos y por haber, ¡era enorme!, así que había que disgregarlo como fuese, a trocearlo a hachazos limpios como si fuera el costillar de una vaca, sacar varias provincias de donde sólo había una, y eso se hacía, básicamente, para que todos pudiésemos ser manejados más fácilmente desde el Gobierno Central de Madrid ¡Anda, igual que ahora! Con estas similitudes políticas entre aquellos años y los actuales, empiezo a entender que con ese período diese comienzo la 'Historia Moderna', aunque para este tipo de modernuras no sé yo si hubiese sido mejor seguir superanticuados.

En 1799, con Carlos IV, se promulga el Real Decreto Barra  de Pan de 25 de septiembre, que incluía la creación de 6 nuevas provincias marítimas, una de ellas Cádiz, que también pertenecía hasta ahora al Reino de Sevilla. ¿Y Huelva…qué pasó con Huelva? No os lo vais a creer pero a Huelva la 'encasquetaron' en la provincia marítima de Sanlúcar de Barrameda ¡Lo que habéis leído! ¡Tiene guasa la cosa!  Todo nuestro litoral pertenecía a la provincia de 'Sanlúcar de Barramedaaaaaa, novia del campo y del maaaaar' (efectivamente, de nuevo aparecen los Marismeños en la historia de Huelva para componer un nuevo himno fuese el siglo que fuese, ellos siempre haciendo gala de su onubensismo). Todo esto quedó abolido en 1808, ya que Cádiz y Sanlúcar se llevaban fatal, y mientras Cádiz crecía, Sanlúcar se empequeñecía, lo del pez grande y el chico de 'to' la vida. Además, no era zona Sanlúcar de mucha población, y en Sevilla (siempre controlándolo todo) no veían con buenos ojos nuestra forzada militancia sanluqueña, así que se propusieron 'sacarnos de allí' aunque fuese a pellizcos ¡Anda, mira, para que luego digan que Sevilla no nos ayuda a nada!

Todas las 'reformas guapas' que tenían previstas los liberales se fueron al...al...al traste (iba a decir una burrada),  el caso es que esas reformas  tuvieron que esperar, ya que llegó el 'Sexenio absolutista' de Fernando VII, y lo siento pero 'sexenio' no deriva de sexo, sino de seis, seis años de absolutismo real. Por suerte, en 1821, durante el 'Trienio liberal', se propone a Valverde del Camino como capital de nuestra provincia, por eso de que estaba bien centradita y colocadita cuando uno iba a comer a la Sierra o viceversa, los de la Sierra venían 'pa la playa'. Surgen disputas internas en plan finalistas del 'Gran Hermano' (nunca mejor dicho lo de 'hermanos') entre la propia Valverde, Huelva y Moguer, aunque al final se haría lo que quisieran los diputados sevillanos, y estos prefirieron a Huelva como Capital de la que sería la Provincia más Occidental de Andalucía, donde cuentan que tuvo gran importancia la opinión en las Cortes del Coronel Ramón Sánchez Salvador, apodado desde este preciso momento en el que estás leyendo esto con su segundo apellido: el 'Salvador' de Huelva. Allí se habló, entre otras, de tres grandes razones para decantarse por Huelva como capital:

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El caso es que por fin se produce la independencia total de Huelva con respecto a Sevilla, se produjo el deslinde total de nuestros territorios sin ningún problema. Bueno, ningún problema con Sevilla (les prometimos dejarlos bañarse en nuestras playas cuando quisieran y ser invitados de honor anualmente en nuestra Romería del Rocío), pero sí hubo más problemas con Extremadura, ya que en el reparto de pueblos (que si Arroyomolinos para mí, Zafra para ti, Higuera para mí…) ellos, en este caso Badajoz, acaba quedándose inesperadamente con Fregenal de la Sierra en la que fue la decisión más polémica de todas. Y se lo quedaron 'pa ellos pa siempre', se llamaban Extremadura porque tenían la cara extremadamente dura. El caso es que, para bien o para mal, aquellos límites resultantes son los mismos que tenemos ahora, ya sabéis: 'Huelva limita al norte, con el Mar Cantábrico y los Montes Pirineos, etc, etc'.

En definitiva. En base al proyecto iniciado en 1822, 11 años después, en 1833, el ministro Javier de Burgos (que era natural de…vaya, se me ha olvidado), culminó el proceso de división provincial en toda España, que, repito, tal como quedó el reparto sigue la cosa ahora, y esperemos que no cambie, o si acaso se me está ocurriendo que no estaría mal integrar a Sevilla en el Reino de Huelva en agradecimiento y devolución a los años en los que fue al revés. Por cierto, una anécdota divertida…bueno, en realidad no tiene ninguna gracia, no nos engañemos, pero os lo cuento porque todo quedó en un susto. Aunque colaboraron siempre en nuestro despegue definitivo y debido a nuestra mayoría de edad participaron activamente en nuestra independencia definitiva del regazo materno, o sea, de ellos mismos (de Mamá Sevilla), hay que decir que les costó renunciar al Rocío, es decir, se lo apropiaban oficialmente en los documentos como algo de ellos, y había que recordarles, mapas de carretera  en mano, que Almonte ya no estaba dentro del antiguo Reino de Sevilla, que la realidad ahora era otra bien distinta, pero aquel desliz egoistón supieron corregirlo oficialmente durante el año 1829: '¡Que no os preocupéis, de verdad, que podréis venir al Rocío cada vez que queráis!'.

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Y para terminar otra anécdota, o mejor dicho, otro hecho importante, ya que con miras estratégicas se crea en nuestra provincia el pueblo serrano de El Rosal de la Frontera 'pegaíto, pegaíto' a Portugal, que hasta entonces estaba en territorio de Aroche (no, hombre, no, Portugal no estaba en territorio de Aroche, no seáis chovinistas, me refiero a El Rosal), cualquier medida era bienvenida para seguir mirando de cerca y de reojo a los inquietos y antojadizos  portugueses, y no es que desconfiásemos de ellos, simplemente los vigilábamos con el rabillo del ojo por si acaso, sólo por si acaso.

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