GRAN TEATRO> 'Tristana'
Don Benito y su lejano tiempo
En el caso bastante improbable de que don Benito Pérez Galdós no hubiera huido de las corrientes románticas en cuanto le alcanzó la madurez, de no haberse puesto tan serio, una pluma tan fina podría hoy utilizarse, revisarse y adaptarse a las mil maravillas, pero ese pesado realismo tan ensalzado en el estilo, en la manera de escribir del reverenciado autor canario, se nos antoja ahora como insufrible folletín decimonónico, por mucho que no dejemos de alabar al escritor y celebrado cronista de su época.

Vamos, que ustedes me van a perdonar, pero prefiero la entrevista que en París le hizo a otra huida, pero esta a la fuerza, la Isabelona, que tener que andar ahora releyendo de nuevo la Tristana que en tiempos tuve que leer mandatado por el maestro de Lengua y Literatura, a quien pasados los años sigo sin perdonar.Espero que Rircardo Bada no me esté leyendo, porque se encaja aquí desde Colonia y me mete Misericordia o Fortunata y Jacinta por el buche hasta atascarme la traquea, logrando así mi muerte o desaparición de este mundo tan divertido por mucho que la jartá de dormir que significa en última instancia el final del tránsito, no tenga muy mala pinta.

Y si a eso sumamos un ritmo sin el menor cambio en el color ni en el tempo, a excepción de la discoteca sesentera en el que la escenógrafa convierte el estudio del pintor, o dos notas de humor que rompieron con suaves sonrisas el sopor de la hora y media de función, el resultado no puede ser muy atractivo que digamos, al menos y desde luego para una noche de viernes que en mi caso siguió con don Diego el de la Bohemia, paymoguero de noble cuna y entendido en cantes, acompañado a la guitarra por el compositor Rafa Pérez, de Rafa y los Pérez, cantando un sentío fandango cané del Alosno: He nasío en Pensilvania, / allí será mi sepelio. / Me levanto a la mañana / como el pensilvano medio. Ahí es ná.

Siguiendo con lo que estábamos y ya no les molesto más, entre otras cosas porque hay poco que reseñar, los actores bien. En el tono de voz las señoras no tanto y ahora para la fiesta internacional del regalo que se avecina, a ver si Papa Noel o los Reyes Magos de Oriente le traen algún decibelio que otro a las dos. Por lo demás, todo correcto, la escenografía en el fondo bien, sobre todo en el modo de resolver escenas distintas que se mezclan con sapiencia –quizás lo mejor de la obra, lo cual además denota que hay oficio-, aunque uno se esperaba un espacio vacío y unos textos más dramáticos si cabe, ajustados a estos tiempos de ahora, y por supuesto con silencios y ese parar el tiempo en el patio de butacas que tan complicado es de lograr.
En fin, hoy el Nabuco, también en el Gran Teatro, que a ver cómo meten el coro de los esclavos en el escenario, y mañana a eso de las seis Rafa y los Pérez en el Mandala. Resistiré, / para seguir viviendo. / Soportaré los golpes y jamás me rendiré. / Aunque los sueños se me rompan en pedazos. Qué bonito el Dúo Dinámico, no sé cómo Rafa Pérez no versiona sus canciones.
Reportaje gráfico: H.Corpa
TRISTANA de Benito Pérez Galdós en versión de Eduardo Galán. Dirección: Alberto Castrillo Ferrer. Escenografía: Mónica Boromello. Iluminación: Nicolás Fischtel. Vestuario: Cristina Martínez. Música y espacio sonoro: Tuti Fernández. Reparto: Olivia Molina, Diana Palazón, Pere Ponce y Alejandro Arestegui.Gran Teatro de Huelva. Aforo: 640 localidades (Lleno); 20 de octubre, 2017. Aplausos de rigor.