arquitectura
La antigua cárcel de Huelva, un edificio histórico abandonado que podría albergar el Conservatorio de Danza
Analizamos con dos expertos las características y el actual estado del inmueble, que dejó de utilizarse hace casi dos décadas
El lamentable estado de la antigua cárcel
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La antigua cárcel de Huelva, ubicada en el barrio de Isla Chica, va camino de cumplir un siglo. Sin ningún uso desde 2006, el edificio podría convertirse en el ansiado Conservatorio Profesional de Danza de la ciudad. Así lo afirmó el actual equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Huelva en el último pleno del pasado mes de noviembre, donde se especificó que también albergaría un centro cultural.
Aunque el Plan de Infraestructuras Educativas de 2022 ya contemplaba una partida de seis millones de euros para este proyecto, actualmente no hay plazos de ejecución, pero sí un acuerdo con la Delegación de Desarrollo Educativo de la Junta de Andalucía. Según este, el Ayuntamiento, como titular del edificio, cedería una parte a la institución regional para que esta se hiciera cargo de su restauración.
En cualquier caso, desde el Consistorio aseguran que, a fecha de hoy, sobre la mesa hay un acuerdo que refleja la «declaración de intenciones y la voluntad» de ambas instituciones de acometer el proyecto, al que aún «habría que darle forma».
Situado en la avenida Federico Molina, el inmueble ha sido propuesto para albergar el conservatorio dadas sus dimensiones y su ubicación estratégica, en una de las principales arterias de la ciudad. Cuenta con una superficie de 3.624 metros cuadrados y fue diseñado por el arquitecto José Luis Aranguren en 1930. Asimismo, está incluido en el Catálogo de Edificios y Elementos de Interés en grado de protección integral monumental y, en 2013, fue declarado Lugar de Memoria Histórica.
Examen preliminar del edificio
Luis Alfonso Morales y Nuria Pazos, integrantes del estudio onubense Al futuro arquitectura, han analizado para Huelva24.com las características y el estado de conservación del histórico edificio. Lo han hecho sin «un trabajo previo de visita y análisis exhaustivo al interior», por lo que no se trata de una inspección técnica, sino de la opinión de dos profesionales que, además, viven por la zona.
La antigua cárcel acumula «años de abandono« y ha sido objeto de actos vandálicos, el robo de todo cuanto quedaba en su interior y su ocupación desde 2009. Sin embargo, para Luis y Nuria, el principal problema del inmueble resulta de la combinación de un «mantenimiento negligente» con la climatología: «Una primera tormenta mueve una teja, la segunda introduce agua, que debilita la madera y oxida el soporte; lo que hace que se caigan más tejas». «Poco a poco se acabará derrumbando todo si no se detiene a tiempo, con el consiguiente riesgo para la ciudadanía«, explican.
Asimismo, otro riesgo para el edificio es la vegetación, que, según imágenes de satélite, está «descontrolada en el interior de los patios». «Sus raíces dañan la estructura e introducen humedad en los muros» y, además, en verano se seca «aumentando el riesgo de incendio».
Según los integrantes de Al futuro arquitectura, el tejado de la cárcel sufre un «colapso« en algunos puntos, que »se puede ver desde la avenida«. A priori, resulta «urgente» su mantenimiento, con el fin de detener la degradación progresiva de su estructura metálica. También se deberían restaurar las zonas dañadas, «sustituyendo piezas rotas o desaparecidas de las tejas por otras similares», así como llevar a cabo «un desbroce general« y »mantener el agua a raya en las paredes con una pintura«.
En cuanto a su propuesta como Conservatorio Profesional de Danza, Luis y Nuria aseguran que «la idea nos parece fantástica» dada las cualidades del edificio, que cuenta con zonas administrativas y espacios luminosos. Su uso cultural «renovaría la vida en el barrio», apuntan.
No obstante, tienen dudas respecto a la conservación de los muros exteriores, pues «nos parece tan disparatado mantenerlos tal cual, como destruirlos por completo». Por un lado, «son un tapón infranqueable para la circulación del barrio», pero, por otro, «forman parte de su historia»; por lo que «quizá la solución pase por perforar los muros en zonas de afluencia sin que otras partes dejen de recordar su origen», detallan.
Un inmueble regionalista y «poco común»
Desde un punto de vista arquitectónico, ambos profesionales coinciden en que las cárceles son un edificio «poco común», especialmente esta, por encontrarse integrada en la trama urbana. Aunque en el momento de su construcción se situaba a las afueras, el crecimiento de la ciudad la ha incluido en uno de sus barrios más transitados.
Además, por su finalidad, el edificio sigue «una lógica diferente», que tiene su origen en la Ilustración. Se inspira en el concepto de panóptico (pan significa 'todo' y óptico 'visión') del siglo XVIII, ideado por el filósofo inglés Jeremy Bentham. Este permitía que «pocos guardias pudieran controlar a muchos presos«, explica Luis, lo que se conseguía con »un espacio central de vigilancia hacia el que daban las celdas«.
Así, el inmueble presenta un sistema de dos niveles: uno para el observador, que va en una torre central; y otro para el observado, los presos, que va en el borde exterior. Según el arquitecto onubense, en el panóptico «el poder se ejerce de una manera sutil por la indefensión y la sensación de vigilancia, pues no sabes cuándo se están observando».
A nivel estético, desde Al futuro arquitectura destacan la techumbre del edificio. Esta va sobre estructuras metálicas y se completa con tejas planas de estilo Marsella en la mayoría de los bloques, que recuerdan a las de la Casa Colón y el Barrio Reina Victoria. Del mismo modo, sobresalen las tejas árabes esmaltadas en blanco y verde de dos de los torreones.
Un pasado manchado
Desde finales de los 60 hasta 1978, la antigua cárcel de Huelva fue un centro de internamiento de homosexuales. La dictadura franquista los juzgaba al amparo de la ley Ley de Vagos y Maleantes y el médico Vallejo-Nájera diagnosticaba «síntomas» como la «holgazanería, la importunidad, las tendencias cleptómanas, la agresividad o el vagabundeo«.
Sus presos sufrieron electroshock y esterilizaciones forzosas que pretendían evitar la «propagación» del colectivo.
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El régimen franquista ordenó por un decreto del 25 de enero de 1968 el internamiento de este tipo de presos. Los condenados eran internados durante un periodo de entre tres meses y tres años para su «reeducación». La privación de libertad estaba regulada por el Tribunal de Calificación, con presencia eclesiástica y encargado de determinar la duración del «proceso de curación».
El encarcelamiento del colectivo homosexual se camuflaba en los expedientes de los centros de internamiento señalando como motivo enfermedades mentales como la esquizofrenia.
La antigua Prisión Provincial de Huelva es un exponente de la represión franquista en el terreno de la libertad sexual. Como tal, el edificio fue declarado en 2013 Lugar de Memoria Histórica por la Junta de Andalucía, en recuerdo a todas las personas que fueron encarceladas por su orientación sexual.
