Día de Todos los Santos en el cementerio de Huelva: «La docena de claveles está carísima»

«Siempre hay tristeza, pero hay que quedarse con los buenos recuerdos», señala uno de los onubenses en la multitud que cumple con la tradición de visitar a sus difuntos en este señalada fecha en la que el recuerdo tiene forma de flor

Imágenes del Día de todos los Santos en el cementerio de Huelva

Los cementerios de Huelva refuerzan sus servicios para la festividad de los difuntos

Puesto de Flores El Acebuche, en el Cementerio de Huelva FRAN ÁLVAREZ
Mario Asensio Figueras

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Se dice que nadie muere del todo mientras es recordado. El testimonio vivo parece mantener en el presente un vínculo con la esencia de quien se fue. El Día de Todos los Santos, ese recuerdo que permite mantener vivos de algún modo a los difuntos, sin duda tiene forma de flor. Sus colores y su aromas hacen menos fría y dura las piedras de las lápidas. El reciente temporal ha aclarado nombres y fechas y se posa en ellas la claridad que deja pasar un manto de nubes grisáceas desmenuzadas. Bajo ellas el Cementerio de la Soledad es un antónimo de su nombre y se muestra repleto de compañía.

Los aparcamientos desbordados ya dan permiten en una instantánea adivinar qué hay dentro. Más cerca de la puerta los puestos de flores despliegan la primavera en pleno otoño. De puertas para adentro el equipo de los vivos es una multitud y viene con refuerzos para establecer el diálogo de oraciones y pensamientos con los seres queridos.

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Familias enteras vienen a cumplir con la tradición de visitar a los que faltan. La algarabía acompaña a los clanes gitanos, que acampan con sillas y neveras en torno a las tumbas, dispuestos a echar el día. Muchas menos personas vienen solas a honrar a sus difuntos, pero también está el prototipo de mujeres entradas en años, supervivientes de una generación entregada al cuidado de su familia y que lo sigue haciendo. Ahora el esmero se pone en que las flores estén frescas y no les falte agua, en que la lápida luzca impoluta. Y sobre esa constante, el diálogo cambiante de los estados de ánimo, diferente a cada rato.

«La falta la sigo sintiendo igual»

Flori, 67 años, no falta nunca a la cita con este día y admite que viene varias veces durante el año. Visita siempre a sus padres, a sus suegros y a amigos. Reconoce a Huelva24 que «aunque ya ha pasado un tiempo la falta la sigo sintiendo igual. Se tiene muy presentes a los que faltan». Ha comprado varios ramos de claveles y también rosas.

Con un ramo de flores blancas camina Francis, de 40 años. Ha venido a visitar a tus abuelos en un día que considera «especial» y que mezcla sentimientos. «Siempre hay tristeza, pero hay que quedarse con los buenos recuerdos», opina. Los suyos están detenidos en la infancia: «He vivido mucho con ellos y me han dado muchísimo amor».

En su caso, como en otros, la alegría por haber compartido el tiempo juntos le ha ganado el pulso al dolor, aunque este nunca desaparece, aferrado a la nostalgia, al vacío de la ausencia, al echar de menos esa compañía en cada acto cotidiano, que a la vez son una suma de motivos para recordarlos siempre.

Flores del mundo

El vínculo lo propician las flores y el puesto El Acebuche está repleto de especies de todo tipo de colores, tamaños y precios. El muestrario crece cada año porque la globalización pone al alcance de la mano los paisajes de todo el mundo, pero a la vez el precio complica cumplir con la tradición si se busca lo exquisito.

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M. A. F.

«La docena de claveles está carísima. Cuesta alrededor de los 15 euros, cuando normalmente está en 10», explica Chari, durante 30 años al frente del negocio que ahora regenta su hija mayor. Se jubiló hace dos años pero viene a ayudar. Si normalmente hay dos personas que se turnan entre las nueve de la mañana y de la noche, ahora despachan sin parar siete personas. «Estos días faltan manos», asegura.

Una rosa de Holanda cuesta entre 20 y 30 euros, 60 la docena de rosas de Ecuador y una orquídea, entre tres y 10 la unidad

Continúa hablando de precios y comenta que hay muchas variables. En orquídeas, por ejemplo, en función del tamaño, la calidad y procedencia la hay de tres y de 10 euros. Una rosa negra de Holanda puede estar entre los 20 y los 30 euros, mientras que una docena de las «preciosas» rosas de Ecuador alcanza los 60 euros, cinco la unidad. «Normalmente vale 30 euros, pero se ha puesto al doble», apunta.

«Tenemos que pedir mucha cantidad y hay que importar a otros países y el coste del transporte y los intermediarios encarece todo mucho», detalla Chari, que indica que antes la variedad era limitada y el muestrario se limitaba a los viveros andaluces y ahora la oferta se ha internacionalizado. Las importaciones acaban en los grandes almacenes de Chipiona, donde descargan los mayoristas y comienza a distribuirse la mercancía.

El esfuerzo y el desembolso por tener lo mejor va en consonancia con la alta demanda. «En estos días se vende muchísimo. Teniendo en cuenta el desembolso que hacemos y lo que vendemos, una semana representan tres meses de trabajo. Es una barbaridad».

Preferencias clásicas y exóticas

Esta experta en la floricultura afirma con rotudidad que la flor clásica en estas fechas es siempre el clavel, que «se sigue vendiendo mucho», así como clavellinas y margaritas, aunque van ganando terreno «flores más sofisticadas». De Holanda vienen las gerberas reinas, los tulipanes y las margaritas. Estas últimas son «las mejores, porque son una fusión entre la margarita española y la dalia», lo que da como resultado «una margarita rellena, preciosa». También son las mejores en su clase las rosas de Ecuador y los claveles de Colombia.

En cuanto a los clientes, la distancia con la pérdida de los seres queridos lo es todo. «Quienes han perdido a familiares hace poco vienen con reparos, como es lógico», comenta Chari, mientras que cuando ha pasado más tiempo «nos saludan con alegría y nos dan besos. Todo el mundo trae su penita y esa falta no la va a cubrir nada, pero el tiempo lo suaviza». Unos y otros, con diferentes cargas emocionales, cumplen con la tradición para sentir más presentes a los que se fueron.

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