El equilibrista y el salto al vacío

Hace 38 años, el francés Philippe Petit caminó entre las dos Torres Gemelas sobre una cuerda floja. Rozó el abismo pero pudo más su fe y su certeza. Ayer, mientras el austríaco Felix Baumgartner volaba desde 39.000 metros, el Recreativo encajaba su segundo gol en Girona, aproximándose a una nueva derrota fuera de casa. Proezas, las de Petit y Baumgartner, que coincidían con otro salto al vacío de un equipo empeñado en no encontrar el equilibrio.

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Les recomiendo encarecidamente que vean un documental. 'Man on Wire' cuenta la historia de un funámbulo francés y su aventura personal llena de paseos imposibles y locuras incontables. La obsesión por caminar entre las dos Torres Gemelas fue tal, que ésta comenzó incluso antes de que estuvieran construidas. Denominado 'el crimen artístico del siglo', por la clandestinidad de la proeza, Petit logró cruzar entre ambos edificios sobre una cuerda floja. Decían que era capaz de sonreír y saltar sobre la cuerda ante la atenta mirada de la policía. Mezcla de talento, certeza y fe en uno mismo. Límites posibles.

Casi medio siglo después, un austríaco ha llevado los límites del ser humano un poco más lejos. Felix Baumgartner no sólo batió ayer varios records, entre los que se encontraban el de salto desde más altura y a mayor velocidad jamás realizado, sino que ejemplificó que lo imposible deja de serlo cuando uno se empeña en conseguirlo. Tanto Baumgartner como Petit visualizaron un objetivo soñado y pusieron todo de su parte para lograrlo. Pero, ¿hubieran sido posibles ambas hazañas sin concentración máxima? Seguramente no, y es por ello que toda meta exige, además de talento y fe, un compromiso desmedido por la causa.

Ayer también tuvo lugar otra hazaña, muy alejada de las anteriores. El Recreativo de Huelva volvió a tocar fondo, algo que parecía imposible después de la derrota en Elche, y rozaba el ridículo, de nuevo, fuera de casa. No hay explicaciones posibles para argumentar como un grupo de jugadores son capaces de golear y, siete días más tarde, encajar cinco. La ausencia de concentración e intensidad en momentos puntuales, como cuando Baumgartner se preparaba para volar o Petit para cruzar la línea que separa al hombre del abismo, se antoja vital de necesidad. No hay equilibrio sin pausa para pensar antes, ni suelo firme sin confianza en que se va a tocar.

Sergi Barjuan asumió su particular salto al vacío con un estilo arriesgado. Se apresuró a ofrecer antes que a disponer. Sentó las bases de un objetivo firme y apostó decididamente por una forma de conseguirlo. Pero aquí Sergi no está sólo con una cuerda floja bajo sus pies o con 39.000 metros por saltar. La capacidad para motivar sí depende de él pero la concentración durante el tiempo que dure el salto es cosa de once. El Recreativo tendrá que poner los pies en el suelo antes de emprender la subida. Acertar a ver cuáles son sus virtudes, que tan bien utiliza en casa, y aplicarlas decididamente fuera. Tendrá que encontrar el equilibrio si no quiere precipitarse al vacío sin red ni paracaídas. 

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