Acongojado
Debutante en la categoría, a Oliver de la Fuente Ramos le vino grande el partido. Adscrito al comité castellano-leonés, este joven vallisoletano ya tenía a sus espaldas quince partidos en la categoría, incluso con arbitraje previo al Decano, en su derrota merecida en Sabadell.
El trencilla, con solo 22 años, ha protagonizado una meteórica carrera hasta ascender a la Liga Adelante. Fútbol profesional que exige otra talla, de la que el propio protagonista es consciente, como así explicó en una entrevista concedida al diario. Al llegar a un terreno de juego hay que comportarse de la misma manera que lo haría cualquier compañero más veterano. No soy un niño, pero tengo 22 años así que, efectivamente, soy muy joven. Una personalidad fuerte ayuda mucho a dirigir un partido, dijo en el pasado mes de junio.
Pero como se suele decir, del dicho al hecho hay un trecho. Nunca fue un partido cómodo, con un estadio en el que el número de aficionados del equipo rival igualaba al del local. Todas sus acciones serian protestadas y con el paso de los minutos fue sintiendo el peso de la presión. Porque por muy preparado que esté, necesita curtirse en categorías inferiores para ir soportando con naturalidad partidos de este tipo, si quiere seguir mirando hacia adelante en su carrera como árbitro.
En el Nuevo Colombino falló en todas, o al menos en las más reseñables. Dos posibles penaltis, uno por manos y el otro en un derribo en carrera, y un gol fantasma que la televisión ha venido a mostrar que fue legal. Quizás echó en falta más ayuda de sus asistentes, pero el rasero a la hora de mostrar cartulinas quedó claro a donde apuntaba.
También dijo en la entrevista que somos personas normales. Los futbolistas entrenan una serie de cosas, y nosotros, también. A veces no se nos entiende y otras debemos vivir con el error. Cuando un árbitro falla, es el más preocupado, el que más triste se va a casa. Los aficionados claman, pero no es así. En esos momentos duros hay que analizar las cosas que se han hecho mal. Siempre aprenderás del error, no del acierto. La clave pasa también por mantener una mentalidad fuerte para no venirse abajo.
Está claro que tiene trabajo por delante tras lo ocurrido. Y la Federación, que reflexione profundamente y respete mucho más al Decano, que se juega muchísimo como para que personas en formación tengan que dilucidar su futuro.