La chica se queda a cuadros
El pasado día 8 de diciembre surgió por generación espontánea en Huelva un Rodolfo Valentino postmodernista con aires de Antonio Vega: “Me asomo a la ventana eres la chica (de la camisa de cuadros) de ayer (…). Mi cabeza da vueltas persiguiéndote”.
La cosa empezó como cualquier trama de serie adolescente norteamericana. Chico conoce a chica en un concierto, el mozo queda fascinado por los encantos de la gachí y la aterciopelada mirada de ella acaricia su corazón cual flecha de Cupido.
Atmósfera vaporosa envolviendo su silueta, brillo resplandeciente de sus dientes con cada sonrisa, pelo ondeando al viento, movimientos a cámara lenta, violines y fanfarrias en la mente del romántico protagonista, lo de siempre. Le entro, no le entro… qué larga se le tuvo que hacer la noche a Romeo deshojando la entrada del evento, especialmente cuando se dio cuenta de que el ticket equivalía a una consumición gratis.
Según explica nuestro Don Juan, tras varios titubeos iniciales realizó un amago de acercamiento, pero se arrepintió a mitad de camino abortando la misión, no sabemos si con un moonwalk de fina ejecución u otra maniobra de evasión parecida. ‘Roneo’ interruptus… o non nato, para ser más exactos.
La inusitada belleza de Julieta bloqueó todo despliegue de arte amatorio y no fue capaz de articular el socorrido “¿estudias o trabajas?” para romper el hielo, aunque esta fórmula hoy en día puede ser más una declaración de guerra que de amor con lo complicado que está el asunto laboral.
Apesadumbrado y desdichado por la ocasión perdida, al día siguiente ingenió un plan para contactar con ella tras el fallido simulacro. Fue entonces cuando decidió empapelar las calles de Huelva con folios que contenían un relato titulado ‘A la chica de cuadros’. El texto, completamente anónimo, narraba el longitudinal contacto visual entre ambos y detallaba una “exhaustiva” descripción sobre su amor platónico de discoteca, aportando datos tan concretos y definitorios como su afilada mirada y un inhabitual estampado de blusa con motivos geométricos equiláteros.
El retrato robot daría un rango de coincidencias en Huelva de entre 80.000 y 90.000 sujetos (sujetas en este caso), pero nadie va a poner en duda que sea suficiente razón para postularse como posible madre de sus hijos. Inciso para apunte de la pasarela Cibeles: esta temporada se llevan las rayas, esa chica no te conviene. En todo caso, a cuadros se ha debido quedar ella al enterarse del revuelo.
Además de compartir cartel callejero con conquistadores ilustres como Rajoy, el Romeo de las marismas puso toda la carne digital en el asador, llevando a ebullición las redes sociales para amplificar su llamamiento y poder dar así con ella. Creó su propio hashtag, #ChicaDeLaCamisaDeCuadros, y habilitó una cuenta de correo (chicadelacamisadecuadros@gmail.com.) como vía de contacto. Cuánto tiempo libre. Leí un comentario de los lectores que decía algo así como que “a este lo mandaba yo a la mili”. Pues eso.
La historia no tuvo final Disney. El propio protagonista redactó un comunicado horas después contando el desenlace. En dicho escrito hacía público su ingreso en el ‘Calabaza´s Club’ al esclarecer las pesquisas de la investigación que la susodicha tiene maromo. De serie norteamericana a culebrón venezolano.
Tras viralizarse de manera fulgurante, pocos se han mantenido impermeables a la intriga suscitada y el tema ha adquirido la categoría de comidilla en Huelva. Un típico personaje loser con el que identificarse, la parafernalia emocional como gancho, el enigma de una chica desconocida… tenía todos los ingredientes de un best seller social. Pero, ¿qué hay detrás de este relato?, ¿es la acción espontánea de un romántico infatigable?, ¿un experimento sociológico?, ¿una campaña publicitaria encubierta tal vez? Esa parte del misterio quedará probablemente sin resolver.
Muchos especulan con que el formato es idéntico al usado en estudios del comportamiento humano realizados anteriormente y que ha podido ser adaptado ya sea con fines teóricos o como mero pasatiempo. Dentro de la tormenta de ideas para descifrar este particular jeroglífico, mi rayo cognitivo encontró una toma de tierra en la referencia a Aslándticos, grupo de música que tocaba mientras se produjo el flechazo. En la carta que difundió nuestro Romeo, el nombre de la banda cordobesa aparece acompañada por una almohadilla (#), elemento con el que se conforman los hashtags en Twitter. Es significativamente discordante emplear en una misiva romántica una referencia de promoción propia de las redes sociales. Ahí lo dejo.
Fuese esa la intención o no, la campaña de visibilización de Aslándticos en Huelva se ha materializado. Quizás suene a teoría de la conspiración, pero en este tablero de incógnitas sin resolver cada mente es un dado que desliza hipótesis como si de fichas se trataran.
@ManuelGGarrido