¿Obligatorio ser felices?
Me llama la atención que para la mayoría de la gente sea inconcebible una Nochebuena o Nochevieja en soledad. Sin embargo, para mí y otras personas que conozco, no lo es. Yo mismo he pasado más de una de estas noches solo aunque, bien es verdad, que en circunstancias diferentes a las de este año en el que, una sombra alargada y oscura del pasado, ha querido demostrar su poder sobre mí. Esa sombra fantasmagórica me cansa más que un comunista de nuevo cuño, que en pelea intrincada contra la naturaleza de las cosas, quiere convertir la libertad en doctrina de igualdad imposible.
En realidad, el sentido de tradición pesa más que el de realización personal. Comprendo que la gente se quiera reunir en torno a una mesa y pasar unas horas agradables hablando de lo bueno y de lo malo, pero no como obligación o como pleitesía a unas costumbres que para tantos han dejado de tener sentido religioso. En mi caso, que soy creyente –sigo siendo un católico muy, muy heterodoxo-, la significación mesiánica del 25 de diciembre perdió sentido hace tiempo y el cambio de año solo me recuerda que con suerte, el ciclo que empieza supondrá un año más en la contabilidad de mis días. Por lo demás, ninguna otra cosa que decir al respecto.
Además, ¿por qué es obligatorio ser feliz, sentirse feliz o aparentar esa felicidad en estas fechas? ¿Por los reclamos comerciales? ¿Porque se come diferente? ¿Porque ponemos kilos por la ingesta masiva de azúcar? ¿Porpue el mensaje interpersonal ha de ser en clave de sonrisa y satisfacción? ¿Porque estar más o menos borracho no llama la atención? La verdad es que yo ya me he emborrachado bastante en mi vida y lo cierto es que tampoco puedo decir que eso me haya hecho más feliz, más bien al contrario, Pregunto y me pregunto: ¿desparecen los problemas en estas fechas? ¿Son los pobres menos pobres? ¿Recuperan los afectados por pérdidas emocionales esas ausencias? ¿Sanan los enfermos? ¿Dejan de morir las personas? ¿Paran las guerras? ¿Se traducen las buenas intenciones en actos auténticos de solidaridad personal o mundial? ¿Cambian los órdenes injustos a otros justos, las dictaduras a democracias o crece cualquiera de nosotros tan siquiera un centímetro más en su estatura? ¿Dejan de ser víctimas de sus verdugos los maltratados y las maltratadas o desparecen sus secuelas en Navidad o Año Nuevo? Estas y tantas otras preguntas, ¿verdad?
Lo que puedo decir es que una Nochebuena en soledad –la Nochevieja también-, es un momento ideal para la contemplación interior y para la catarsis. Las costumbres no son más que éso, usos antropológicos y a veces es espléndido poder apearse de los mismos para avanzar en el propio norte o, si se quiere, para evitar los programas navideños y ver una película o, simplemente, dormir o meditar, leer o escribir y, si les apetece, pintar o escuchar música. En determinadas circunstancias, me parece que es mejor la compañía de uno mismo, la persona con la que estamos destinados a pasar el resto de nuestros días, haya o no otros seres con nosotros, y con quien debemos ir ganando una relación más que cordial y fluida.