Antonio Molina, las lágrimas del recreativismo

No todo el mundo tiene el orgullo de vestir la camiseta del club más antiguo del país. Este año, desgraciadamente, los que tenían este privilegio no han dado la talla y han arrastrado el escudo durante toda la temporada, generando así, el enfado de una afición que ha aguantado mucho. Risas, celebraciones, malos resultados o reproches han sido solo una pequeña parte de lo que ha tenido que sufrir el dorsal número doce del conjunto onubense.

No todo el mundo tiene el orgullo de vestir la camiseta del club más antiguo del país. Este año, desgraciadamente, los que tenían este privilegio no han dado la talla y han arrastrado el escudo durante toda la temporada, generando así, el enfado de una afición que ha aguantado mucho. Risas, celebraciones, malos resultados o reproches han sido solo una pequeña parte de lo que ha tenido que sufrir el dorsal número doce del conjunto onubense.  Sin embargo, hay excepciones. Una de ellas es la de Antonio Molina. El joven canterano del Decano ya demostró en pretemporada que quería ganarse un hueco en el primer equipo. Asimismo, durante esta temporada, ha estado entrenando varias veces con los artífices del doble descenso e incluso ha contado con algunos minutos, demostrando siempre su gran calidad y su gran desparpajo. Un sueño que no muchos pueden contar que se intensificó, aún más, el pasado domingo.  El onubense volvió a defender la elástica albiazul en el último partido de la temporada frente al Lorca Deportiva. Salió en la segunda parte ya con el partido resuelto, pero lo que nadie se esperaba es que, con tan solo 17 años, iba a hacer historia, anotando su primer gol con el primer equipo. Un tanto que significa mucho más que eso y de ahí la celebración. Antonio rompió a llorar, conmocionando a todos los presentes que, rápidamente, le regalaron una tremenda ovación.

El onubense volvió a defender la elástica albiazul en el último partido de la temporada frente al Lorca Deportiva. Salió en la segunda parte ya con el partido resuelto, pero lo que nadie se esperaba es que, con tan solo 17 años, iba a hacer historia, anotando su primer gol con el primer equipo. Un tanto que significa mucho más que eso y de ahí la celebración. Antonio rompió a llorar, conmocionando a todos los presentes que, rápidamente, le regalaron una tremenda ovación. El joven canterano vivió un momento que seguro recordará siempre, y además, abrió una puerta a la esperanza.

Esas lágrimas significan “recreativismo” y el futuro de los blanquiazules ya no pasa por los nombres que, una vez más, han demostrado que no sirven. El porvenir del Recre pasa por la cantera que sigue creciendo a pasos agigantados y que cada vez que se tiene que tirar de ella se confirma que están trabajando día a día por y para su Decano.