CONFIDENCIAL
El runrún: Ramón López, el ‘seismileurista’
El pasado fin de semana supimos de la llegada desde tierras suizas de quien fuera candidato a la Alcaldía de la capital en la últimas municipales, Ramón López. Llegó el pasado sábado, día de reflexión, tras varios meses de ausencia, ya que que como muchos sabrán se marchó, precisamente, tras fracasar en su empeño de desalojar a Gabriel Cruz del trono consistorial.

Fue un viaje relámpago, de menos de 48 horas, para participar como cualquier español en las Elecciones Generales. Porque Ramón se niega a votar por correo, convencido de que se iba a producir un pucherazo en los sufragios emitidos vía postal. Pero vaya si aprovechó el viaje.... Lo primero que hizo fue pasearse por El Rompido, donde grabó uno de sus vídeos para contarnos su vida y sentimientos de exiliado. “Quién iba a decirme unos años que iba ser un emigrante”, se dijo para sí. Pero él, por lo que nos confiesa, al contrario que la mayoría de quienes dejan su tierra por necesidad, lo es “porque quiere y porque puede”. Es más, asegura estar muy feliz en Suiza, un país que le tiene “enamorado”, donde recientemente le concedieron el permiso de residencia por cinco años y en el que se gana la vida “honradamente”. Y “muy bien que me la gano”, puntualiza. De hecho, no tiene empacho en contar a todos sus seguidores lo que gana en el país helvético: al cambio, 6.000 euros libres de impuestos. Eso sí, explica que allí un café le cuesta 4 euros y medio, por lo que confirma que el nivel de vida es muy superior. Aun así, Ramón hace números y comparándose con un mileurista español que paga 1,5 euros por ese café, ve que le salen las cuentas.
Y quizá por si alguien dudaba de su condición de ‘seismileurista’, subió al rato a su Facebook otro vídeo en el que aparecía al volante bromeando con la asistente de voz de un Mercedes de alta gama. Pues nuestra enhorabuena, naturalmente, ya que es muy meritorio para alguien con tanto apego a su tierra conseguir ser feliz en el extranjero viviendo de su trabajo. Lo que no hemos conseguido saber aún es a qué se dedica en un país, como el mismo reconoce, bastante restrictivo en cuestiones laborales, aunque no descartamos que algún día lo comparta con su paisanos.
Se llama ‘Salvaje’. En septiembre ya avisábamos de que el local dedicado a la restauración ubicado en la avenida Villa de Madrid, en el barrio de Pescadería, y cuyo último inquilino fue ‘Bemoles’, iba a tener una nueva vida. Señalamos entonces que el relevo lo cogería gente con experiencia, como los responsables de La Mirta, que ya cerró en la capital, y del Club de Golf de Bellavista. También apuntamos que la dirección correría a cargo de Txema Martín. Lo que ahora podemos anunciar es que el local tiene más cerca su apertura. la fachada ya luce un nuevo ‘look’ y el interior está comenzando a volverse más 'Salvaje'. Precisamente éste es el nombre del nuevo negocio. Esta mañana se instaló el cartel, que luce rodeado de mucha vegetación. Este esplendor selvático también se apreciará su interior, que no tendrá sólo flora, sino también fauna. Por ejemplo, habrá un rinoceronte. Y ya no decimos más, que no queremos desvelar las muchas sorpresas que están por venir. Lo cierto es que pinta bien.
¡Fuera, sucios satélites! Cuando muchos onubenses vieron el pasado lunes unas extrañas luces que parecían ser pequeñas estrellas fugaces alineadas cruzando el firmamento, nadie sospechaba que tras ellas pudiera haber una polémica de dimensiones ‘galácticas’. Con el misterio ya resuelto y conociendo que el presunto ‘avistamiento ovni’ no era más que un ‘tren’ de satélites lanzado al espacio por el controvertido magnate estadounidense Elon Musk –el creador de los coches autónomos Tesla–, el debate está en si está legitimado este empresario para llevar a cabo su proyecto. Nos referimos a Starlink, un sistema basado en miles de satélites que orbitarán alrededor de la tierra y que servirán para conectar a todo el planeta, incluyendo aquellas zonas que hoy no tienen cobertura de ningún tipo. La idea que intenta vendernos Musk es la democratización de las comunicaciones. ¿Cómo no apoyar algo así?, se preguntarán. Y aquí está la cara menos amable de Starlink: podría cambiar el cielo nocturno tal y como lo conocemos. Al estar por encima de la superficie de la tierra, el sol seguirá reflejándose en ellos durante la noche, lo que significa que con los ¡más de 20.000 satélites! que contempla el proyecto, tendríamos a vista más de un centenar de ellos desde el ocaso al amanecer. Resumiendo, podría decirse que estas megaconstelaciones de satélites ‘ensuciarían’ nuestros cielos, por lo que está sobre la mesa una importante pregunta: ¿De quién es el cielo? ¿Puede una empresa imponer al resto de la humanidad algo así? Está claro que quienes vieron el pasado lunes el fenómeno les tuvo que parecer algo espectacular, ¿pero estaríamos dispuestos a privar a las futuras generaciones de un firmamento limpio de este tipo de aparatos en aras del progreso? Como decíamos, el debate está servido.