El runrún: Planes de nieve en la Sierra

Huelva cae gorda en 'First Dates'. Quien vea de forma regular el programa de Cuatro 'First Dates' estará acostumbrado a ver desfilar por su pantalla personajes de los más variopintos, todos ellos buscando con más o menos interés un compañero o compañera con quien compartir su vida. Estrategias a la hora de agradar al de enfrente en el peculiar restaurante donde tienen lugar estas primeras citas, la hay de todas clases. Sin embargo, para empezar con el pie izquierdo, nada mejor que crear un poco de mal rollo con la tierra de tu pareja en potencia. A eso precisamente se dedicaron dos chicas que hemos podido ver últimamente en el ‘dating show’ de Mediaset, una más de Huelva que un choco y otra, catalana, pero con una fijación extraordinaria por esta provincia. A la primera, Maria José, camarera de 32 años, le presentaron a Hervé, un francés de origen español que vive en Granada y es padre de dos hijos. La onubense, chapada a la antigua, como ella misma se definió, llegó al programa como Alaska: buscando un hombre “de verdad”. Y de entrada torció el gesto cuando supo que su cita era de esta lejana provincia andaluza: “¡Ay, los granaínos, que ustedes tenéis muchas cosillas escondías!”. Pero más que misteriosos, se refería a “mentirosos”, como se atrevió a decir, eso sí, cuando no estaba él delante. Sin embargo, Hervé hizo gala de una brutal sinceridad cuando explicó por qué no tendría otra cita con la onubense, que sí dijo que no le importaría repetir: “Me gustan las chicas con mejor cuerpo... con mejor culo”. El segundo caso es más rocambolesco, ya que tiene como protagonista a Anna, una barcelonesa de 19 años que tiene muy claras ciertas cosas: “A mí los chicos andaluces me gustan pero sólo los que sean de Huelva”. El problema es que su cita, Abraham, es sevillano: “Ha nacido en Sevilla, entonces ya... la ha liado”, explicó la catalana. Tampoco él estaba muy por la labor, ya que la vio un poco “sequita”, sin esa “chispita” que él buscaba. Lo asombroso del caso de Anna es que a ella le gusta Andalucía, “pero solo Huelva”, que “le tira un montón”. De hecho, veranea en El Portil porque su abuela alquila allí. Además, por si fuera poco, le encantan las Colombinas. El sevillano, claro, no quería contrariarla y reconocía que, aunque sólo lleva aquí seis meses, en Huelva “se está muy bien”. Ya en privado, Abraham se sinceraba: “Tiene mucha pasión por Huelva, pero no lo llego a entender. Esto tiene sus cositas, pero la verdad es que tampoco es, como quien dice... un paraíso”. Mientras tanto, ella sigue a lo suyo, persevera y tiene muy claro que su destino “está en Huelva”, aunque no parece que sea con su compañero de cena, teniendo en cuenta las diferentes perspectivas vitales de ambos. El dejó los estudios, trabaja de camarero y planea ir a Ibiza con sus amigos a buscar trabajo; ella, más tradicional, prefiere acabar sus estudios y conseguir un empleo que le permita tener una casa y formar una familia. La cosa acabó como era de prever y ninguno de los dos quiso una segunda cita.