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La música, medicina ancestral

La música está presente en nuestras vidas de forma diaria, tanto que en muchas ocasiones pasa casi inadvertida: anuncios, centros comerciales, salas de espera… Tiene diferentes efectos en nuestro organismo según el objetivo que nos propongamos. Pues bien, sabiendo esto tenemos la posibilidad de aprovecharnos de ella a favor de nuestra salud.

La música, medicina ancestral

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Desde tiempos prehistóricos la música (en principio la música percutida) ha sido utilizada para cantos y ritos. También, a lo largo de toda la historia hasta la actualidad, por chamanes encargados de curar los males de la gente de su tribu o aldea. Se sabe que en la antigua Grecia muchos filósofos, historiadores  y científicos han escrito sobre la cualidad terapéutica de la música; por ejemplo, Pitágoras recomendó hace más de 2500 años cantar y tocar un instrumento musical cada día para eliminar del cuerpo el miedo, las preocupaciones y la ira.

No debe sorprendernos, pues, que hoy día se haya extendido la práctica llamada Musicoterapia. Esta forma de terapia basa su trabajo en los efectos fisiológicos ya conocidos y estudiados de manera científica:

La música, medicina ancestral

Además de esto, la música, como bien sabemos, tiene la capacidad de evocar estados de ánimo. Si queremos tener un día relajado, ayuda ponernos música suave y tranquila desde que nos despertamos; si queremos un día cargado de energía, qué mejor que una canción que ‘nos cargue las pilas’. Los expertos afirman que la mejor música para estos propósitos es la que nos sea familiar y conocida, ya que será la que mayor impacto emocional tenga sobre nosotros.

Mi recomendación es que hagas de la música una parte importante de tu vida diaria. Sus efectos pueden ir a más con el tiempo: mejorará tu creatividad, tu felicidad, ¡incluso tu habilidad para aprender idiomas! La música no se limita a ser una increíble terapia para aquellas personas que padecen alguna enfermedad, también es un enorme potenciador de estados de bienestar, de salud, de amor y de felicidad, ¿por qué perdernos esta riqueza tan asequible y gratuita?

La música, medicina ancestral

Antes de despedirme, me gustaría compartir con vosotros algunos casos tratados con musicoterapia, y un vídeo que muestra los resultados.

Desde tiempos prehistóricos la música (en principio la música percutida) ha sido utilizada para cantos y ritos. También, a lo largo de toda la historia hasta la actualidad, por chamanes encargados de curar los males de la gente de su tribu o aldea. Se sabe que en la antigua Grecia muchos filósofos, historiadores  y científicos han escrito sobre la cualidad terapéutica de la música; por ejemplo, Pitágoras recomendó hace más de 2500 años cantar y tocar un instrumento musical cada día para eliminar del cuerpo el miedo, las preocupaciones y la ira.No debe sorprendernos, pues, que hoy día se haya extendido la práctica llamada Musicoterapia. Esta forma de terapia basa su trabajo en los efectos fisiológicos ya conocidos y estudiados de manera científica:La vibración de la música influye sobre el ritmo respiratorio, la presión arterial, las contracciones estomacales y los niveles hormonales (los ritmos biológicos se vuelven más rápidos o más lentos sincronizándose con los ritmos musicales.Altera los ritmos eléctricos de nuestro cerebro.Fomenta la producción de cortisol, testosterona, y oxitocina.Libera endorfinas.Es un analgésico.Mejora la memoria (y en general la capacidad intelectual).Reduce el estrés.Ayuda al desarrollo evolutivo a todas las edades, más cuanto más temprana es la edad, incluso desde el vientre materno.Además de esto, la música, como bien sabemos, tiene la capacidad de evocar estados de ánimo. Si queremos tener un día relajado, ayuda ponernos música suave y tranquila desde que nos despertamos; si queremos un día cargado de energía, qué mejor que una canción que ‘nos cargue las pilas’. Los expertos afirman que la mejor música para estos propósitos es la que nos sea familiar y conocida, ya que será la que mayor impacto emocional tenga sobre nosotros.Mi recomendación es que hagas de la música una parte importante de tu vida diaria. Sus efectos pueden ir a más con el tiempo: mejorará tu creatividad, tu felicidad, ¡incluso tu habilidad para aprender idiomas! La música no se limita a ser una increíble terapia para aquellas personas que padecen alguna enfermedad, también es un enorme potenciador de estados de bienestar, de salud, de amor y de felicidad, ¿por qué perdernos esta riqueza tan asequible y gratuita?Antes de despedirme, me gustaría compartir con vosotros algunos casos tratados con musicoterapia, y un vídeo que muestra los resultados. “Beatriz, una paciente de 55 años sufría de cáncer avanzado. Padecía de un dolor severo en su hombro izquierdo superior. Vivía sola en su apartamento en Nueva York y recibía cuidados en casa. Acudió a terapia musical por un estado depresivo y aislamiento social. Cuando llegó la terapeuta dijo que ella normalmente no escuchaba música, pero que escucharía cualquier cosa que le ayudara con el dolor. Era una artista que no había podido pintar más, no por el cáncer en sí sino más bien por el dolor que el pintar le ocasionaba. En la  evaluación que hizo la terapeuta se concluyó que se sentía enormemente triste y fatigada. Su habilidad mecánica estaba limitada. La terapia comenzó con música clásica que le produjo sensaciones de que estaba creando imágenes. Una de las obras que utilizó fue la Sinfonía Pastoral de Beethoven. Más adelante trajo música de calipso. En algunas de las sesiones trajo su guitarra y tocó para la paciente. Eventualmente pudo comenzar a pintar cuadros. Llegaba, incluso, a olvidar el dolor durante los periodos de música. Al irse la terapeuta dejaba los cassettes y otros materiales para que ella los pudiera escuchar. La musicoterapia se convirtió en una vía de expresión para ella. Comentó que le ayudaba mucho tener música especial cuando sufría dolores intensos, y podía manejar mejor el dolor. Poco antes de morir pudo dar un paseo en coche con un amigo y escuchar en un walkman mientras miraba el paisaje.”En el siguiente vídeo podemos ver a Henry Dryer, de 92 años, quien aparece parco y retraído. Sufre de demencia desde hace más de diez años y por eso no es capaz de reconocer a su hija. Sin embargo, su expresión cambia cuando la enfermera le pone canciones de Cab Calloway, uno de sus artistas favoritos. En sólo un instante, Henry abre los ojos de par en par y habla con fluidez: “La música me devuelve el amor, el romance. Me doy cuenta de que el mundo necesita cantar (…) El señor vino a mí y me concedió estos sonidos”, dice cuando se quita los auriculares.“Y preguntaban los chamanes y sabios si alguien enfermaba: ¿cuándo dejaste de cantar?, ¿cuándo dejaste de bailar?, ¿cuándo dejaste de contar historias?, ¿y cuándo dejaste de sentirte cómodo en el dulce espacio del silencio?...”psicosalud@huelva24.comEsperanza Gómez Harriero@PsicologaHuelvahttps://www.facebook.com/HarrieroPsicoterapiaswww.esperanzagomezharriero.com

La música, medicina ancestral

“Y preguntaban los chamanes y sabios si alguien enfermaba: ¿cuándo dejaste de cantar?, ¿cuándo dejaste de bailar?, ¿cuándo dejaste de contar historias?, ¿y cuándo dejaste de sentirte cómodo en el dulce espacio del silencio?...”

psicosalud@huelva24.com

Esperanza Gómez Harriero

@PsicologaHuelva

https://www.facebook.com/HarrieroPsicoterapias

Desde tiempos prehistóricos la música (en principio la música percutida) ha sido utilizada para cantos y ritos. También, a lo largo de toda la historia hasta la actualidad, por chamanes encargados de curar los males de la gente de su tribu o aldea. Se sabe que en la antigua Grecia muchos filósofos, historiadores  y científicos han escrito sobre la cualidad terapéutica de la música; por ejemplo, Pitágoras recomendó hace más de 2500 años cantar y tocar un instrumento musical cada día para eliminar del cuerpo el miedo, las preocupaciones y la ira.No debe sorprendernos, pues, que hoy día se haya extendido la práctica llamada Musicoterapia. Esta forma de terapia basa su trabajo en los efectos fisiológicos ya conocidos y estudiados de manera científica:La vibración de la música influye sobre el ritmo respiratorio, la presión arterial, las contracciones estomacales y los niveles hormonales (los ritmos biológicos se vuelven más rápidos o más lentos sincronizándose con los ritmos musicales.Altera los ritmos eléctricos de nuestro cerebro.Fomenta la producción de cortisol, testosterona, y oxitocina.Libera endorfinas.Es un analgésico.Mejora la memoria (y en general la capacidad intelectual).Reduce el estrés.Ayuda al desarrollo evolutivo a todas las edades, más cuanto más temprana es la edad, incluso desde el vientre materno.Además de esto, la música, como bien sabemos, tiene la capacidad de evocar estados de ánimo. Si queremos tener un día relajado, ayuda ponernos música suave y tranquila desde que nos despertamos; si queremos un día cargado de energía, qué mejor que una canción que ‘nos cargue las pilas’. Los expertos afirman que la mejor música para estos propósitos es la que nos sea familiar y conocida, ya que será la que mayor impacto emocional tenga sobre nosotros.Mi recomendación es que hagas de la música una parte importante de tu vida diaria. Sus efectos pueden ir a más con el tiempo: mejorará tu creatividad, tu felicidad, ¡incluso tu habilidad para aprender idiomas! La música no se limita a ser una increíble terapia para aquellas personas que padecen alguna enfermedad, también es un enorme potenciador de estados de bienestar, de salud, de amor y de felicidad, ¿por qué perdernos esta riqueza tan asequible y gratuita?Antes de despedirme, me gustaría compartir con vosotros algunos casos tratados con musicoterapia, y un vídeo que muestra los resultados. “Beatriz, una paciente de 55 años sufría de cáncer avanzado. Padecía de un dolor severo en su hombro izquierdo superior. Vivía sola en su apartamento en Nueva York y recibía cuidados en casa. Acudió a terapia musical por un estado depresivo y aislamiento social. Cuando llegó la terapeuta dijo que ella normalmente no escuchaba música, pero que escucharía cualquier cosa que le ayudara con el dolor. Era una artista que no había podido pintar más, no por el cáncer en sí sino más bien por el dolor que el pintar le ocasionaba. En la  evaluación que hizo la terapeuta se concluyó que se sentía enormemente triste y fatigada. Su habilidad mecánica estaba limitada. La terapia comenzó con música clásica que le produjo sensaciones de que estaba creando imágenes. Una de las obras que utilizó fue la Sinfonía Pastoral de Beethoven. Más adelante trajo música de calipso. En algunas de las sesiones trajo su guitarra y tocó para la paciente. Eventualmente pudo comenzar a pintar cuadros. Llegaba, incluso, a olvidar el dolor durante los periodos de música. Al irse la terapeuta dejaba los cassettes y otros materiales para que ella los pudiera escuchar. La musicoterapia se convirtió en una vía de expresión para ella. Comentó que le ayudaba mucho tener música especial cuando sufría dolores intensos, y podía manejar mejor el dolor. Poco antes de morir pudo dar un paseo en coche con un amigo y escuchar en un walkman mientras miraba el paisaje.”En el siguiente vídeo podemos ver a Henry Dryer, de 92 años, quien aparece parco y retraído. Sufre de demencia desde hace más de diez años y por eso no es capaz de reconocer a su hija. Sin embargo, su expresión cambia cuando la enfermera le pone canciones de Cab Calloway, uno de sus artistas favoritos. En sólo un instante, Henry abre los ojos de par en par y habla con fluidez: “La música me devuelve el amor, el romance. Me doy cuenta de que el mundo necesita cantar (…) El señor vino a mí y me concedió estos sonidos”, dice cuando se quita los auriculares.“Y preguntaban los chamanes y sabios si alguien enfermaba: ¿cuándo dejaste de cantar?, ¿cuándo dejaste de bailar?, ¿cuándo dejaste de contar historias?, ¿y cuándo dejaste de sentirte cómodo en el dulce espacio del silencio?...”psicosalud@huelva24.comEsperanza Gómez Harriero@PsicologaHuelvahttps://www.facebook.com/HarrieroPsicoterapiaswww.esperanzagomezharriero.com

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