Lunes Santo
Calvario, penumbra mística
La cofradía del centro puso la nota de silencio y recogimiento a la jornada con su marcado carácter intimista, infundiendo la contemplación callada y sentida de sus sagrados titulares, Nuestro Padre Jesús del Calvario y María Santísima del Rocío y Esperanza, que cumple 40 años, con la música de capilla y las saetas brotando entre la noche y la luz que les acompaña.

El Lunes Santo acaba de un modo y comienza de otro en la calle Jesús del Calvario, que es un reducto de silencio que se expande conforme se reduce la luz en su camino. Muchas veces no hay que ver con claridad y nitidez para sentir y el ejemplo lo encarna la Hermandad de Calvario, que habita con misticismo, recogimiento y escogida sonoridad la penumbra latente entre la creciente noche y la luz que le acompaña y rodea. En este caso, el manto de la tarde que languidece y se hace nocturna viene con el sabor esencial de la cofradía que pone la nota de distinción a la segunda jornada de la Semana Santa onubense.

En la penumbra, donde no logra hacerse fuerte la luz ni dominar de todo la oscuridad, desarrolla su sentido y significado intimista con rigurosa presencia la Hermandad del Calvario a través de sus nazarenos, el paso de Nuestro Padre Jesús del Calvario y María Santísima del Rocío y Esperanza, ante los que los cofrades unen su sentimiento a lo divino al cobijo y calma de un templo sin muros que ocupa las calles.
El recorrido corto pero intenso por las vías más antiguas del centro de la capital supo a mucho y fue suficiente para imprimir el marchamo de cofradía tan marcado en esta hermandad originaria de las Colonias. Como siempre la multitud agolpada en torno a la capilla del Calvario supo mantener el silencio, interrumpido por gritos esporádicos de pájaros, y con el cielo aún rebosante de luz. Con este ambiente partió la cruz de guía y los nazarenos de corte franciscano, que avanzaban muy juntos, manteniendo su orden entre la alta concentración de personas.

A la calle se asomaba después el eco de una primera levantá, realizada por el Coronel de la Guardia Civil y una vez con el paso fuera cobró protagonismo la sentida saeta del cantaor Vicente Redondo ‘El Pecas’. Su voz experta vistió al Señor del Calvario, que en la agradable noche creciente se presentaba vestido de morado, como los lirios a sus pies, asiendo la cruz por el lado más largo, asumiendo así su destino, su calvario de angustioso dolor, sin torcer el gesto ni romper la calma camino del monte del mismo nombre.
Infundiendo respeto y recogimiento, invitando poderosamente a la contemplación callada y sentida, el Señor del Calvario fue ganando metros para en apenas media hora hacer acto de presencia en carrera oficial tras recorrer las calles Tendaleras, Carmen y Jesús Nazareno. Lo hacía ya con la luz de los grandes candelabros de sus cuatro esquinas encendido, proyectando un haz anaranjado que refulgía reflejado en el dorado del paso y contrastando con la noche cada vez más presente.

La luz natural dejaba paso a la artificial y a ratos la música de la Asociación Cultural Musical Nuestra Madre de la Consolación llenaba el espacio con sus notas susurrantes, que acompañaron también al impresionante paso de palio de María Santísima de Rocío y Esperanza, obra de Sebastián Santos Rojas que cumple 40 años como referencia de la Semana Mayor onubense. Su mirada especial, su exorno de rosas blancas y el sonido seco en cada levantá, son algunos de los rasgos de este palio, que acaparó flashes de cámaras y cuchilleos de los comentarios de los ocupantes de los palcos Placeta arriba.
La cruz de guía de la hermandad buscaba la medianoche de nuevo en su templo y conducía el cortejo de 250 nazarenos de vuelta a él tras abandonar la Gran Vía por cardenal Cisneros, Arquitecto Pérez Carasa, Rábida, Murillo, Vázquez López y Gobernador Alonso, calles estrechas de tránsito lento y cuidado, un callejeo constante por el corazón del casco viejo, con la intimidad de las luces apagadas, una recogida preciosa que continuó con saetas y rezos por Hernán Cortés, Rascón, Virgen de la Amargura, Periodista Luca de Tena y de nuevo Jesús del Calvario.