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Sangre rejuvenecida

El Santísimo Cristo de la Sangre procesionó por primera vez tras ser restaurado recientemente por Enrique Gutiérrez Carrasquilla, acción que ha sido del agrado de los hermanos de la cofradía de Estudiantes, que también llevó a Nuestra Señora del Valle con su música de capilla y su ambiente de recogimiento por las calles de Huelva para dejar su característico sello cofrade.

Sangre rejuvenecida

Huelva24

Huelva

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La parroquia de San Sebastián alcanza su punto álgido el Martes Santo, en el que procesiona la última de las hermandades de la Semana Santa onubense que en ella tienen su sede canónica, la de los Estudiantes, una cofradía señera de la capital, que deja su sello en la calle con su respetuoso silencio. Tras una salida frustrada el pasado año la hermandad se reenganchó a su historia para volver a marcar con su esencia cada calle de su clásico itinerario.

Sangre rejuvenecida

En el elevado porche del templo que da cobijo también al patrón de Huelva fijaban su mirada la multitud de fieles que desde bastantes minutos antes de las 17.50 horas se habían apresurado a coger un buen sitio para contemplar la salida de los sagrados titulares del Santísimo Cristo de la Sangre y Nuestra Señora del Valle. Bajo un intenso sol y una leve brisa se desarrollaba la espera, en la que había nervios y entusiasmo. 

Concitaba mucho interés el ver de nuevo en la calle al Santísimo Cristo de la Sangre, impresionante imagen realizada por León Ortega en 1950, y que este año ha sido restaurada con un buen resultado por Enrique Gutiérrez Carrasquilla. De hecho el comentario general es que el venerado Cristo había sufrido las necesarias labores de mejora sin que se apreciara cambio alguno, por lo que no hubo lugar a la polémica que si se ha dado en otros casos cuando desde otras hermandades se ha decidido realizar restauraciones en sus imágenes.

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En el interior del templo de fachada encalada y marrón, el obispo de Huelva, José Vilaplana, ultimaba el rezo preparatorio de los hermanos y su cortejo, en el que como siempre había nutrida representación de la Universidad de Huelva, que no sólo está hermanada con Estudiantes, sino que es parte de ella. Allí se encontraba el anterior rector de la Onubense, Francisco José Martínez, este año exaltador de la Virgen del Valle, así como el nuevo, Francisco Ruiz, que realizó una levantá del paso del Santísimo Cristo de la Sangre y se estrenó en la presidencia. La relación entre ambas instituciones queda simbolizada con la gran cantidad de insignias de las distintas facultades de la UHU que procesionan con la cofradía y en la práctica, con la gran cantidad de actividades que desarrollan en común.

Tras atrancarse unos instantes la puerta del tempo, finalmente se abrió y la cruz de Guía recorrió el porche y descendió seguida por los primeros tramos de nazarenos enlutados la prolongada rampa de San Sebastián para alcanzar la calle Cantero Cuadrado y marcar el camino al resto del desfile procesional, que se adentró a continuación en una Avenida Federico Mayo repleta de público. Minutos después aparecía por el dintel de la puerta el Santísimo Cristo de la Sangre, cuyo paso dirigido por Manuel Gómez ‘Carnicerito’ sorteaba la gran lámpara que colgada del techo ocupaba el centro del espacio. Enterrado hasta las rodillas en un monte de lirios morados se presentó el más singular de los crucificados de la Semana Mayor Onubense, al ser el único que está representado con la cabeza ladeada en su caída hacia la izquierda. Su presencia trasmite esa rigurosa seriedad que tanto marca a la hermandad. Representa a Jesucristo ya fallecido con el rostro y el cuerpo surcado por gotas extendidas de sangre, indicativas de su padecimiento.

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Ante la atenta mirada de sus fieles el paso fue maniobrando por el porche hasta colocarse bien para descender la rampa comenzar a caminar entre la multitud hasta pararse en el cruce de Cantero Cuadrado con Federico Mayo, acompañado por la música de capilla del Trío Gólgota, que con sus suaves notas remarcaba el recogimiento que instaura esta cofradía. El paso barroco caoba oscuro del Señor esperaba al de su madre, Nuestra Señora del Valle, que seguía su tránsito con los sones de la Banda Municipal de Mairena del Alcor, que se estrenó con buena nota. Con lágrimas gruesas en el rostro afligido y el puñal en el pecho, la titular de los Estudiantes repitió las operaciones para también recibir el calor y cariño de sus fieles. Delante llevaba a un grupo de niños vestidos de monaguillos con caramelos, savia nueva y futuro de la cofradía.

La primera levantá del paso de palio de terciopelo burdeos bordado en oro la realizó el escritor onubense Diego Lopa, en su condición de pregonero de las Fiestas de San Sebastián del pasado año, en el que a causa de la lluvia no pudo disfrutar de este honor. Esta vez sí pudo coger el llamador del paso y ver elevarse ante sus ojos al paso.

Tras una salida muy intensa y doblemente emocionarse, por las ganas que había de vivirla tras verse frustrada el pasado año, la Hermandad de los Estudiantes se apresuró a marcar el paso para ir al encuentro de las Hermanas de la Cruz, punto clave de su recorrido, ya que Santa Ángela de la Cruz es titular de la Hermandad. Allí realizó una estación de penitencia la cofradía con intimismo y recogimiento después de dejar atrás las calles Rodrigo de Triana, Avenida Federico Molina, Alameda Sundheim, plaza del Punto y Alonso Sánchez. 

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Una vez culminado unos bonitos momento en este punto clave del itinerario de Estudiantes buscó la carrera oficial tras callejear por las calles Esperanza Coronada, La Paz, Rábida, Murillo, Vázquez López, Hernán Cortés, Rascón y Bocas. Sobre las 20.45 horas pedía la venia para adentrarse en carrera oficial ya con la noche ganando terreno y al abrigo de la luz de sus cirios y velas. Si la oscuridad se cernía sobre el Cristo de la Sangre, alumbrado por sus cuatro hachones, ya era total pero agradable con la entrada de la Virgen del Valle en Placeta sobre las 21.35 horas, momento en el que se mecía a los sones de una dulce marcha con toda su candelería encendida y sus pálidas flores blancas para completar una suave revirá que trataron de atrapar uno tras otros los flashes de las cámaras.

Una vez que la hermandad abandonó carrera oficial tomó la calle Cardenal Cisneros y continuó subiendo por Fernando El Católico, Palos y la Palmera y La Fuente, desde donde continuó acercándose a su barrio por Jesús de la Pasión para desembocar en la plaza de los Litri. A partir de ahí la cofradía comenzó a gustarse, a sentirse en la intimidad de las calles de su parroquía, con las luces apagadas. Tras subir por Mackay McDonald el callejeo por Rodríguez Zamora y el pasaje Cristo de la Sangre fue intenso, con saetas y estrecheces, de calma y recogimiento, que siguió por José María Patiño, Guillermo Poole de Arco y plaza Cristóbal Quintero antes de volver a la Avenida Federico Mayo y a su templo.

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