JUEVES SANTO > BUENA MUERTE
Buena Muerte impone su Consolación
Desde el convento de las Madres Agustinas han iniciado este jueves su camino los hermanos de Buena Muerte, que han vuelto a mostrar por las calles uno de los pasos más espectaculares de la Pasión andaluza. Misterio imponente en caoba tras el cual ha marchado, primero bajo los rayos del sol y luego iluminada por la luna, la Virgen de la Consolación.

Ni una nube que ensombreciese la calle Tres de agosto, dondecentenares de onubenses se apostabanpara asistir a la primera salida de la tarde. La primera y la máscomplicada, ésa que un jueves más tenía lugar en el convento de las Reverendas Madres Agustinas mientras el públicoaguanta la respiración y bajo las trabajaderas la cuadrilla avanza de rodillas.

Aparecía por Quintero Báez la Cruz de Guía puntual, abriendoel cortejo de túnicas oscuras que llegaban, desde el colegio de la mismacongregación, a acompañar a los titularesde la Hermandad de la Buena Muerte. Los hábitos negros se veían salpicadospor otros claros que, en determinado tramo, daban luz al cortejo, y quesuponían un homenaje a la indumentaria que llevaban en sus orígenes losmiembros de la hermandad. Hermandad que, tal y como recordaba en los momentosprevios a la salida el capataz a sus hombres, estaba a punto de hacersecofradía por las calles de Huelva.
Habían desfilado ya la mayoría de los los nazarenos por lapuerta del convento cuando, por fin, el diputado mayor de Gobierno llamaba a lapuerta, que se abría y dejaba ver en su interior al Santísimo Cristo de la Buena Muerte.

Sobre un calvario declaveles rojos e impresionante, comosiempre, sobre su magnífico paso de caoba. El Cristo de la Buena Muerte,aún enterrado en el monte de flores, comenzaba a moverse hacia el abrazo conHuelva. Dejaba caer el martillo MiguelÁngel Mora tras dirigirse a su cuadrilla. “Se ha parado el tiempo, se acabóla espera”, les recordaba. “Hoy nuestra hermandad deja de ser hermandad parahacerse cofradía y con ello cumplir con todoslos sueños y todos los anhelos de espera de un año entero. Sentirse privilegiadosde ser lo que sois, costaleros del Señor. Está levantá va por ustedes”,sentenció, y el paso voló hasta el cielo.
Con los zancos retirados y “muy poquito a poco” comenzó aavanzar el imponente misterio hacia Tres de agosto, costeros a tierra para poder atravesar el dintel. Los cuatrohachones ya encendidos fueron apareciendo ante todos aquéllos que aguardaban enlos alrededores del convento, que no recuperaron la respiración hasta que la Banda de Cornetas y Tambores del Cristo dela Expiración entonó las primeras notas de la Marcha Real.
Aplaudió el corazón de Huelva y comenzó a emerger el Cristode la Buena Muerte de su calvario rojo; la preciosatalla de Gómez del Castillo se iba elevando, como por arte de magia, hastaquedar por completo a la vista de todos e iniciar su caminar.
Un caminar que arrancó, tras la revirá en la estrecha calle,meciéndose imponente sobre uno de los pasos más espectaculares no sólo de laPasión onubense, sino de toda la geografía andaluza. Tallado en caoba de la RepúblicaDominicana y con preciosistas aplicaciones en orfebrería de plata, el Cristo dela Buena Muerte procesiona sobre una verdadera obra de arte que, un nuevoJueves Santo, volvió a deleitar a los onubenses.

Como también deleitó su Madre, que le sigue durante todo sucamino y que partió apenas unos minutos después desde donde mismo lo habíahecho su Hijo. Consolación y Correa ensus Dolores se hizo ante los onubenses clara, como siempre, sobre ese pasosin palio que permite contemplarla en todo su esplendor. De rodillas, “demostrandolo que saben hacer los costaleros”, elpaso plateado fue avanzando mientras el sudario, sobre el travesaño, bailabacon la brisa. La Virgen de la Consolación volvía a mirar al cielo -en estajornada más azul que nunca- sobre un montede flores blancas.
Sonó tres veces el martillo y la Madre se vino arriba, envolandas y marchando suavemente gracias a los que “izquierda adelante, derechaatrás”, comenzaban la maniobra para poner el paso en alpaca plateada de la orfebrería de Ramón León Peñuelas enel camino adecuado, rumbo a Placeta.
“Esto es vuestro y de nadie más, disfrutadlo bien”, instabael capataz a su cuadrilla, antes de que la llevasen al cielo a pulso, firmes, ycomenzasen a marchar al son que marcaba la Banda Municipal de Villalba delAlcor.