PROCESIÓN EN LAS COLONIAS
Y Dolores volvió a bailar
20.53 h. Volvía a vibrar Don Bosco y toda la Huelva cofrade en el tradicional pórtico de la Semana Santa de la ciudad, que este año ha dejado la mejor de las sensaciones, con el sol brillando en el cielo onubense. Con saya nueva y al son de ‘Estrella Sublime’, así se presentó.

Tan azul el palio como el cielo, que amanecía totalmente despejado, en el mejor de los presagios. Como un goteo incesante, los vecinos de Las Colonias se iban acercando hasta la casa hermandad de Don Bosco poco a poco, para a las siete de la tarde dejar una imagen ya habitual cada Viernes de Dolores: una calle abarrotada que recibe entre pétalos a su reina. Las primeras mantillas negras desfilaban por el barrio, ése que cada año tiene el privilegio de protagonizar el pórtico de la Semana Santa onubense, que inaugura sones y aromas e impacienta más si cabe a toda esa Huelva cofrade que ansía la llegada del Domingo más esperado.
El capataz comenzó a ordenar a su cuadrilla –después de la entrega por parte de la hermandad de un cuadro de la Dolorosa a la Banda Municipal de Aznalcóllar, que la acompañó durante el recorrido- y por fin se pudo escuchar ese tradicional ¡to’s por igual valientes! con el que se inició la marcha de Nuestra Señora de los Dolores, titular de la Hermandad de la Lanzada.
Poco a poco en Don Bosco, y tras un giro cuidadoso que se ejecutó bajo la cascada de pétalos que llegaban desde la azotea, Dolores volvió a bailar ante sus vecinos, emprendiendo el camino al abrazo con su barrio, donde en la tarde de este viernes se concentra buena parte de la ciudad.
Sonó ‘Estrella sublime’ y la Reina de las Colonias, con toda su candelería encendida, comenzó a mecerse entre flores –claveles y gladiolos- blancos, como blanca también era la saya que la Virgen estrenaba este viernes, elaborada con bordados antiguos por el Taller de Bordados Salteras.
Abandonó Nuestra Señora de los Dolores su calle y se metió de lleno en el corazón del barrio, que la arropó en su camino hacia ese rincón tan especial en el que le llegan las primeras saetas, donde los sonidos propios de la Semana Santa se funden con esos otros que recuerdan a romería: la plaza de los Dolores, donde la esperaban cientos de onubenses y, como es tradicional, el Coro de la Hermandad de Emigrantes, que le dedicó su Salve.
Una parada tras la que siguieron incorporándose onubenses, que tomaron Las Colonias como su propio barrio para calmarse las ganas y acompañar en su ‘paseo de viernes’ a Dolores, que vuelve a Don Bosco para aguardar hasta el Martes, cuando bailará de nuevo, y esta vez precedida de su Hijo y alcanzando Placeta.