Jueves Santo con Oración, Buena Muerte, Judíos y Misericordia
Solemnidad entre brillos, aniversarios y silencios
20.21 h. (Actualizado, 00.00 h.) Con un caminar íntimo y cercano por el centro de Huelva abrazaron el corazón de la ciudad con elegancia y sobriedad las cuatro hermandades de la jornada. Desde la Concepción procesionó la Oración en el Huerto con su bellísima Nuestra Madre y Señora de Los Dolores coronada tras los pasos del Señor. Celebrando su centenario echó a andar Buena Muerte desde las Agustinas y en el 75 aniversario de la incorporación del Cristo de Jerusalén y Buen Viaje partió desde la catedral Los Judíos. También marchó en riguroso silencio e imponiendo respeto la cofradía de la Misericordia, en el año de su nombre, desde la Milagrosa.

La Semana Santa ya había transcurrido bastante enlagrimada y al Jueves Santo no llegó una sola nube en un cielo claro que fue perdiendo poco a poco luz al ir acostándose sobre él el sol. La jornada se prometía tan feliz como lo fue el Miércoles Santo y pudieron apreciarse sus esencias, en la que la tradición, elegancia y algunas mantillas, y sobre todo el sabor antiguo de varias de las cofradías de más historia concentradas en el casco antiguo de la ciudad remarcaron su sello en el recuerdo. Recorridos cortos e intensos volvieron a abrazar de forma enmadejada el corazón de la capital, que se llenó de las esencias de cortejos íntimos y cercanos para sembrar solemnidad a su paso.

También hubo sabores nuevos en forma de imágenes y sonidos, como el brillo que desprendía la corona de plata de Nuestra Señora y Madre de los Dolores, coronada el pasado mes de septiembre y que estrenaba en la Semana Mayor esta pieza que añadía más enjundia si cabe a la joya irrepetible que habita bajo su palio entre cada una de sus esquinas.
Igualmente marcó la estación de penitencia de 2016 para la Hermandad de la Buena Muerte la celebración de su centenario, una cifra redonda para muchos años y muchas personas ligadas a la cofradía, para engrandecerla y conferirle la especial presencia, de sobriedad y elegancia, que deja cada vez que procesiona por las calles de Huelva.

Partiendo desde la catedral de La Merced la Hermandad de los Judíos también añadió a su estampa añeja detalles significativos. Por un lado se cumplen 75 años de la incorporación a la cofradía del Santísimo Cristo de Jerusalén y el Buen Viaje, propiedad de la Diputación Provincial y cedido a la misma. Además, la Banda del Santísimo Cristo de la Victoria, de León, se presentaba como novedad al acompañar al titular de los Judíos, así como el rostro de María Santísima de los Dolores, restaurada durante el último año por Pedro Manzano para que tuvieran mayor realce sus rasgos.
Por su parte daba la declaración de 2016 como el año de la misericordia una pátina especial a la procesión desde la iglesia de la Milagrosa al caminar siempre silencioso de la Hermandad de la Misericordia, que desplegó su sobrio semblante desde la calle Rábida que hace años se internaba en la Madrugá.
Sin sobresalto alguno comenzó la quinta jornada cofrade desde la iglesias de la Concepción. Sobre las 19.05 horas salía al encuentro de la multitud apostada tras las vallas amarillas que acordonaban la calzada de la calle Méndez Núñez la cruz de guía de la Hermandad de la Oración en el Huerto. Los nazarenos blancos poblaban enfilados los adoquines y tras ellos comenzaron a emerger cerca del dintel de la puerta lateral del templo, desde su oscuridad para encontrar la luz las alas del ángel de la escena en la que Jesucristo abraza el cáliz que se cierne sobre él y morir por la humanidad. Justo antes de salir, hubo una levantá por todos los miembros de la hermandad y poco después ya se movía con imponente presencia este paso, con un gran olivo de dos ramas meneándose con brío tras las figuras principales de la escena bíblica, acompasando los pasos a los sones de la marcha 'Silencio blanco' por parte de la Banda de La Merced, una novedad. No obstante, a la altura de la calle Mora Claros se tuvo que detener el paso para fijarse una de las potencias del Señor orante, que se había desprendido.
Eso produjo que se alargara levemente la espera para ver en la calle con su impresionante manto de filigranas argentadas Nuestra Señora y Madre de los Dolores, que sumaba a los principales reeclamos que posee su estampa, a los múltiples focos hacia el rostro y los detalles que la alumbran a cada centímetro, la clara referencia de su corona de plata apoyada en las sienes de la titular. Tras el júbilo que supuso su coronación canónica en septiembre del pasado año, coincidiendo con los 500 años del templo concepcionista, por primera vez mostraba con esta nueva joya y su significado ante Huelva en una Semana Santa. Estaba simplemente espectacular y añadió realce al momento la Banda de Mairena del Alcor con la interpretación de la marcha de su coronación, la guinda a un momento especial y que saborearon sus cofrades más devotos a tenor de los rostros dirigidos con emoción hacia su titular, rodeada de flores de color rosa formando elegantes conos.

La hermandad fue la primera de la jornada en alcanzar la carrera oficial, sobre las 20.05 horas, tras haber pasado tras desplegarse desde su templo por las calles Méndez Núñez, Mora Claros, Puerto, Isabel II y José Nogales. A la salida le quedó un recorrido corto pero intenso transitando con fuerza e intimidad por calles como Cardenal Cisneros, Alfonso XII, San Cristóbal, Plaza Isabel la Católica, donde se produjo el tradicional encuentro con las Hermanas de la Cruz, antes de continuar por Santa María, Alfonso XII, La Paz, Rábida, Murillo, Vázquez López, Gobernador Alonso, Rico y de nuevo Concepción y Méndez Núñez para alcanzar su tempo con la medianoche rondando, después de más de una saeta.
La segunda cofradía en ganar la carrera oficial fue la de la Misericordia, que como siempre puso el contrapunto en un Jueves Santo de recogimiento, incrementado en esta hermandad que partió desde la iglesias de la Milagrosa sobre las 19.50 horas con su sonoro silencio. Desde el pasaje que leva su nombre pisó el paso la calle Rábida, ya tenumbrosa y con los cofrades callados e imbuidos en el ambiente característico de quietud imperturbable. Sólo cortaba el silencio a intervalos la campaña empuñada por el muñidor que abría el cortejo. Metros atrás se mostraba el Santísimo Cristo de la Misericordia en el año en el que la iglesia ha declarado su nombre como motivo principal a tener en cuenta por la cristiandad. El señor yacente, con su anatomía marcada por el sufrimiento en la vida que abandona su cuerpo, avanzaba desde el nimovilismo de su madero por las calles estrechas del casco antiguo de la capital.

Sin variar un ápice su estampa, sus nazarenos oscuros fueron avanzando por las estrechas calles del centro para hacer imperar el recogimiento a su paso. Así pasó por calles como Murillo, Vázquez López, Gobernador Alonso, Hernán Cortés y Rascón, donde la noche, ya plena, fue un aliado. Por la calle Bocas la cofradía alcanzó la carrera oficial sobre las 20.50 horas, donde también dejó su sello repleto de seriedad. Después encaminó sus pasos por Cardenal Cisneros, Berdigón y Alonso Sánchez para rendir visita en la Plaza Isabel la Católica a las Hermanas de la Cruz. Tras ese momento buscó su templo por las calles, Esperanza Coronada, Alfonso XII, La Paz y Rábida sobre las 23.35.
A continuación de la Misericordia, puso su cruz de guía en la Placeta la Hermandad de la Buena Muerte, elegante y sobria, un año más, aunque este no fuera cualquiera, sino el del centenario de una cofradía que ha acumulado experiencia y dejado huella en su afán de mostrar con rigor su solemnidad. Esta importante efeméride tuvo como protagonista la primera levantá del Santísimo Cristo de la Buena Muerte en el inicio de la procesión en la calle Tres de Agosto. Allí se tuvo un emotivo recuerdo a todas y cada una de los hermanos que fueron costaleros bajo sus trabajaderas, lo que provocó no pocos apalusos. La imagen del señor como siempre había sido la de de la mitad de su figura enterrada en un monte de lirios morados para salvar el marco de su templo. Sin los zancos, el paso pareció deslizarse con fluidez, maniobra vistosa que hicieron fácil sus costaleros con esfuerzo al avanzar de rodillas. Tras sus pasos fue la otra titular de la hermandad, Nuestra Madre de la Consolación y Correa en sus Dolores, con su semblante de tristeza irrefrenable.

Tristeza ha producido a muchos cofrades no ver este año a sus hermandades en la calle y más aún a toda la sociedad los atentados de Bruselas. Al entrar en carrera oficial el paso del Cristo se elevaba con un golpe seco de su cuadrilla para homenajear a todas esas cofradías que este año no han podido pisar el adoquinado de La Placeta. Posteriormente el paso de la Virgen dedicaba su primera levantá en este punto a las víctimas de los terribles atentados perpetrados esta semana en el aeropuerto y el metro de Bruselas. Previamente se había internado a través de la plaza de las Monjas, por las calles peatonales del centro, como Vázquez López, Arquitecto Pérez Carasa, Miguel Redondo, La Paz y Rábida, Murillo, Vázquez López, Gobernador Alonso, Hernán Cortés, Rascón y Bocas. Tras la carrera Oficial pasó Cardenal Cisneros, Fernando el Católico, Palos y Tres de Agosto para comenzar a adentrarse en su templo sobre las 22.45 horas.
La última cofradía en entrar en carrera oficial fue la de los Judíos, que desde la Merced había esparcido su sabor cofrade añejo, sus clásicas esencias, con sus tres pasos, los de Nuestro Padre Jesús de las Cadenas, Santísimo Cristo de Jerusalén y Buen Viaje y María Santísima de los Dolores. Minutos antes de las ocho de la tarde ya estaba poblado el porche mercedario de la catedral, donde se fueron abriendo paso nazarenos e imágenes, también con la plaza llena para contemplar sus avances elegantes. Abrió el misterio del Señor de las Cadenas y tras él avanzó en el 75 aniversario de su incorporación a la hermandad la imagen del Santísimo Cristo de Jerusalén y el Buen Viaje, propiedad de la Diputación Provincial, muy vinculada a la cofradía. Ya hubo una salida extraordinaria por este motivo, pero se esperaba con ansia que esta efeméride tuviera su correspondiente homenaje un Jueves Santo. Rompía tras el paso más antiguo de Huelva silencio la Banda Cristo de la Victoria de León, una nueva procedencia musical para la Semana Mayor Onubense, que dejó buena impresión.

Más adelante en el recorrido, por la calle Vázquez Limón, una petalada caía como lluvia de flores sobre María Santísima de los Dolores, restaurada en el último año por Pedro Manzano para mostrarse más expresiva y bella, algo a lo que también contribuyó un exorno floral con un rosa intenso como color que la vistió junto con el calor de su candelería encendida. Esta cofradía fue la que tuvo la recogida más tardía, prevista para más allá de las dos de lla mañana. Tras la carrera oficial pasó por Cardenal Cisneros, Arquitecto Pérez Carasa, Miguel Redondo, La Paz, Rábida, Murillo, Vázquez López, Gobernador Alonso, Rico, Concepción, Mora Claros, Puerto, San José, Amado de Lázaro, Doctor Vázquez Limón y Plaza de la Merced.