Semana Santa

Regia fidelidad en Miércoles Santo

21.54 h. La cuarta jornada cofrade de la Semana Mayor Onubense arrastra masas de fieles a la calle, que expresan su inmensa devoción siguiendo con veneración a las cofradías, especialmente a las reinas de Polvorín y San Francisco, La Victoria y La Esperanza. No obstante, cobró protagonismo con uno de los grandes estrenos del año el misterio de Jesús de la Humildad, que procesionó con un paso nuevo y hasta siete imágenes secundarias. También realizaron estación de penitencia la Hermandad del Prendimiento desde el Carmen en su 25 aniversario procesionando, y con sublime recogimiento la Santa Cruz.

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Huelva

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Ya se habían podido admirar, tras ser expuestos hace apenas unas semanas en el salón de plenos del Ayuntamiento, pero nada que ver con la impresión de verlo meciéndose a las puertas del Polvorín. Uno de los grandes protagonistas de la tarde, el misterio de Jesús de la Humildad, que estrena paso y las siete imágenes secundarias que lo conforman junto a sus titular, ha podido ser ya admirado en todo su esplendor por las calles de Huelva, a las  que se mostró por primera vez minutos después de las cuatro y media de la tarde.

En los momentos previos los nervios de siempre, este Miércoles Santo más perceptibles todavía, y el recuerdo para todas aquellas personas que han posibilitado este hito que pasará a la historia de la Semana Santa onubense. Entre ellas, un emocionado Manuel Catalán, encargado de hacer la primera levantá en el interior del templo, o la Priostía de la hermandad, que viene trabajando “a destajo” en estas últimas semanas y a la que también se quiso dedicar el recorrido de Jesús de la Humildad por las calles de la ciudad

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Recorrido que se inició tras la salida, puntual, de la gran marea de capirotes azules que cada año acompaña a la Hermandad de la Victoria desde la iglesia del Sagrado Corazón. La misma se puso en marcha a las 16.30 horas y mientas enfilaba Federico Molina sonaba el llamador sobre el nuevo paso, que pronto veía como los costeros se iban a tierra para ponerlo en la calle “de frente, poco a poco”. Ante la multitud que abarrotaba Presbítero Pablo Rodríguez aparecía Nuestro Padre Jesús de la Humildad en el Desprecio de Herodes, por primera vez en su nuevo paso –realizado en el taller de los Hermanos Caballero Farfán de Sevilla- y escoltado por las nuevas imágenes salidas de la gubia del rocianero Elías Rodríguez Picón, con orfebrería firmada por Joaquín Osorio e indumentaria de Jesús Rosado. Herodes, su mujer Herodías, Caifás, Anás, un soldado judío y dos soldados romanos -a los que tras la salida, como es habitual, se les han colocado los cascos- completan un misterio absolutamente renovado y que ha hecho las delicias de todos los que han podio admirarlo en la tarde de este miércoles.

Primero durante su salida, cuando pese a la estampa renovada se ha podido comprobar desde el minuto uno cómo nos encontrábamos ante la cuadrilla de costaleros de siempre: ésa que mece al Señor de una forma de lo más característica, con maestría y chicotás imponentes y  que, al ritmo de la Banda de Cornetas y Tambores Jesús Nazareno, ha guiado al Señor de la Humildad hasta uno de los escenarios más señalados del Miércoles Santo onubense: el Barrio Obrero.

Pero mientras él abría el paso, en los alrededores del Polvorín no se movía nadie. Admirado el estreno, quedaba aún el encuentro con su Reina, la que más fervor desata en el barrio, tal y como ha quedado demostrado tras su salida, que ha provocado la habitual algarabía de aplausos, lágrimas y vítores. María Santísima de la Victoria Coronada se levantaba en el interior del templo al tercer golpe y, comandada por el capataz, se iba cuadrando ante la puerta mientras en el exterior contenían la respiración. Sonaron los varales y asomó la candelería y el exorno floral blanco, para dejar paso después, cuando pasaban apenas diez minutos de las cinco de la tarde, a una de las imágenes más veneradas de la Semana Santa onubense, a la que los rayos de sol volvía a iluminar.

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Con la Virgen de la Victoria en la calle comenzaban las saetas, primero a pie de calle y luego desde los balcones: su barrio no la quería dejar marchar, pese a que el palio avanzaba diligente, meciéndose al son de la Banda Municipal del Arahal y enfilando hacía su arco, siguiendo los pasos del Cristo de la Humildad.

Cambio de escenario instantáneo entonces de muchas de las personas que no habían querido perderse la salida pero tampoco estaban dispuestas a no ver el siempre especial descenso de la hermandad por el Barrio Obrero y esa imagen característica del palio azul atravesando el arco en el que se lee ‘Barrio Reina Victoria’, como si lo hubiesen puesto para Ella. Momento que se vivió unos minutos antes de las seis y media, en una plaza de España repleta donde volvieron a entonarse las clásicas saetas y en la que la devoción fue la protagonista un año más.

 30 años de magno Prendimiento, 25 de fervor en penitenciaEl Miércoles Santo es día de gloria en la Barriada del Carmen, cuyos vecinos pueblan las calles y se asoman a ventanas y balcones para estar cerca de su hermandad, más que nunca este 2017, repleto de significado y de motivos. Fueron un grupo de jóvenes del barrio los que iniciaron el camino que actualmente siguen recorriendo, fundando en 1987, hace 30 años, la hermandad, que se hizo cofradía en la calle cinco años después, en 1992. Hace por tanto un cuarto de siglo que la Barriada del Carmen comparte su fervor con Huelva y la lleva hasta el centro para dejar constancia de la hondura de su sentir cofrade y la devoción a sus sagrados titulares.

La salida procesional de este año también es importante porque junto con las efemérides han llegado unos estrenos que dieron más realce aún al imponente paso, apodado el barco del Carmen, el más largo de Andalucía y posiblemente de España. Sus grandes dimensiones y su caminar característicos ya son argumentos poderosos para contemplarlo todo el tiempo posible y verlo avanzar con prestancia, este año a los sones de la Banda de Cornetas y Tambores Santísimo Cristo de La Columna ‘El Amarrado’, de Ávila, que tenía preparadas varias piezas musicales para estrenar.

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A esto se sumaba como esmerado extra para la cofradía varios estrenos, como la terminación del barnizado de los respiraderos, obra de Daniel Sánchez Batanero; cuatro relieves policromados para las cartelas de los respiraderos, obra de Rubén Fernández Parra; cuatro ciriales tallados en cedro y apliques de orfebrería, obra del tallista Alexis Sánchez Conde y del orfebre Gustavo Larios Jacinto, autor también de las cinco canastillas para los diputados de Tramo y una pértiga de metal. Asimismo, el Señor estrenó una túnica de terciopelo crema donación de hermanos y mantolín burdeos también en terciopelo.

 Para ver todo esto de cerca adornando la expresividad y plasticidad de la escena del Prendimiento, se llenó la calle peatonal Antonio Rengel y las pocas que la cofradía fue recorriendo antes de abandonar su barrio. Como en las tardes de días anteriores, el calor era un intenso, pero eso no amilanaba a los cofrades del Carmen, deseosos de ver a su paso en la calle. Entre ellos estaba el pregonero de este año de la Semana Santa de Huelva, Manuel Marín, costalero del Señor del Prendimiento al que se le dedicó una levantá.

Unos sonoros aplausos recibieron al Señor del Carmen, acompañado por el esclavo etíope, San Juan Evangelista, el Apóstol Santiago y los guardias del templo, el misterio más grande de Andalucía, que comenzó a ser foco de muchas miradas de admiración y devoción. Se había esperado mucho este momento y comenzaba a hacerse realidad para vivirlo con emoción y gozo, viendo en movimiento el buen trabajo de los hermanos costaleros, dirigidos por Antonio Fernández Guerra.

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La cofradía se puso manos a la obra y con el buen hacer cofrade que ha atesorado en estos 30 años, fue caminando con imponente cadencia el Señor, que por la Avenida El Ancla desembocó en la larga Avenida Cristóbal Colón, que ya poblaban sus nazarenos en hileras que iban ganando el horizonte con el objetivo de conquistar el centro de Huelva. El recorrido continuó para los hermanos del Carmen por el Paseo Independencia, la Plaza de la Merced y las calles San José, para por Puerto e Isabel II acceder por José Nogales a la carrera oficial. Fue en ella donde el Señor, que suda sangre, recibió como regalo una saeta desde un balón llena de sentimiento, así como varios ramos de flores.

El resto del recorrido previsto lo integran las calles Cardenal Cisneros, Fernando el Católico, Palos, Plaza Quintero Báez, Puerto, Ciudad de Aracena, Ginés Martín, Vázquez Limón, Plaza de la Merced, Paseo Independencia, Avenida Cristóbal Colón, Tharsis, Avd. de la Raza, Avd. de El Ancla, Tres Carabelas, Nazaret, Tres Carabelas (peatonal), Nuestro Padre Jesús del Prendimiento y Templo.

Santa Cruz, sublime en su sobriedad

Y mientras desde los barrios la devoción cofrade llegaba en marea, acompañada de la algarabía propia de quien está deseoso de llevar a sus titulares al abrazo de Huelva, en el corazón de la ciudad, precisamente desde la parroquia que da sentido a la estación de penitencia de las hermandades onubenses, se organizaban los preparativos para la puesta en la calle de la Hermandad de la Santa Cruz, que ofrece el contrapunto cada Miércoles Santo.

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Sobria y discreta en sus formas y sus modos, deja sin embargo bellas estampas en su elegante discurrir por el centro de la capital, que acoge su recorrido al completo. Recorrido que, sobre las 19.20 horas, anunciaba el sonido de la campana que portaba un paje. En los alrededores de la Purísima Concepción se apostaban las personas conscientes de que la salida de este paso, nuevamente impecable, brinda una particular imagen difícilmente repetible en toda la tarde.

En el más absoluto de los silencios, guardando en todo momento la compostura, se puso en la calle el discreto cuerpo de nazarenos de túnica azul marino con el que cuenta la hermandad y pronto, en apenas un suspiro, se mostraba ante todos el misterio de la Santa Cruz, sublime en su sobriedad. La brisa que aliviaba las temperaturas de la tarde comenzó pronto a mecer el sudario sobre la cruz vacía que supone el mejor fondo para el conjunto escultórico que estrenaba esta tarde la imagen de José de Arimatea, con la que se completa un misterio que ha sabido hacerse hueco para brillar con luz propia en la Semana Santa onubense.

Iluminado por los faroles que emulan a los de la Casa Colón –una de las singularidades de la cofradía, que reproduce en muchos de sus enseres edificios y mobiliario emblemático de la ciudad- y con un exorno floral llamativo en tonos rojos, verdes y morados sobre los que destacaba la escena, el paso se fue dirigiendo hacia la calle Botica, escoltado por la música de capilla que la acompaña evocando a su paso la tristeza de una Madre tras descender de la cruz a su Hijo.

Canto de Esperanza en los corazones

Hay un dicho que dice que “la esperanza es lo último que se pierde”, pero cada Miércoles Santo, gracias a los sagrados titulares de la Hermandad de la Esperanza, este sentimiento esencial se gana, se expande por la ciudad y acaba reinando en los corazones de sus fieles de devotos una inmensa legión que cada año goza con la belleza y espiritualidad que escancia esta hermandad, a la que se le cantó sin cesar. Y había varios cientos, tantos como físicamente podían caber, esperando, apenas pestañeando, con la mirada fija en la puerta del templo. La calle y los balcones estaban abarrotados y el murmullo que generaban en una tarde de luminosa primavera quedó interrumpido al salir tras los tramos de nazareno tras la cruz de guía y especialmente al verse el paso de misterio del Santísimo Cristo de la Expiración, que clavaba su mirada en el cielo, mientras atronaba la marcha real.

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Aparecía el señor enterrado hasta la cintura entre claveles rojos y una vez producido el encuentro con su gente iba ascendiendo lentamente, a la vez que con elegancia el paso giraba entre la multitud y ponía rumbo a una plaza Niña también repleta de cofrades expectantes. Allí le cantaron las hermanas de la Cruz y siguió haciéndose canto marinero la devoción por la señora en el interior de la capilla. Allí el cantaor onubense Jeromo Segura, agarrado al respiradero frontal del paso y mirando a la Virgen a los ojos le cantó una sentida y noble saeta que decía: “Tu eres la esperanza que a mi me guía, la que me quita a mi el sueño, la marinera, la madre mía, la de mi Huelva, la centenaria, la coronada, la luz del día. Cuando miro tu carita, Esperanza, no sé por qué será, la voz me sale del alma y te tengo que cantar“.

Tras el toque de arte, el capataz Pedro Olivares fue cuadrando el paso y apenas asomaban los primeros varales, se escapaban los vivas entre la gente y eran correspondidos. “Viva la Virgen de la Esperanza”, “Esperanza guapa”, se encadenaban en voces anónimas pero conocedoras del sentir profundo que genera esta venerada imagen. La marcha real irrumpió tras una levantá de la que Olivares dijo que pretendía acercar a la reina de San Francisco “a los corazones de los que rezan para que con su mirada los colme de esperanza”.

Entre la multitud y los capirotes verdes navegaba con majestuosidad la Señora de Huelva, cuyas bambalinas delanteras casi besaban los balcones del otro lado de la calle. Desde ahí bailaba mientras daba la vuelta con arte, con la candelería encendida, y dispersando como un abanico el incienso concentrado a su alrededor con el realce del Liceo de la Música de Moguer, que con los sones de ’Esperanza Reina Coronada’ avanzaba ante la degustación emocional de las almas concentradas en el estrecho espacio, que fue a más con la entrada en la plaza Niña. Allí las hermanas de la Cruz rezaron con su canto y le siguió un nuevo canto, el del coro de voces blancas, integrado por niñas, que cantaron angelicalmente un ave maría en el colero de la Virgen de la Esperanza lleno de virtud, inocencia y sensibilidad.

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Desde este punto clave del itinerario la hermandad continuó serpenteando entre la multitud, ante el inmenso gentío de cofrades, por las calles del centro de Huelva, rumbo a la carrera oficial por San Cristóbal, Alfonso XII, La Paz, Rábida, Vázquez López, Plaza Coto Mora, Gobernador Alonso, Hernán Cortés, Rascón y Bocas, donde se fue luciendo regalando momentos de mucha emoción y fervor.

El recorrido de la hermandad está lleno de encuentros, de recuerdos colmados de sentimientos, de instantes con una carga especial y el siguente fue uno de los más esperados siempre, el encuentro con los antiguos moradores y familiares de las antiguas casas de vecinos del Brasil a la altura del Hotel Tartessos. Allí fue Guillermo Cano en encargado de poner más canto de Esperanza, más saetas como regalos a los titulares de la cofradía de San Francisco, que también se vieron agasajados con una lluvia de flores. De ahí, con el aliento de nuevo alterado, los más devotos siguieron a la hermandad en un trayecto siempre sentido y honorable como es el paso por Santa Ángela de la Cruz, Berdigón, Arquitecto Pérez Carasa, y especialmente por el recorrido típico de saetas en Miguel Redondo para desembocar en la Avenida Italia y las calles Alfonso XII y Esperanza Coronada, con la entrada prevista en el templo a las 1.20 horas.

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