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Qué ver en los alrededores de Huelva capital: de La Rábida hasta Niebla pasando por Moguer

Una ruta por los enclaves turísticos más destacados a menos de media hora de Huelva

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La Rábida, el Dolmen de Soto, Niebla, Moguer y las Marismas del Odiel son algunos de los puntos de interés h24

V. GÓMEZ

Huelva

Aunque muchos llegan atraídos por sus playas, Huelva alberga atractivos turísticos de gran valor y diversidad alrededor de toda la provincia. Merece la pena adentrarse en cada una de sus seis comarcas -el área Metropolitana, la Costa Occidental, el Condado, el Andévalo, la Sierra y la Cuenca Minera- para descubrir joyas como las Minas de Riotinto, la Sierra de Aracena y Picos de Aroche o las increíbles playas de arena fina y dorada.

Sin embargo, si acotamos la ruta a los alrededores de la capital, historia y naturaleza se convierten en los hilos conductores del viaje. A una distancia de menos de media hora en coche y con conexiones en transporte público desde Huelva se encuentran puntos de interés como el Monasterio de La Rábida, el Castillo de los Guzmanes o Moguer.

Otros lugares como las Marismas del Odiel son fiel reflejo de la riqueza natural y paisajística de la provincia a escasos diez kilómetros de la capital, mientras que la construcción megalítica del Dolmen de Soto de Trigueros nos transporta nada más y nada menos que a la Edad de Bronce.

La Rábida, punto de partida de Colón

La historia del descubrimiento de América tiene su punto de partida en el puerto de Palos de la Frontera, localidad separada de Huelva por el río Tinto. Allí se pueden visitar algunos de los puntos ligados a la gesta colombina, como el Monasterio de La Rábida o el Muelle de las Carabelas.

El Monasterio de La Rábida está considerado Monumento histórico y artístico de la Nación y Primer Monumento histórico de los pueblos Hispánicos. Se trata de un convento franciscano de principios del siglo XIII situado en el estuario en el que confluyen los ríos Tinto y Odiel. Un lugar que ha sido testigo de uno de los hitos de la historia de la humanidad y que custodia la imagen de Santa María de la Rábida o Nuestra Señora de los Milagros, ante la que el mismo Cristóbal Colón rezó momentos antes de iniciar su viaje.

Por su parte, el Muelle de las Carabelas alberga las réplicas de las naves que partieron hacia América en 1492. La Santa María, la Pinta y la Niña se pueden visitar en esta dársena semicircular de 11.500 metros cuadrados que cuenta con dos pantalanes de acceso de 35 metros cada uno. Las naves fondean en ella con orientación hacia América.

Marismas del Odiel, naturaleza en estado puro

En la confluencia de las desembocaduras de los ríos Tinto y Odiel se forma una paisaje de marismas que es ecosistema de cientos de aves y especies vegetales. El encuentro entre las aguas dulces y saladas ha dado lugar en las Marismas del Odiel a un complejo de marismas influenciadas por las mareas.

Los cauces de ambos ríos depositan al desembocar gran cantidad de sedimentos cargados de nutrientes, que son la principal base alimenticia de las aves que pueblan este espacio. Asimismo, el aporte continuo de sedimentos y la fuerza de las mareas ha generado islas separadas por extensos brazos de agua como la Isla de Enmedio, la de Saltés y la de Bacuta. Un auténtico paraíso natural en el que predominan especies vegetales resistentes a las altas concentraciones de sal, plantas halófilas como la salicornia o la espartina.

La riqueza del paisaje aglutina desde marismas, lagunas, bosques, islas e incluso una playa, la del Espigón. Además, la Isla de Enmedio está declarada Reserva Natural por albergar una de las mayores colonias de cría europea de espátulas, especie en peligro de extinción.

Dolmen de Soto, huella de la Edad de Bronce

En el Paraje El Zancarrón se encuentra el Enclave Arqueológico del Dolmen de Soto, en la localidad de Trigueros. Datado entre el 3.000 y el 2.500 a. C, este monumento megalítico descubierto en 1922 por Armando de Soto se encuentra en la finca ‘La lobita’.

Esta construcción compuesta por varias losas verticales clavadas en la tierra y una o varias losas apoyadas encima de estas en horizontal tenía como finalidad servir de sepulcro colectivo, aunque algunos estudiosos también creen que pudieron usarse para reclamar un territorio o incluso para reforzar la identidad grupal.

El monumento está en buen estado de conservación. En una de las excavaciones se encontraron ocho cuerpos colocados en cuclillas con sus ajuares correspondientes. La orientación del dolmen de levante a poniente provoca que los primeros rayos de sol en el equinoccio entren por el corredor y se proyecten en la cámara.

Moguer, la cuna de Juan Ramón Jiménez

El primer premio Nobel de origen andaluz nació en una pequeña localidad situada a unos 20 kilómetros al este de la capital onubense, Moguer. Allí nació Juan Ramón Jiménez en 1881, en una casa que a día de hoy se puede visitar en el número 2 de la calle Ribera.

La casa natal del literato, declarada Bien de Interés Cultural, alberga un museo y es sede de la Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez y el Centro de Estudios Juanramonianos. La visita a esta señera localidad debe continuar por las calles del pueblo, que aguardan monumentos y azulejos en recuerdo del nobel. Estos fueron instalados con motivo del centenario de su obra ‘Platero y yo’ y representan distintos capítulos de una de sus obras más universales.

Asimismo, Moguer también tuvo un importante papel en la gesta colombina. Tras el Descubrimiento de América, parte de la familia descubridora de Martín Alonso Pinzón se instaló en el municipio, concretamente en la casa ubicada en el número 1 de la calle Almirante Hernández-Pinzón.

Castillo de los Guzmanes en Niebla

El Castillo de los Guzmanes se ubica en la localidad de Niebla, a unos 25 minutos de la capital. Se trata de una construcción de origen romano con planta del siglo XV, que deja constancia del paso de los visigodos, árabes y cristianos por estas tierras.

El castillo sufrió los daños del fuerte terremoto de Lisboa en 1755, que afectó principalmente a la torre del homenaje; así como el paso de las tropas francesas en la Guerra de Independencia, en 1812. No obstante, en el año 1932 fue declarado Monumento Nacional.

Tras la rehabilitación de su patio, en la actualidad, cada verano este castillo acoge el reconocido Festival de Teatro y Danza de Niebla.

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