SEGUNDA NOCHE DE COLOMBINAS
Texas y los hijos de un eterno verano
La banda escocesa, liderada por una empoderada Sharleen Spiteri, brindó en Colombinas un concierto repleto de puntos álgidos. Sus canciones, desenvueltas por primera vez en Huelva, regresaron dulces y frescas, desde otro tiempo pero revitalizadas, como un recuerdo imborrable de verano compartido por la multitud con vibrante energía.


Los veranos de nuestra vida queman la piel pero dejan huella en el alma y nunca serán borrados por el tiempo. Al igual que ocurre con las grandes canciones, regresan al presente cuando es preciso para insuflar un aire especial al estado de ánimo, todo un cóctel de emociones. Los buenos recuerdos consiguen que el tiempo se detenga y que un verano ya vivido se reviva y disfrute sin agotarse nunca. Es en esta época cuando se dispara el corazón, se estiran los días y aún más las noches y el ocio marca más que nunca la rutina para que sea precisamente menos rutina.

La banda escocesa Texas consiguió en la noche del sábado de Colombinas que otros veranos ingresaran en este y que sus canciones regresaran dulces y frescas, como si el tiempo no hubiera hecho más que revitalizarlas, algo que encarnó su líder Sharleen Spiteri, empoderada y fiel a su esencia en un alto grado de intensidad. Tal y como se la recordaba así continúa, con su toque fuera de lo común, un alma libre por dentro y por fuera, rebelde, apartada de convencionalismos, inmune, digan lo que digan.
Con otra edad pero el mismo encanto y simpatía. Enérgica y arrebatadora, muy expresiva, estuvo portentosa. Con la mirada siempre segura, meneaba el flequillo con más estilo que un beatle, y por encima del desaliento y el calor aguantaba el tipo sin quitarse la chaqueta, constantemente animando a que le siguieran el ritmo. Derrochó una voz única, con garra, se recorrió incontables veces el escenario, fue el nexo de su gran banda, con oficio y sabor a pop-rock norteño. Pero sobre todo extendió ese aura mágica que sólo tienen los grandes artistas. Cautivó al público, lo sedujo y convenció, conectó con él y se lo llevó a su terreno para que saltara y bailara, tocara las palmas, repitiera movimientos y estribillos y se sintiera más joven que nunca.
Ocurrió con personas de varias generaciones, entregadas a la causa de que el presente fuera un pasado sonriente y con mucha vida. Por todas partes se lee que hay que vivir el presente, no mirar hacia atrás porque no lo puedes cambiar ni hacia adelante porque no sabemos qué va a pasar. Sin embargo, en el volátil presente, finito segundo a segundo, también hay una parcela amplia en la que tiene cabida el pasado y los propósitos del futuro. Cientos de onubenses disfrutaron reviviendo años más jóvenes y deseando repetir en un futuro próximo.
El recital estuvo repleto de momentos álgidos y nunca se dejó caer el listón. El primero llegó con uno de los temas más conocidos ‘I don´t Want a lover’, destilado con fuerza y modernidad. Continuó con She has a halo y ‘Everyday now’, antes de hacer una incursión en su disco más reciente. Ahí quedó patente que sigue en vigor el talento para crear canciones con chispa y cantables, como el bucle “High, high, high / We got high, high, high / We got high, high, high / We got high (high, high, high, high) del tema ‘Hi’, lanzado en 2011. Ahí Sharleen alistó al respetable como coro y cuerpo de baile con las manos al viento de la noche onubense.

Luego fue el turno de en ‘In our lifetime’. La líder de Texas siguió ejerciendo su magnetismo, dominando la escena con gracia y fuerza, describiendo con cada gesto la letra de cada canción. Se sucedían los selfies en grupo con ella de fondo, los abrazos laterales para cantar casi boca a boca las canciones, sacando la letra, en muchos casos, de dónde no sabían que la tenían escondida. Fenómenos de la memoria y el poder de la música en clave empírica.
“Estamos de puta madre”, espetó en una de sus contadas palabras en español Sharleen, que se asombraba de la gran cantidad de gente congregada y que jugaba a leer los carteles de las casetas lejanas. “El Macetazo”, acertó a pronunciar con su indisimulable acento ’scottish’, más claro aún cuando soltó un “holy shit”, maldiciendo su vestuario en su debut en una calurosa noche onubense. Pero genio y figura de principio a fin no hizo amago de quitársela y la extendió y estrechó, la meneó y lució con estilo.
Explicaba que era el momento de dejar de bailar sobre un palmo de suelo, de librarse de la timidez y dejarse llevar por la música desplegando movimientos más amplios, que fluyeran. Era lo indispensable y recomendable para disfrutar de ‘Summer son’, otros de los inolvidables temazos de Texas, aderezado con campanas, que agitaron con fuerza a los presentes. No menos bailable fue ‘Let’s work it out’, a la que siguió un sincero agradecimiento de la líder de la banda por todo el apoyo y cariño recibido durante décadas. “Gracias por tener a Texas en el corazón”, resaltó la vocalista, que en broma dijo que “ya tiene una edad y no puede tener tantas emociones” después de un largo “oe, oe, oe” entre aplausos.

En ese clima se destiló la balada ‘Unbelievable’, acompañada únicamente con guitarra acústica y batería con escobillas. Sharleen pidió un océano de antorchas con las luces de los móviles, y no cesaron las olas. De ahí cambió el paisaje al enérgico yeah, yeah, yeah” de ‘Inner Smile. “Cause you make me feel wild / You touch my inner smile”, entonaba.
La brillantez no cesó con ‘Mr. haze’ y otro estribillo que se colaba fácil en el oído para regresar por la garganta apuntando al escenario, con su “gimme, gimme, gimme your love”. Y como primer broche, con mucho sentimiento se cantó la canción emblema de Texas, ‘Say what you want’, con su “Yeah, you can say what you want / But it won't change my mind / I'll feel the same about you”. Todo un himno para el disfrute máximo y una corta despedida antes de seguir dando más.

No se quedó en el tintero tampoco a lo largo de la noche ‘So called friend’ y para ir cerrándola se desplegó ‘Black Eyed Boy’, que tanto recuerda en una parte al clásico ‘While my guitar gentle weeps’. La emoción puso sus últimas gotas con el canto a capela de Sharleen, lo que ya le faltaba para terminar de convencer de su virtuosismo. Y como remate el propio concejal de Cultura, Daniel Mantero, se empinaba para hablar en el micrófono de la artista escocesa, de rodillas sobre el escenario para conectar con él. Mantero se erigía en portavoz para agradecerle que vinieran y su concierto y, sobre todo, para dejar patente que Huelva ama a Texas.
Seguiremos jugando con el tiempo y la música para ser hijos de un eterno verano, sea cual sea la estación en la que nos encontremos. Si se dice que cualquier tiempo pasado es mejor, ¿cómo es si además vuelve para nunca marcharse?
