Tercer Día de Semana Santa

Martes Santo

Huelva se descubre en la jornada del Martes Santo a través del paso del tiempo. En su imagen, no hay nada con lo que se pueda reconocer, nada con lo que poder asumir que su pasado es sigue siendo el espejo en el que reflejar su mirada. Sólo unas simples pinceladas dibujan, a modo de retrato antiguo, el rostro que más tarde se transfiguraría.

Huelva24

Huelva

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Sin embargo, la Semana Santa es la llave con la que descubrir otra Huelva. Su capacidad de evocar sentimientos nos devuelve el aliento en situaciones que jamás vivimos, pero que parecen recobrar su alma cuando llegan días como el Martes Santo. Aquí nada es igual, pero su historia va parejo al de una Huelva que sólo se transmite en el suspiro de quienes aún guardan un recuerdo que es ya leyenda. No hay rincón, ni tampoco estampa que pueda definir mejor la esencia misma de la tierra, que la imagen de nuestras cofradías. Con ellas, la ciudad se envuelve de sensaciones que jamás recrearon pero que han de resonar en los corazones de los onubenses. Y, en este sentido, Pasión es el emblema de la Huelva más castiza, de esa que jugó a ser pueblo con vocación de ciudad alegre y acogedora, la que dormía en su propia felicidad, la que no se acomplejaba porque era ella misma y la que siempre tuvo sentido de pertenencia. Es la Huelva a la que sacrificaron a base de mal gusto y criterios impositivos, la que aún se esconde tras los únicos vestigios que el tiempo selló para las generaciones venideras, aquella que, sin más pretensiones, se sentía orgullosa de ser ella misma.Por eso, el Martes Santo es la perla que corona una baraja de naipes que fue destronada sin piedad, pero que tiene en el rostro de su Señor la única bandera con la que proclamar su reino. Todo empezó a los pies de su torre y hoy su plaza dormita en el sueño de los mortales, porque hoy la plaza de San Pedro ni siente ni padece. Sólo el Señor es capaz de levantar la conciencia colectiva para descubrir que su espacio es el de la gloria onubense, que su Casa es el símbolo de un imperio que decae por la propia indisciplina de sus guerreros, que su paseo ya no es ni un simple refugio de sombra o que su horizonte sigue buscando con la misma esperanza la reacción de sus hijos.Con todo, Pasión será capaz de envolver en su regazo a una ciudad que late al ritmo que marca su Señor. Como fiel escudero, la Huelva orgullosa seguirá viéndolo bajar por el mismo porche tras el que se esconden miles de aventuras. Seguirá recostada sobre una torre tras la que se esconde el susurro callado de un tiempo convertido en agua. Es la Huelva que se lucha contra la brisa para despejar el aire de todo aquello que le pueda dañar. Esta es Huelva y su Señor más íntimo.El paraíso eterno, la ciudad soñada, el amor mejor descrito, la belleza imaginada, la hermosura contenida, el dolor lleno de esperanza, el sufrimiento envuelto en la fe; todo vendrá de la mano de un Martes que se reinventa sin miedo a morir, sin más lamentos que el de sufrir por el pesao del madero. Porque, quieran o no, todo saldrá de sus ojos, de esa mirada con la que acariciar la paz y con la que mostrar al mundo que el Hijo de Dios nació en San Pedro para gloria de una ciudad legendaria llamada Huelva.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia