CONFIDENCIAL
El runrún: Generosidad de norte a sur
La tragedia que está viviendo la población ucraniana tras la criminal invasión rusa de su territorio nos está dejando también pequeñas historias que nos reconcilian con nuestra propia especie, tantas veces empeñada en hacer sufrir a sus semejantes.

La tragedia que está viviendo la población ucraniana tras la criminal invasión rusa de su territorio nos está dejando también pequeñas historias que nos reconcilian con nuestra propia especie, tantas veces empeñada en hacer sufrir a sus semejantes. En esta ocasión el episodio nos toca de cerca, a pesar de haberse producido a casi mil kilómetros de distancia, concretamente en la localidad zaragozana de Alfajarín. Allí, un control de la Guardia Civil daba el alto a un autobús en el que viajaban 60 mujeres y niños ucranianos traídos por parroquias ortodoxas españolas, entre ellos los seis que fueron recibidos la noche del martes en la capital onubense. Los agentes se interesaron por el estado de los viajeros, que llevaban varios días de carretera sin apenas ingerir bocado por falta de recursos económicos. Y las perspectivas eran terribles teniendo en cuenta que tenían que atravesar la península hasta su destino definitivo, previa parada en Madrid y Sevilla. Como relata la guardia civil a la televisión aragonesa, los agentes decidieron socorrerlos pagando de su propio bolsillo la comida que compraron en un supermercado cercano. Allí, los clientes que se encontraban en el establecimiento y que supieron de la penosa situación de estas familias, que llegaban hambrientas a un país desconocido, también contribuyeron con su propio dinero a pagar una cesta en la que cabía la solidaridad de todo un país.

