COACHING, EMOGESTIÓN Y CRECIMIENTO PERSONAL
¿Tienes miedo al cambio?
“El secreto del cambio es enfocar toda tu energía no en la lucha contra lo viejo, sino en la construcción de lo nuevo” (Sócrates). El cambio como sinónimo de progreso, mejora y crecimiento es el mayor regalo que nos podemos hacer y, a veces, nosotros mismos nos lo negamos por miedo, comodidad, apegos o normas impuestas.

Pero el avance es imposible sin un cambio, sin un punto de inflexión, sin mover los esquemas o modificar patrones de conducta y comportamiento. Todos necesitamos en algún momento un cambio, un aliciente, una motivación nueva. Sin embargo, el secreto está en saber que el verdadero cambio está en nosotros mismos,aunque a veces lo disfrazamos con maquillaje externo. Pero si nosotros no somos capaces de cambiar, al final todo nuestro mundocontinuará girando de la misma manera.

Se trata del momento en el que descubres que todo es más fácil; que nosotros hacemos las cosas complicadas. Nuestro mayor rechazo ante el cambio se nutre del miedo. Y ese temor se sustenta en la incertidumbre, en evitarla pérdida del supuesto control que tenemos sobre nuestra vida, la ruptura con lo que funciona o lo que, por lo menos, no te provoca inquietud. Es, en definitiva, el miedo a salir de tu zona de confort en la que sientes que todo está perfectamente conectado. Si tú cambias, el mundo cambiará. Si tú estás bien; el mundo estará bien. Tú tienes que atreverte a ser ese agente de transformación, tú puedes ser esa persona que propicie el cambio para alguien o para algo. Tenemos más “poder” del que creemos; y aquello en lo que creemos seremos capaces de crearlo.
Es cierto que no tienes que buscar un cambio por cumplir el propósito de año nuevo; debe ser una decisión personal, consciente, voluntaria y decidida. La felicidad se acerca mucho al hecho de poder encontrar en tu rutina todo aquello maravilloso que encierra; valorar tu día a día y convertirlo en una obra de arte. El éxito es buscar una motivación distinta cada semana que te ayude a entusiasmarte por la vida, por tu vida.

El cambio, por tanto, puede verse desde esas dos perspectivas: miedo e incertidumbre, o aprendizaje y oportunidad. Esa nueva etapa, ese punto de inflexión asusta, pero más nos debería asustar lamentarnos de no haber hecho nada. No es cierto que los trenes pasen una sola vez; están continuamente en ruta y tendremos que buscar el más idóneo y la parada que mejor nos encaje para subirnos. Habrá tantos trenes como capacidad de ver oportunidades tengamos. Ese cambio no provoca dolor ni malestar; es la resistencia y la negación del cambio los que lo causan. Es esa lucha interna, la pugna entre los polos.
Si el cambio está en nuestra mano es cuando se nos tambalean los cimientos. Y es entonces cuando tenemos que valorar y decidir; el único cambio imposible de realizar es el que uno mismo rechaza. No debemos auto-obligarnos; es una decisión personal pero siempre debemos ser nosotros quienes llevemos las riendas y, si queremos ser el protagonista de un cambio, de algo nuevo y diferente, que no nos frene el miedo. Como en todo, la virtud la encontramos en el término medio. El cambio debe ser un reto no una ensoñación; debemos saber que a algunas cosas no podremos llegar pero lo que dependa de nosotros es el mayor regalo que podemos ofrecer al mundo, a nuestro mundo.

Todo reside en la forma de entender y relacionarte con el mundo que, a su vez, dependerá de la manera de relacionarte contigo mismo. Al fin y al cabo, tu manera de mirar, de entender, de interpretar es una proyección de tu ser, en todas sus facetas, con sus vivencias y emociones. Y si las conoces y las gestionas, serás capaz de enfrentarte a cualquier reto con la tranquilidad de que estás preparado y seguro frente a los cambios. No te aporta nada positivo preocuparte por lo que podría pasar, por lo que podría cambiar. Disfruta del momento aceptando que el mundo gira sin preguntarte, que lo único que tienes bajo control es tu actitud, tu condición personal y eso es lo que realmente importa. Cuando soplan vientos de cambio, unos construyen muros, otros castillos… Tú decides.
