Espacio Vital

Tacones... pero con cuidado

Hoy comentaremos el uso en la población del calzado con tacón, y sus repercusiones a corto y a largo plazo sobre las diferentes estructuras del cuerpo. Principalmente será el tacón de grandes dimensiones, y con uso prolongado, el que más alteraciones y lesiones entrañan a sus usuarios.

Tacones... pero con cuidado

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Como ya mencionamos en la edición inaugural de nuestro 'Espacio Vital', trataremos que los temas de los que hablemos sean lo más cotidianos y comunes posibles, prácticos y útiles para nuestros lectores, sin perder el grado de curiosidad e interés.

Detrás de una figura envidiable, piernas bonitas, vertiginosas y estilizadas propiciadas por un tacón fino y elegante, se esconde un sufrimiento físico en el pie y resto de articulaciones, que, de mantenerse una puesta mantenida en el tiempo, puede acarrear daños irreversibles como en adelante comentaremos. La mayoría de las veces, las  mujeres que usan este calzado, lo hacen de una manera desmesurada e incorrecta, imperando el aspecto físico sobre las fatales consecuencias que ello puede conllevar, ignorando que el pie se trata del principal punto de apoyo del organismo, y, que cualquier modificación anatomomecánica en éste, puede influenciar en cualquier estructura de nuestro organismo.

Tacones... pero con cuidado

Abordaremos el tema de tal manera que en un primer momento hablaremos sobre lo que es un apoyo fisiológico y normal del pie, pasando en un segundo lugar a mencionar las modificaciones anatómicas y mecánicas que establece un tacón de considerables magnitudes; acto seguido les informaremos de las lesiones establecidas, para terminar el tema con una serie de consejos para poder evitar o aliviar los síntomas y lesiones encontrados.

El pie y su apoyo

Normalmente, un apoyo fisiológico, normal y con un reparto equitativo del peso es aquel en el que el pie reposa sobre el suelo a través de tres puntos clave, como son: el hueso calcáneo o talón (parte posterior) , la cabeza del primer meta o dedo gordo, y la cabeza del quinto meta, o dedo meñique (parte anterior).

Esto se consigue a través de un calzado con un tacón firme, suficientemente  ancho y que aporte una base de sustentación estable (no más de 3cms de altura).  De ésta manera, el centro de gravedad de nuestro cuerpo se mantiene en un correcto equilibrio y alineación, recayendo el peso sobre el principal eje, la columna vertebral, y manteniendo así el grado de estabilidad que posee.

A continuación le ofrecemos un esquema en el que  se comprueba como a medida que aumentamos la altura del tacón, la carga de nuestro cuerpo pasa a ser repartida por partes iguales (zonas anterior y posterior) a recaer casi en su totalidad hacia la zona anterior del pié. Por eso, la mayoría de podólogos y fisioterapeutas recomendamos el uso de un pequeño tacón de 2-3 cms, que permite un reparto 50-50% entre porción anterior y posterior del pie.

                                                Retropiét             Antepiétt   

Sin tacónt                                  57 %                  t43 %t   

2 cm tacónt                                50 %                 t50 %t   

6 cm tacón                                tttt25 %t                 75 %t   

Más de 6 cmttt                          20-10 %t           80-90 %t 

Cambios por el tacón

Tacones... pero con cuidado

Los tres puntos de contacto o apoyo, serán reemplazados prácticamente en su totalidad, pasando a cargar hacia la parte anterior del pie, sobre la cabeza de los metatarsianos. El centro de gravedad se verá desplazado hacia delante, y la columna vertebral, verá modificada sus curvaturas en busca de un nuevo equilibrio.

Normalmente, un zapato de tacón suele ser estrecho en su punta por lo que esto también acarreará consecuencias: los zapatos muy estrechos comprimen los vasos e impiden la aireación del pié, predisponiéndolo a desórdenes circulatorios,  sabañones y favoreciendo la maceración. Los dedos se comprimen.

La marcha se verá alterada (longitud del paso, velocidad ) y el riesgo a producirse lesiones de tipo accidentales incrementado debido a la pérdida considerable de equilibrio: esguinces, fracturas y caídas.

Y en último lugar, a nivel muscular, se producen modificaciones, sobre todo en la musculatura de la pantorrilla, ocasionándose un acotamiento de las fibras musculares.

   

Lesiones producidas

Tacones... pero con cuidado

En un primer momento nos encontramos lesiones cutáneas: sabañones, rozaduras..., dolor de la zona de apoyo, deformidad ósea (juanetes, dedos en martillo…), retracciones musculares y sobrecarga muscular, sobre todo de la zona de las pantorrillas, tendinitis aquilea, afectaciones nerviosas (dolores, hormigueos…). Se trata de un mecanismo predisponente a padecer trastornos articulares degenerativos e inflamatorios, como la artrosis y artitritis (rodilla y cadera). Cambios en la columna vertebral con aumento de la curvatura lumbar, propiciando contracturas, trastornos nerviosos y alteraciones degenerativas discales.

Por último, la aparición de varices también está muy relacionada con el uso prolongado de tacones, ya que la bomba natural de sangre que produce la contracción de los músculos de la pantorrila se ve afectada, de tal manera que dicha musculatura, al quedar acortada y retraída, no facilita por su contracción natural el empuje de sangre venosa hacia arriba, así pues ésta queda colapsada en la parte inferior de la extremidad y no sigue su curso habitual para ser renovada en el corazón

Consejos

Tacones... pero con cuidado

Y hasta aquí la primera entrega de nuestro ‘Espacio Vital‘. Les recuerdo que pueden enviar sugerencias y preguntas a la dirección de correo buzon@huelva24.com esperando que haya sido de su agrado, y recordándoles que lo estético, en esta ocasión, no resulta del todo sano.

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